Yo no puedo probar que la iglesia evangélica se encuentra en muchos más problemas de los que digo. Pero estoy satisfecho de compartir mis apreciaciones con estos hombres: Elton Troublood, Donald Bloesch, George Barna, Os Guinness, Francis Schaeffer, Howard Zinder, Kenneth Kantzer, y otros. Hace años escuché a Billy Graham decir que el 95% de los cristianos viven en derrota. Fui escéptico al principio respecto a esa información, pero ya no. Algo tiene que hacerse respecto a la enfermedad de la cristiandad y creo que la solución es obvia. Tenemos que mejorar el producto y producir creyentes saludables, que se reproduzcan e impacten su mundo para Cristo. Cómo hacerlo, es el corazón de esta obra.
El Deseo que Expresan los Pastores
Los pastores quieren hacer lo correcto. No conozco ningún pastor que no desee producir cristianos sólidos. Todos están de acuerdo con la tesis de este libro de que la iglesia evangélica necesita ser revitalizada. Ellos quieren hacer discípulos y ayudar a llevar a cabo la Gran Comisión, pero muchos no saben cómo. Está bien, a mí también me sorprendió. Al principio estaba escéptico acerca de la necesidad de enseñarle a una Iglesia cómo organizarse para hacer discípulos.
Con demasiada frecuencia, los pastores nos hastiamos de seminarios, libros y otras ayudas profesionales, debido a que vemos a la iglesia a través de los limitados lentes del éxito. Comparamos nuestros mayores éxitos en lo evangélico y concluimos que la iglesia se encuentra en perfecto estado. “Mira esas iglesias exitosas; no tienen la filosofía de hacer discípulos. Tienen más personas; mandan más misioneros; cuentan con tremendos programas para casi cada necesidad en la sociedad.” Pero este punto de vista tiene una gran falla, pues al mirar a la iglesia a través de los ojos del éxito, sólo vemos el 5%.
Permítanme ser claro: no espero ir más allá de ese 5% en lo evangélico. Modelos pastorales empresariales altamente talentosos y creativos dominan más que ese 5%. Estos son muy efectivos y Dios los usa mucho para ministrar a las masas y pueden ofrecer unos pocos principios y consejos que ayudan a otros en su trabajo. Pero como modelos, estos hacen más mal que bien. Muchos pastores harían mejor si nunca hubieran oído o estado expuestos a más del 5%.
Este porcentaje enfrenta al pastor promedio con un modelo irreal, inalcanzable, que conduce a la culpa y amenaza su ministerio. La presión de ser como ellos ha destruido a muchos. En lugar de culpar a ese más del 5% por su trabajo, tenemos que darle gracias a Dios por ellos, y dejarlo así. Espero que ese porcentaje superior al 5% adopte la filosofía de este libro, pero ellos no son mi objetivo. Mi mensaje es para el 95% de pastores que quieren edificar iglesias saludables y efectivas. Yo propongo una tesis obvia y simple que pueda ser ejecutada por un pastor con habilidades promedio.
Si medimos la necesidad de ayuda entre ese porcentaje superior al 5%, obtendríamos un promedio bajo. Pero entre el inferior al 95%, existe un ejército hambriento de pastores, dispuestos a absorber el material de ayuda. Yo baso esto en el contacto que tengo con pastores. Después de la publicación de mi primer libro, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos, empecé a recibir llamadas telefónicas, cartas y visitas de pastores interesados. Los comentarios fueron generalmente así: “Estoy de acuerdo con lo que usted está diciendo, pero ¿cómo implemento esta clase de filosofía en mi iglesia?” Después de dictar conferencias o conversar con líderes denominacionales, volvían otra vez los comentarios: “Sí, estamos de acuerdo; esto es lo que queremos, pero ¿cómo lo hacemos?” Encontré una gran diferencia entre desear y saber cómo hacerlo. Esto me motivó a hacer tres cosas.
Lo primero fue sembrar una iglesia. En junio de 1984 dejé una iglesia establecida e inicié una en San Diego, California. Mi motivación era ver si instalando el ministerio de hacer discípulos en el corazón de la iglesia, esto funcionaría. Hacerlo requiere de tres cosas:
1 El pastor tiene que poseer claras convicciones acerca de hacer discípulos y declararlo desde el púlpito como la prioridad principal.
2 La filosofía y sus objetivos tienen que ser publicados en la literatura de la iglesia y colocarlo en la constitución como criterio para medir el éxito.
3 La filosofía de hacer discípulos tiene que ser trabajada a nivel del liderazgo de la iglesia. El pastor y los líderes tienen que ser ellos mismos eficaces hacedores de discípulos.
Yo quise que estos principios fueran la base del trabajo y Dios ha bendecido estas prioridades debido a que son las suyas. Hoy la iglesia está creciendo saludablemente y muchos ministros han surgido muy emocionados. De la plantación de la iglesia nació la segunda acción importante, que fue la de reclutar a otros pastores y plantar más iglesias. No quise plantarlas sólo por hacerlo. Quise plantar iglesias que compartieran la misma filosofía de hacer discípulos, que se reprodujeran, que produjeran también un producto saludable y se multiplicaran por todo el mundo. Por lo tanto, nos dimos a la tarea de reclutar hombres que compartieran nuestro pensamiento. Ellos consiguieron el apoyo financiero y nos juntamos en San Diego. Rápidamente aprendí que hasta tanto estos hombres estuvieran de acuerdo con la filosofía, así como otros pastores, ellos no sabrían cómo implementarla. Ellos hicieron las mismas preguntas que obtuve a través de las llamadas telefónicas y las cartas.
Como resultado, desarrollamos un centro que entrenaría a los pastores directamente en sus lugares de trabajo. Empezamos el grupo con diez personas, compuesto por pastores locales y nuestros reclutas. El ambiente de entrenamiento ha sido dinámico y desafiante y enseñar a los pastores en el trabajo, ha exigido toda mi habilidad y aún más. En el futuro, nos gustaría exportar el concepto del centro de entrenamiento para facilitar la plantación de iglesias hacedoras de discípulos en otras regiones.
El entrenamiento es tan valioso para los pastores que la tercera acción fue inevitable. Usted está leyendo el tercer paso, el libro de El Pastor Hacedor de Discípulos. El objetivo de este libro es darles a los pastores la base filosófica y el modelo con el cual ellos pueden implementar el hacer discípulos en sus iglesias. Esta no es la única manera, pero fue la forma como nosotros lo hicimos.
He construido el modelo alrededor de los métodos de entrenamiento utilizados por Jesús. En el Capítulo 9, “Haciendo que Funcione en la Iglesia Local,” llevaremos al lector a través del modelo de cuatro fases que intenta aplicar sus métodos de entrenamiento en la iglesia. La explicación más completa se puede encontrar en mi primer libro, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos. El modelo muestra cómo las fases principales del entrenamiento de Cristo pueden obrar junto con los modelos comunes que ya existen en la mayoría de las iglesias. Mi experiencia en enseñarles a otros cómo discipular en la iglesia me ha mostrado que esto requiere dos cosas: El pastor debe tener un sistema de pensamiento y profundas convicciones relacionadas con él; y necesita un modelo, una plantilla de trabajo, un medio para aplicar su filosofía. Este es el propósito del modelo.
Estoy perfectamente convencido de que Dios quiere que el hacer discípulos sea el corazón del ministerio de la iglesia local. Mi experiencia con pastores confirma que muchos de ellos están de acuerdo. Yo no presento un modelo o medio para edificar una iglesia culturalmente exitosa, ni tampoco puedo garantizar que esta clase de enseñanza le dará a usted una iglesia grande. De hecho, le doy buenas razones para creer que, en los pasos iniciales, esta filosofía retrasará su crecimiento numérico. Estoy proponiendo los principios que Dios aprecia en su pueblo y en su Iglesia. Le aseguro que cuando la iglesia le de prioridad a estos principios y los pastores retomen su papel como hacedores de discípulos, la iglesia será saludable y le dará toda la honra a Dios. Así que me dirijo a ese 95% de pastores hambrientos de ayuda que deseen edificar cristianos saludables, dinámicos y obedientes que sólo las iglesias pueden producir.
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