Su reacción natural era moderar los mensajes y hacerlos aparecer tan favorables para el individuo como fuera posible. Pero se dio cuenta de que seguir ese curso de acción tendría el efecto de suavizar el mensaje de Dios. Con el tiempo tuvo una visión en la cual aquellos a quienes no les entregaba fielmente los mensajes se le acercaban con “rostros que eran el mismo retrato de la desesperación y el horror”. “Se acercaron a mí –escribió ella– y restregaron sus ropas contra las mías. Al mirar mis vestidos, vi que estaban manchados de sangre”. Al igual que el profeta Ezequiel de la antigüedad, Elena Harmon aprendió en visión que sería considerada responsable si no era fiel en entregar los mensajes de Dios a su pueblo ( Testimonios para la iglesia , t. 5, pp. 616-618).
Como resultado de estas y otras experiencias, ella empezó a viajar más a menudo para presentar sus mensajes, tanto ante congregaciones de milleritas que investigaban, como a individuos en particular. Pero empezaron a surgir problemas. Ella no podía viajar sola. Su hermano Roberto estaba demasiado enfermo para acompañarla, y su padre tenía una familia que sostener.
Entonces surgió el nombre de Jaime White, como solución al problema. Era un joven predicador millerita miembro de la Conexión Cristiana. Durante un tiempo Jaime y una o dos amigas acompañaban a Elena a los distintos lugares. Pero hasta ese arreglo dejaba a Jaime y a Elena expuestos a posibles críticas. La solución fue el matrimonio, aun cuando muchos de los milleritas de entonces creían que casarse significaba negar su fe en el inmediato regreso de Cristo. Después de todo, el matrimonio sugería que la vida en esta Tierra seguiría adelante. A pesar de las críticas, Elena Harmon y Jaime White se casaron en Portland, Maine, el 30 de agosto de 1846.
Los viajes subsiguientes les resultaron más fáciles, no así el sostenimiento de ambos. Eso se hizo especialmente difícil con el nacimiento de sus primeros dos hijos: Henry, en agosto de 1847, y James Edson, en julio de 1849. Los primeros años de casados fueron años de pobreza y de viajes incesantes, mientras los White predicaban y presentaban los mensajes de Dios a los adventistas milleritas esparcidos y confusos. Lo único que mantenía a la pareja viajando era su esperanza en el pronto regreso de Jesús y su convicción de que Elena tenía palabra de Dios que entregar al pueblo adventista.
Con el paso del tiempo, empezó a perfilarse el concepto de un cuerpo especial de adventistas. Se trataba de un pueblo que empezó a formarse en torno a una serie de doctrinas que tenían sus raíces en la experiencia de los milleritas. Tanto esas doctrinas como la relación de Elena de White con su desarrollo son temas importantes de este libro.
Papel de Elena de White en el desarrollo de la doctrina adventista del sábado
Quizá la percepción más importante a la cual podemos arribar sobre el papel que Elena de White desempeñó en el desarrollo de la doctrina adventista del sábado (el grupo de adventistas observadores del sábado dio lugar a la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día entre los años 1861 y 1863) sea que sus primeras visiones casi siempre confirmaban posiciones doctrinales a las que otros habían llegado mediante un intenso y abarcante estudio de la Biblia. Así que, su papel en la formulación de doctrinas fue más bien de confirmación que de iniciación. Pero eso no siempre fue así en cuanto al estilo de vida. Como veremos en el siguiente capítulo, Elena de White algunas veces desempeñó un papel más prominente en el desarrollo de las posiciones del estilo de vida adventista que en su formación doctrinal.
El principal concepto doctrinal alrededor del cual se empezaron a agrupar los primeros adventistas que guardaban el sábado fue el hecho de que, ciertamente, algo importante había ocurrido el 22 de octubre de 1844. La primera visión de Elena de White en diciembre de 1844 confirmó este hecho, aunque no explicaba lo que había sucedido. La primera vislumbre de comprensión en conformidad con esto llegó a través de una percepción que tuvo Hiram Edson (un granjero metodista de Port Gibson, Nueva York) el 23 de octubre. Años después él recordaba que en esa fecha había entendido por primera vez que “en vez de que nuestro Sumo Sacerdote [Jesús] saliera del Lugar Santo del Santuario celestial para venir a esta Tierra el décimo día del séptimo mes, al final de los 2.300 días [el 22 de octubre de 1844], entraba por primera vez ese día en el segundo compartimiento de ese Santuario; y que tenía una obra que realizar en el Lugar Santísimo antes de venir a esta Tierra” ( Manuscrito de Edson).
La percepción a la cual llegó Edson lo condujo junto con O. R. L. Crosier y el Dr. F. B. Hahn a estudiar profundamente el tema en la Biblia. Ellos descubrieron que el santuario que debía ser purificado según Daniel 8:14 no era el terrenal, sino el Santuario celestial mencionado en el libro de Hebreos. También llegaron a la conclusión de que el ministerio de Cristo en el cielo tenía dos fases. La primera había empezado en el Lugar Santo en ocasión de su ascensión, mientras que la segunda comenzó el 22 de octubre de 1844, cuando Cristo pasó del primer departamento del Santuario celestial al segundo, para iniciar el día antitípico o celestial de expiación. Cristo no regresaría a la tierra hasta no haber completado su ministerio en el segundo departamento.
Edson, Hahn y Crosier llegaron a esas conclusiones independientemente del contacto con Elena Harmon. Con el tiempo, Crosier publicó su descubrimiento bajo el título de “La Ley de Moisés” en el Day-Star Extra del 7 de febrero de 1846. Un año después Elena escribió una carta a Eli Curtis para notificarle que el Señor le había mostrado “en visión [...] que el hermano Crosier tenía la luz verdadera sobre la purificación del Santuario, etc.; y que había sido su voluntad que el hermano C. escribiera el punto de vista que él nos presentó en el Day-Star Extra ” ( A Word to the Little Flock [ Una palabra a la pequeña grey ], p. 12). Ella recomendó el Extra a todos los creyentes adventistas.
Mientras tanto, a mediados de febrero de 1845, Elena de White había recibido una visión que señalaba el ministerio de Cristo en los dos departamentos y el cambio que ocurrió en ese ministerio en 1844, pero sin los detalles encontrados por Crosier y sus colaboradores mediante el estudio de la Biblia. Ella no publicó esa visión hasta el 14 de marzo de 1846, un mes después de haberse publicado el artículo de Crosier. En realidad, las visiones de Elena de White cumplieron una función de confirmación en el desarrollo de la doctrina del Santuario. El estudio de la Biblia proporcionó el contenido básico del desarrollo del concepto adventista sobre el tema. El papel de Elena de White reafirmaba que ese estudio de la Biblia iba en la dirección correcta.
Esa relación del papel de Elena de White en cuanto a la doctrina adventista del sábado no siempre estuvo clara ante la vista de sus oponentes. Por eso, Miles Grant (un pastor dirigente de la Iglesia Cristiana Adventista, otra rama del movimiento millerita) escribiría en 1874 que “los adventistas del séptimo día alegan que el santuario que sería purificado al final de los 1.300 [2.300] días, mencionado en Daniel 8:13 y 14, está en el cielo , y que su purificación empezó en el otoño de 1844 d.C. Si alguien les preguntara por qué creen esto, la respuesta sería que por la información recibida a través de una de las visiones de la señora Elena de White”.
En respuesta, Urías Smith (director de la principal revista de los adventistas del séptimo día, la Review and Herald ) observó que “se han escrito cientos de artículos sobre el tema. Pero en ninguno de ellos se ha hecho ni una sola referencia a que las visiones referidas tengan alguna autoridad sobre este tema, o de la fuente de donde se han derivado algunos de los puntos de vista que sostenemos [...]. Invariablemente se recurre a la Biblia, donde abundan las pruebas que sostienen nuestros puntos de vista sobre el tema” ( Review and Herald, 22 de diciembre de 1874).
Читать дальше