Lucas 8:4-8
El Escenario
En nuestra sociedad industrializada, la agricultura ha estado obsesionada con la producción de comida y ya no es sólo una forma de vida, sino que por el contrario, se ha convertido en una manera de hacer un estilo de vida. La tecnología moderna ha sido plenamente aplicada a los métodos agrícolas, así que el agricultor ahora es un técnico de procesos (un experto en aplicar fertilizantes, herbicidas e insecticidas) y un ejecutivo que conoce el costo de producción, el valor de su producto y el calendario del mercadeo.
Cuando Jesús enseñó la parábola del sembrador a su audiencia de galileos, ellos literalmente veían al agricultor sembrando su semilla en los campos aledaños en el mes de Octubre. Por supuesto, los evangelistas no nos dicen cuándo Jesús enseñó la parábola. Muy probablemente puede haber sido en el tiempo en que el sembrador salía a sembrar. Las multitudes (según Mateo, grandes multitudes) habían venido a la playa en la orilla noroccidental del Lago de Galilea. La gente podía ser contada por miles. Para dirigirse a tal multitud, Jesús usó un púlpito flotante, sentándose en un bote muy probablemente algo alejado de la orilla.1 De esta manera, la superficie del agua desviaba su voz, la cual, en un día calmado, podía alcanzar a la audiencia sentada o parada en la playa. Este entorno era mucho más eficaz que un moderno sistema de altavoces para dirigirse al público.
Jesús no tuvo que explicar las actividades de un agricultor. Tal vez ellos podían verlo trabajar a la distancia, sembrando semillas de avena o cebada. Ellos podían incluso haber pasado junto a sus campos camino a la playa. En la sociedad agrícola de ese tiempo, muchos en la audiencia eran agricultores o habían trabajado en una granja.
La agricultura en tiempos de Jesús era relativamente simple. Aunque la parábola no dice nada acerca de los métodos agrícolas, de las fuentes del Antiguo Testamento (Isaías 28:24-25; Jeremías 4:3; Oseas 10:11-12) y de los textos rabínicos, sabemos que al final de un prolongado y ardiente verano, el agricultor iría a su granja y sembraría trigo o cebada en la superficie del suelo duro. Él arará la tierra para cubrir la semilla y esperará las lluvias del invierno para que las semillas germinen.2
El agricultor en la parábola de Jesús, llevó al campo su provisión de grano en una bolsa que pendía de su cuello y hombros. La bolsa colgaba frente a él y con pasos rítmicos, él regaba la semilla en los surcos a través del campo. A él no le importaban las relativamente pocas semillas que caían en el camino que rodeaba el campo o las que quedaban en la superficie, donde la piedra caliza sobresalía de la tierra, ni las que caían entre los espinos que crecían durante la primavera y ahogaban el trigo que crecía. Para el agricultor, todo esto era parte de un día de trabajo.
En épocas remotas, el área donde Jesús enseñó la parábola había sido cubierta por el polvo de las frecuentes erupciones de una cordillera volcánica. Donde el polvo cayó en abundancia sobre la piedra caliza, la tierra fue particularmente fértil mientras que otros lugares quedaron áridos. En un campo particular, uno puede encontrar un suelo rico, de gravilla o rocoso.3
La descripción es común y precisa. El agricultor no podía evitar que algunas semillas cayeran en el camino duro. Tarde o temprano las aves vendrían y se llevarían las semillas que fueron sembradas en el campo. Todo eso era parte de la agricultura de ese tiempo. El agricultor tampoco podía hacer nada acerca de la piedra caliza que aparecía aquí y allá. Esa era la configuración del terreno. Más aún, él había tratado de eliminar las malezas espinosas desenterrando las raíces de estas obstinadas plantas. Pero ellas parecían tener una manera de regresar.
El agricultor imaginaba el tiempo de la cosecha cada vez que él entraba en el cultivo. Una cosecha promedio en aquellos días rendía diez veces.4 Si él obtenía un rendimiento de treinta veces o más aún, de sesenta veces, él tendría una excelente cosecha. Muy ocasionalmente él puede obtener una cosecha con un rendimiento de cien veces (Génesis 26:12). En resumen, el agricultor no se fijó en las semillas de trigo que perdió en el momento de sembrar, sino que puso su esperanza en el futuro y aguardó el momento de la cosecha.
Ninguno de los que escuchaban a Jesús tendría problema con él. El clímax de la historia pudo haber sorprendido a sus oyentes, pues en lugar de una cosecha normal con un rendimiento de diez veces, Jesús hablaba de un retorno de cien veces. El punto de la historia, por tanto, es una abundante cosecha.
El Diseño
La parábola del sembrador es una de los pocos relatos encontrados en todos los tres evangelios sinópticos. Cuando cada uno de los escritores incorporó el relato de Jesús de un agricultor sembrando y cosechando, ellos se dirigieron a sus propias audiencias. Mateo, Marcos y Lucas obviamente pusieron la parábola en el contexto de sus respectivos evangelios para mostrar el punto de la enseñanza de Jesús.
En el Evangelio de Mateo, el capítulo 13 es precedido por un relato del ministerio de sanidades de Jesús (capítulos 8 y 9). En la conclusión de esta sección, Mateo reporta que Jesús estaba enseñando en las sinagogas, predicando las buenas noticias del reino y sanando todo tipo de enfermedades y dolencias (9:35). Luego Él miró a las multitudes y como carecían de dirección espiritual, Él tuvo compasión de ellos, comparándolos a ovejas sin pastor. “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (9:37-38).
En el capítulo 10, Mateo reporta el envío de los doce discípulos, comisionados a ir a las ovejas perdidas de Israel. Pero Jesús advirtió a sus discípulos acerca del rechazo, la persecución y la muerte. Ellos enfrentarían la oposición, el odio e incluso la muerte. Mateo describe el mismo tema en los siguientes dos capítulos. Las multitudes habían seguido a Juan el Bautista, pero la gente decía que él tenía un demonio, que era un glotón y bebedor, amigo de cobradores de impuestos y de “pecadores” (11:19). La gente en Corazín, Betsaida y Cafarnaúm no quisieron arrepentirse y creer en sus palabras. Parecía como si Jesús hubiera estado arando en tierra poco profunda y la semilla que Él había sembrado se hubiera perdido. Sin embargo, a pesar del malentendido de Juan el Bautista (11:3), la incredulidad de los galileos (11:21, 23) y la enemistad de los líderes religiosos (12:2, 24, 38), el reino de Dios había llegado y continuaba su avance. Quienes hacen la voluntad de Dios son parte integrante del reino. Ellos eran los hermanos, las hermanas y la madre de Jesús (12:50).
En este punto, Mateo presenta la parábola del sembrador. La redacción estructural del relato del evangelio revela la hábil mano de un arquitecto literario.5 El evangelista ha puesto el escenario para el relato. El tema es alertar a sus lectores para la inesperada cosecha reunida en el reino de Dios.
Por otro lado, Marcos parece enfatizar el ministerio de enseñanza de Jesús en las orillas del Lago de Galilea. Él comienza el pasaje diciendo: “De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago” (4:1). Mientras que Mateo omite la referencia de Jesús sentado en un bote “en el lago”, Marcos se refiere al lago al menos tres veces en ese versículo introductorio. Él informa a sus lectores que una vez más Jesús encontró una gran multitud en la orilla del lago (ver 2:13 y 3:7). En su evangelio, Marcos inserta tres de las cuatro parábolas (el sembrador, la semilla que crece y la semilla de mostaza) en la narrativa para indicar el lugar de enseñanza, la audiencia a la que Jesús se dirigía y el propósito de las parábolas.
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