Ha enseñado durante varias décadas, en los cinco continentes, todo lo relacionado con la vida y obra de nuestra profetisa.
Por tanto, en el autor de Introducción a los escritos de Elena G. de White se combina una vasta y larga experiencia, una sólida formación académica, un profundo y amplio conocimiento de la sociedad y de la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y su entorno sociocultural, además de una reconocida erudición no exenta de vasta cultura teológica y general. Y si a todo esto añadimos su probada capacidad de síntesis, su claridad expositiva y la amenidad de su prosa, podemos decir con toda propiedad que nadie mejor que él para introducirnos con paso firme y seguro en los escritos de la mensajera del Señor.
Por eso, estamos convencidos de que la lectura de Introducción a los escritos de Elena G. de White será una bendición para todos los que procuran adquirir una mejor comprensión del plan que Dios tiene para su vidas.
J. Vladimir Polanco
Editor de APIA
Conozcamos a Elena G. de White
George R. Knight
Dedicado a Robert W. Olson, mi primer maestro de Biblia, y una inspiración en mi camino con Jesús.
Sin duda alguna, Elena de White (1827-1915) ha sido la adventista del séptimo día de más influencia en la historia de nuestra iglesia. Su presencia personal y sus escritos han sido trascendentes para conformar y guiar al adventismo durante siete décadas de ministerio profético. Desde su muerte en 1915, sus consejos y percepciones siguen siendo iluminadores para la dirección de esta iglesia cristiana.
Pero quizás usted se haya preguntado: “¿Quién es Elena de White?” Esta obra trata de responder esa pregunta. Las dos terceras partes iniciales del libro presentan nociones biográficas de su vida. Actualmente las biografías más completas de esta autora se encuentran en el libro Notas biográficas y en los seis tomos publicados por Arthur L. White entre 1981 y 1986. 1 Conozcamos a Elena G. de White solo pretende presentar una biografía concisa para el lector medio.
En la segunda sección de este libro, se categorizan y se examinan sus escritos. Por lo tanto, esta parte sirve como una introducción a sus distintos libros y manuscritos.
La tercera sección introduce a los lectores a los principales temas que caracterizan toda la obra de la Sra. de White. Estos temas vinculan sus escritos entre ellos y proporcionan la perspectiva que da a sus libros y artículos individuales un significado cósmico en la lucha entre el bien y el mal. Aunque es posible que alguien piense que debí haber seleccionado otros temas, he tratado de hacer lo mejor que he podido para elegir los que proporcionan el marco interpretativo más completo de sus pensamientos. El lector podría considerar este texto únicamente como una propuesta que se completará a medida que vayamos estudiando la vida y la obra de Elena de White.
El segundo tomo de esta serie, titulado Cómo leer a Elena G. de White, es una investigación que explora los principios básicos que debemos tener en mente mientras leemos sus escritos. Los principios surgen de su propio consejo, proyectando en su trato y relación con las personas que usaban sus escritos, y que, con el correr de los años, algunos utilizaron mal. Otro libro estrechamente relacionado con este es mi compendio de historia del adventismo titulado Nuestra iglesia: Momentos históricos decisivos. Este libro brinda el contexto histórico dentro del cual se desarrolló el ministerio de Elena de White.
Quisiera expresar mi aprecio a Bonnie Beres, que escribió el manuscrito en la computadora; a Merlin D. Burt, Paul A. Gordon, Jerry Moon, Jim Nix, Robert W. Olson y Tim Poirier, que leyeron el manuscrito y me brindaron sugerencias para mejorarlo; a Gerald Wheeler y Tim Crosby por conducir el manuscrito a través del proceso de publicación; y a la administración de la Universidad Andrews por facilitar el apoyo financiero y el tiempo necesario para investigar y escribir este libro.
Durante algunos años se ha sentido la necesidad de una introducción concisa a la vida, los escritos y los temas que desarrolló Elena de White. Conozcamos a Elena G. de White se propone satisfacer esa necesidad. Espero que sea una bendición, tanto para los miembros de la Iglesia Adventista como para los amigos y simpatizantes, mientras tratan de obtener una mejor comprensión de esta destacada mujer y de su obra.
El Autor
1Esta obra ha sido resumida en un tomo bajo el título Elena G. de White, mujer de visión .
PRIMERA PARTE
Dirección profética para los chasqueados milleritas (1827-1850)
“Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí, y me pareció que me elevaba más y más, muy por encima del tenebroso mundo. Miré hacia la tierra para buscar al pueblo adventista, pero no lo vi en parte alguna, y entonces una voz me dijo: ‘Vuelve a mirar un poco más arriba’. Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por aquel sendero, en dirección a la ciudad que se veía al final de aquel” ( Primeros escritos, cap. 1, p. 38).
¿Quién era la visionaria Elena?
La cita anterior registra la primera visión celestial que recibió Elena G. Harmon a los 17 años, en diciembre de 1844.
Elena y su hermana gemela eran las más jóvenes de ocho hermanos de la familia Harmon, y ambas nacieron en Gorham, Maine, el 26 de noviembre de 1827. Su padre se dedicaba a la fabricación y venta de sombreros, y más tarde se mudó con su familia a Portland, en el mismo Estado de Maine.
Fue en Portland donde Elena, con tan solo nueve años de edad, sufrió un accidente que afectó profundamente su vida. Una muchacha le dio una pedrada que la mantuvo a las puertas de la muerte durante varias semanas. Con el tiempo se recuperó, pero esa experiencia la dejó en tan mal estado de salud que no pudo seguir asistiendo a la escuela, aunque lo intentó con todas sus fuerzas. Durante casi toda su vida siguió sufriendo por su precaria salud.
Sin embargo, la imposibilidad de asistir a la escuela no impidió que recibiera una educación informal. Sus notas autobiográficas revelan a una joven poseedora de una mente inquisitiva y una naturaleza sensible.
Esa sensibilidad no solo se mostraba en su relación con los demás, sino también en su relación con Dios. En realidad, hasta una lectura casual de su autobiografía nos llevaría a concluir que, desde sus primeros recuerdos, era intensamente religiosa.
La joven Elena estaba profundamente impresionada con el pensamiento de que Jesús regresaría pronto. La primera vez que ella se encontró con esa idea fue a los ocho años, cuando, camino a la escuela, recogió una hoja de papel donde se leía que Jesús vendría dentro de pocos años. Acerca de esto escribió: “Al considerar el acontecimiento predicho, me vi poseída de terror. [...] Me impresioné tan profundamente por el párrafo del trozo de papel que apenas pude dormir durante varias noches, y oraba continuamente para estar lista cuando viniera Jesús” ( Notas biográficas, cap. 2, p. 23). Estos sentimientos se intensificaron en marzo de 1840, cuando escuchó a William Miller predicar en Portland que Cristo vendría en 1843.
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