La iglesia evangélica ha perdido el deseo de hacerse las preguntas correctas y el coraje para enfrentar las respuestas. La decisión crítica que enfrenta la iglesia es: ¿Nos comprometeremos nosotros mismos con los temas del corazón? ¿Nos arrepentiremos de nuestras absurdas decisiones y regresaremos al trabajo que Cristo nos ordenó? Pero ¿cuáles son los temas del corazón? ¿Cuál es el sistema cardiovascular de la iglesia?
George Orwell escribió: “Ahora nos hemos hundido a una profundidad en la que la reafirmación de lo obvio es la primera tarea de los hombres inteligentes”. En la iglesia de hoy, lo obvio es revolucionario. Nada es tan traicionero como lo obvio. Entender y ejecutar lo obvio es tan difícil como caminar en una cuerda floja en medio de fuertes vientos. Volver a lo obvio y aplicarlo de nuevo, sacude a la iglesia desde sus cimientos. Cuando usted lo expone, los líderes contaminados asentirán con sus adormecidas cabezas. Cuando usted lo aplica, ellos se burlarán y lo catalogarán como radical, inexperto y paraeclesial.
¿Qué verdad obvia hace que los creyentes se incomoden? Simplemente esta: la iglesia existe para una misión. La iglesia existe gracias a una misión, así como el fuego existe gracias al oxígeno. La iglesia no existe para sí misma. Esto choca de frente con la mentalidad autoindulgente y egocéntrica que domina a los evangélicos. Mire los libros cristianos más vendidos, escuche la televisión evangélica, hable con el creyente común; el tema común es una preocupación por las necesidades que se tienen. Si la iglesia va a obedecer a Cristo, esto tiene que parar. Los cristianos no dejarán de tener necesidades, pero la preocupación y la prioridad dada a las necesidades por encima de lo ordenado por Cristo tiene que detenerse.
El enfoque del personal de una iglesia y de su cuerpo congregacional no es interno, sino externo. La misión de la iglesia es influenciar a este mundo, tal como las parábolas lo exponen: sal, luz, levadura, ejército, embajadores, peregrinos, etc. Todo esto expresa movimiento e influencia. La iglesia crece cuando sus miembros se vuelven más efectivos en influenciar a otros.
Como cualquier crisis del sistema cardiovascular, esta ha dejado a la iglesia débil y dependiente y ha colocado a los pastores en el difícil papel de entrenar a un equipo de baloncesto desde la sala de emergencia de un hospital. Los jugadores deben tratar firmemente de hacer lo mejor, pero claro está, ellos no pertenecerán a la Asociación Nacional de Baloncesto. Tristemente, la iglesia obra con una gran desventaja y, por lo tanto, hoy es mucho menos que lo que Dios ha deseado. Pero esto no necesita ser así y debemos tener el suficiente coraje para enfrentar y cambiar la situación.
¿Cuál es el Remedio?
Sólo una clase de persona influenciará al mundo y el fracaso de la iglesia en producir este tipo de persona es el error que la ha llevado a esta crisis. La crisis en el corazón de la iglesia es una crisis de producto. ¿Qué clase de persona produce la iglesia? El producto ordenado por Cristo es una persona llamada discípulo. Cristo ordenó a su iglesia “hacer discípulos” (Mateo 28:18-29). Jesús describe a un discípulo como uno que todo lo soporta por Él, que es obediente a Él, que da fruto, glorifica a Dios, tiene gozo y ama (Juan 15:7-17).
Esto tiene mucho sentido. La clase de persona que más glorifica a Dios es llamada discípulo. El mandamiento de Cristo a sus discípulos fue “hacer discípulos”, porque los discípulos influencian su mundo. Un discípulo se reproduce a sí mismo, lo cual lleva a la multiplicación y esta es la clave para ganar al mundo y cumplir la Gran Comisión.
El fracaso de la iglesia en el cumplimiento de este obvio mandamiento sólo puede atribuírsele a una intriga diabólica. La crisis en el corazón de la iglesia es que fomentamos hacer discípulos sólo de labios para afuera, pero no lo practicamos. Hemos perdido la integridad de nuestra misión. El sistema cardiovascular del cuerpo no mejorará hasta que cambiemos nuestros enfoques y prioricemos la saludable producción y reproducción de hombres y mujeres que influyan su mundo. El sistema cardiovascular de la iglesia es lo que produce el producto correcto. Cuando la iglesia produzca y reproduzca el producto correcto, como cualquier cuerpo saludable, podrá cumplir su función. Cuando obedecemos la comisión de Cristo, dos cosas buenas suceden: creamos cristianos saludables; y un cristiano saludable se reproduce y el cuerpo crece, entonces se multiplica y el mundo es evangelizado.
No muchas cosas cambiarán hasta que tratemos el tema y creemos la controversia, hasta que la iglesia en Estados Unidos sea desafiada a asumir seriamente la Gran Comisión, hasta que los pastores estén dispuestos a empezar a reproducirse a través de otros, a preparar cristianos que se alimenten por sí mismos, hasta que las congregaciones le permitan a los pastores invertir más de su tiempo en enseñar y entrenar espiritualmente a la minoría, antes que servir a los caprichos y deseos de la desmotivada y desobediente mayoría, hasta que los pastores puedan ser liberados del “excesivo trabajo” evangélico. Debe ser así; no podemos permitir que esto continúe. ¡Esto debe cambiar!
Notas
1N.T.: Texto original, Reuniones de Tupperware, ha sido cambiado para su comprensión en el contexto hispanoamericano por la expresión genérica para este tipo de encuentros.
Capítulo 1
La Necesidad
Crisis y Condición de la Iglesia
He arrojado el guante. Sostengo que la iglesia evangélica es débil, autoindulgente y superficial, que ha sido discipulada completamente por su cultura. Como dijo Jesús: “El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro” (Lucas 6:40). Aún más, yo creo que la crisis de la iglesia es más de producto, de la clase de personas que se están produciendo. Yo propongo la solución para ser obedientes a la comisión de Cristo de “hacer discípulos”: enseñar a los cristianos a obedecer cada mandamiento de Cristo.
¿Me encuentro solo en mi análisis crítico de la iglesia? Otros más sabios y experimentados que yo sostienen la misma tesis. Elton Trueblood ha dicho:
Tal vez la debilidad más grande de la Iglesia Cristiana actual es que millones de supuestos miembros no están realmente involucrados del todo y lo que es peor, no se considera extraño que no lo estén. Tan pronto como reconocemos la intención de Cristo de hacer de Su iglesia una militancia, comprendemos que una actitud convencional no puede ser suficiente. No existe ninguna oportunidad real de victoria si el noventa por ciento de los soldados no están entrenados ni se encuentran involucrados, pero este es exactamente el punto donde nos encontramos ahora. Muchos alegan que los cristianos no entienden que la lealtad a Cristo significa involucrarnos personalmente en su ministerio, yendo o permaneciendo, dependiendo de la situación. 1
La encuesta realizada por Gallup en 1980, indicaba que de los 22 millones de evangélicos que asistían a una iglesia, sólo el 7% habían tomado alguna clase de entrenamiento evangelístico y sólo el 2% había traído a otra persona a Cristo. ¿Qué tanto le gustaría marchar a la batalla con sólo el 7% de sus tropas entrenadas y sólo el 2% con experiencia en el combate? Mientras oro, estos datos han cambiado en ocho años y pensaría que hoy son casi iguales. 2
Esto revela la necesidad de hacernos la pregunta correcta: ¿Cómo pueden tres mil personas reunirse a adorar y ser una gran iglesia, si sólo el 7% está entrenado para dar testimonio y sólo el 2% han presentado a Cristo a otra persona? El examen de una congregación, aparte de la santidad personal, es cuán efectivamente los miembros impactan al mundo. Las bancas de las iglesias en Norteamérica están simplemente repletas de esquizofrénicos espirituales, cuyas creencias y conductas no son congruentes y los sermones son acomodados al gusto de las personas.
Читать дальше