Y hay otro aspecto en la brújula interna de Gene que alimenta su vitalidad. “Leo mucho, amo la música, en especial, la música clásica; pertenezco a clubes de lectura, a grupos de redacción, a la junta de un banco local de alimentos y permanezco inmersa en actividades comunitarias. Vivo en una zona increíblemente hermosa del noroeste del Pacífico y muchas noches visito las playas para ver la puesta de sol, reflexionar sobre la plenitud de la vida y encontrar formas de enriquecer aún más el futuro”. La gente le pregunta por qué no renuncia a todo este aprendizaje. ¿Para qué le sirve? “No me imagino viviendo en un mundo que cambia tan rápidamente y no cambiar a la par con él. A veces, encuentro personas que, sea cual sea su edad, se resisten el cambio y son 'viejas' de espíritu. Por el contrario, muchas personas mayores son siempre 'jóvenes' en lo que se refiere a su voluntad para aprender y colaborar”. Gene explica cómo es para ella la perspectiva de una persona mayor. “Independientemente de nuestra edad, no deberíamos tener vacas sagradas. En otras palabras, no deberíamos estar tan comprometidos con la tradición, ni con el pasado a tal punto que pensemos que hay que perpetuarlos. Para mí, no hay vacas sagradas, es mejor usarlas como hamburguesas”.
Gene ve que a su alrededor hay jóvenes que parecen viejos, que han internalizado las vacas sagradas de su entorno con respecto a cuál es su lugar en el mundo y a qué pueden y qué no pueden hacer: “Quizá, se sienten inseguros y tienen miedo de probar algo nuevo y creer en sí mismos”. También opina que hay muchas personas atrapadas en sus carreras, en sus trabajos. Gene cree que tenemos múltiples carreras en nuestra vida. Mirándome fijamente a los ojos, me dijo: “Tú también”. En ese momento, escuché a las vacas sagradas que hay dentro de mí gemir en señal de protesta.
Una vaca sagrada que Gene ha convertido en hamburguesas es la idea de la jubilación. “Algunas personas piensan que al jubilarse les ha llegado la hora de relajarse y olvidarse de los problemas del mundo. En cambio, yo veo la jubilación de manera diferente. Para mí, esta es la etapa de la vida para hacer cosas que antes no nos fue posible hacer. No estás comprometido con un horario específico, ni con la rutina y las expectativas de los demás. El retiro es una oportunidad más para ser quien eres y hacer las cosas que son importantes para ti”. Gene ha estado aprendiendo toda su vida y así continuará hasta el final.
Le pregunté: “¿Qué harías si supieras que solo tienes seis horas de vida?”. Gene reflexionó y respondió: “Exactamente lo que estoy haciendo ahora… aunque no… no creo que esa sea la respuesta correcta. Si supiera que voy a partir hacia el otro mundo esta noche, no limpiaría la casa hoy, ya que alguien más tendría que ocuparse de eso al día siguiente. Francamente, no sería algo muy diferente a lo que estoy haciendo. No estaría hablando por teléfono llamando a un montón de personas. Simplemente, me relajaría y diría: ‘Bueno, este es el comienzo de algo maravilloso’ y me dejaría ir hacia el más allá. Me sentiría en paz”.
No todos somos tan afortunados como para tener un contacto tan directo con nuestro propósito de vida como le ocurrió a Gene en Túnez. Sin embargo, incluso sin ese tipo de experiencia, también nosotros podemos encontrar nuestro llamado —eso que llevamos arraigado muy, muy en el fondo de nuestro ser—. Aprender de líderes como Gene nos ayuda en nuestro proceso de descubrimiento. Gene mantuvo su curiosidad y vio lo que necesitaba ver, aplicó sus talentos y habilidades y se comprometió a una causa más grande que su identidad individual. Desde entonces, sus elecciones han sido vivificantes para aquellos a quienes ella sirve (y también para sí misma).
Sabemos que hemos encontrado nuestro llamado cuando se trata de algo que nos da la certeza y la energía necesarias para trabajar en ello de manera consistente, sin importar lo que esté sucediendo en el mundo externo, ni en nuestra propia vida. Nuestro llamado es muy personal: nadie puede decirnos cuál es. Inspirado en parte con la fascinación de Gene por la vida y por su dedicación a erradicar el hambre infantil, desarrollé el propósito de buscar mi propia paz interior y así dedicarme al autodescubrimiento y al servicio a los demás.
Gene y otros grandes líderes como ella sobre los cuales conocerás más adelante en este libro despertaron mi fascinación hacia el latente potencial ilimitado que existe dentro de todos y cada uno de nosotros. Fue así como decidí que tenía que descubrirlo junto con todos sus secretos y excavar más y más hasta llegara al fondo de esta riqueza interna que permanece intrínseca en nuestro ser.
TRANSFORMÁNDONOS EN QUIENES
SIEMPRE HEMOS SIDO
Entonces, ¿qué hay dentro de nosotros? A continuación, compartiré lo que he descubierto hasta ahora. No se trata de que esta sea la única respuesta, pero la comparto para que te sirva como una señal en medio de tu viaje.
En nuestro interior, somos como el cielo, que irradia conciencia, amor incondicional, potencial ilimitado y paz verdadera. Conciencia, amor, potencial y paz son grandes conceptos. Déjame tratar de describir lo que significan. Quizá, algo de esto te parezca esotérico, pero, por favor, no dejes que eso te moleste. No se trata de una descripción exacta. Léelo más como si observaras una pintura o escucharas una pieza musical. Toma lo que te suene y olvídate del resto.
Cuando me quedo quieto y me dejo desconectar por completo de mis pensamientos, de mis sentimientos y de las sensaciones fugaces de mi cuerpo y mi mente, noto un espacio en mí. Este espacio no tiene límites y se me va tornando cada vez más claro a medida que me entrego a él. Desde allí, estoy presente en el momento. Al estar presente, soy consciente de lo que sucede a mi alrededor y dentro de mí, en mi interior y en el exterior —yo y el mundo— dejamos de ser diferentes. Esta conciencia, como el cielo, no tiene límites, no cambia, solo existe. Siempre está ahí aunque, a veces, olvido que la conciencia está en funcionamiento constante. Y además, es exigente. Desde allí, se hace más claro qué es verdad y qué no, qué es sabio y qué no lo es, qué es útil y qué no. La conciencia nos ayuda a poner las cosas según su verdadera perspectiva.
Nuestra esencia también es el amor incondicional: cuidar de todo y de todos sin necesidad de que haya reciprocidad. No les impone condiciones a otros, ni a las circunstancias. No tiene agenda, ni quiere nada de los demás. Gene hace lo que hace porque quiere ayudar y no por las recompensas. Su servicio es su recompensa. Como una flor, ella comparte libremente su fragancia. Esa es su naturaleza. Como ella misma dice: “La afabilidad no tiene limitaciones”. Eso incluye a todos y a cada situación. En nuestra esencia, parecemos amar a todos y a todo, incluso si nuestra temible mente de cocodrilo tiene otras ideas.
Nuestra esencia también está relacionada con nuestro potencial. Podemos convertirnos en cualquier cosa que elijamos. Si decidimos cuidarnos, encontramos formas de cuidar a los demás; si decidimos ser innovadores, encontramos nuevas formas de ver las cosas; si decidimos ser productivos, hacemos las cosas. Por el contrario, si decidimos permanecer enojados, nos lastimamos a nosotros mismos y a los demás. Por supuesto, también podemos usar nuestra ira para establecer límites, otro acto creativo. Si decidimos ceder ante el miedo, experimentamos pequeñez. Y si cedemos a la desesperación, experimentamos la miseria. Lo cierto es que depende de nosotros cómo usamos el potencial que somos.
La próxima vez que estés atrapado en el tráfico, prueba lo siguiente: decide pensar en todo aquello por lo cual estás agradecido en lugar de ceder ante la impaciencia o la frustración. Siente la comodidad de tu asiento, la respiración suave en tu estómago, el hermoso niño que mira por la ventana del auto que va al lado, el jugueteo de las nubes en el cielo, la voz de un cantante en la radio y, si es posible, hasta un resplandor dentro de ti que se va volviendo más fuerte a medida que disfrutas de todo eso por lo que estás tan agradecido. Observa cómo sí tienes un potencial ilimitado para crear tus propias experiencias sin importar lo que ocurra en el exterior. En una de mis películas favoritas, La vita è bella, vemos a un padre judío cuidar a su hijo en un campo de concentración nazi. A través de canciones, afabilidad, risas, historias y un sinfín de otras formas de cuidarlo, él se las arregla para brindarle a su hijo una hermosa experiencia aun estando en medio de un campo de concentración. Pienso en esto a menudo, cuando la frustración comienza a bloquear mi visión interna de lo posible. Entonces, me recuerdo que es crucial reenfocar mi atención hacia algo por lo cual me sienta agradecido. Pensar con gratitud es una excelente manera de tener acceso a la alegría. Entonces, cuando me doy cuenta de lo rápido que cambia mi experiencia a través de un sencillo giro de mentalidad, ese hecho me recuerda el potencial ilimitado que hay dentro de mí.
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