1 ...6 7 8 10 11 12 ...16 He estado atrapado en este patrón autodestructivo muchas veces, durante los 10 años anteriores a esa noche en Ameland. Saboteé mi aprendizaje al negarme a reconocer el creciente dolor en mi cuerpo y en mi mente. No quería admitir que no me estaba amando a mí mismo, ni a lo que estaba haciendo, ni que la calidad de mi trabajo estaba disminuyendo. No quería aceptar que mis colegas estaban hartos de mí.
Para lidiar con mi dolor, elegí la alternativa del autocastigo y culpar a los demás —trabajando cada vez más duro y siendo cada vez más agresivo con mis colegas—. Me estaba dopando con mi trabajo. Mi alto desempeño laboral se había convertido en un pobre sustituto de la tarea más difícil: mirar hacia adentro, reevaluar mis prioridades y cambiar de rumbo. Traté de hacer que mi inquietud desapareciera adoptando más estrategias de autoevaluación, trabajando aún más duro y, como resultado de todo esto, aislándome más, lo que me provocaba un mayor dolor, más frustración y más autojuicio. Estaba atrapado en una espiral descendente.
Afortunadamente, había una forma de salir de este patrón. Cuando desperté después de mi insomnio, tomé la decisión consciente de aprender lo que fuera necesario de mi desesperación. Mi decisión y mis acciones posteriores me ayudaron a ir transformando poco a poco mi espiral descendente de adicto al trabajo en un viaje de crecimiento —remplazando la desesperación con esperanza, el estancamiento con creatividad y la soledad con conexión.
¿Qué me ha mantenido en marcha? Mi afabilidad y mi total honestidad: he estado aprendiendo a verme con los ojos del amor y no a través de una lente de juicio.
El ejercicio de reflexionar siendo afable sobre algunas de las siguientes preguntas nos ayuda a salir del espiral de juicio negativo:
¿Qué me enseña esta estación de la vida?
¿Qué viejas formas de pensar me limitan?
¿Cómo me han ayudado estas formas de pensar? ¿Cómo me ayudan a mejorar mi vida estas estrategias comunes y comprensibles de la mente?
¿Qué no quiero ver? ¿Qué pasaría si me permitiera detenerme a ver y analizar estos pensamientos limitantes?
¿Quién sería yo sin estas formas de pensar? ¿Qué nuevas formas de pensar puedo adoptar para obtener más combustible, lograr mejor conexión y alcanzar mayor nivel de eficacia?
¿Cómo puedo responder de manera diferente a mi situación actual?
¿De qué estoy agradecido? ¿Cómo puedo aportar más de todo aquello que me haga sentir agradecido en mi vida?
O, en una pregunta: “¿Cómo estoy creciendo?”.
A veces, quizá la respuesta sea “en nada” o “no de la manera que me gustaría”. Es entonces cuando sabemos que necesitamos encontrar el coraje y la humildad necesarios para seguir buscando formas de seguir creciendo sin necesidad de autojuicios.
Después de esa noche de insomnio en Ameland, reflexionando sobre algunas de estas preguntas con honestidad y cierta gentileza hacia mí recién descubierta, descubrí que debajo de todas mis penas había un profundo anhelo de ser yo mismo, el verdadero Hylke; necesitaba comprobar que yo no era ni esos pensamientos, ni esas acciones que habían estado impulsado mi condicionamiento pasado a ser alguien especial y que, en cambio, sí era capaz de elegir otro camino que me brindara más crecimiento y autenticidad —uno en el que aquel pequeño niño que ama la naturaleza, la música y la verdad de la vida quisiera tomar el asiento del conductor.
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Tómate un momento para analizar algunas de las preguntas anteriores y trata de relacionarlas con algún desafío que te encuentres enfrentando. Mírate con ojos amables, con ojos de amor. ¿Sí notas que surge cierto espacio cuando te das un momento para reflexionar más compasivamente sobre cómo estás creciendo y dónde aún estás algo atascado? ¿Ves que sí hay en ti una fuerza interior disponible cuando dejas de juzgarte?
Cada vez que, mediante una investigación amable comenzamos a descubrir las nuevas oportunidades de crecimiento que tenemos a nuestra disposición, hallamos más motivación para seguir abordando cada desafío con los ojos del amor. Cuando vemos que la afabilidad funciona, nos sentimos aún más motivados a usarla.
CREANDO UNA CULTURA DE CRECIMIENTO JUNTOS
Es posible adoptar las prácticas del coraje, la humildad, la fascinación y la afabilidad de forma individual, pero también funcionan en colectivo, haciendo parte de diversos equipos, de empresas enteras e incluso al interior de la familia. Cuando los líderes de una organización se enfocan en generar una atmósfera de fascinación con el proceso de crecimiento, el trabajo comienza a ser emocionante sin importar lo que esté sucediendo. Como niños, comenzamos a amar la posibilidad de aprender más sobre nosotros mismos y sobre lo que somos capaces. Con este entusiasmo viene la confianza. Luego, nuestras oficinas y nuestros hogares se convierten en lugares para descubrir y compartir verdades mutuas. Como resultado, nuestras familias, nuestros equipos y nuestras organizaciones se vuelven “sadhu”. A propósito, sadhu significa “eficiente”. En una cultura sadhu, ni el más mínimo momento está al servicio de objetivos que tengan que ver con el ego y que no contribuyan a un aprendizaje real. Todo enfoque debe estar puesto en aras de que nuestro crecimiento sea cada vez mayor y preste algún servicio. Los comentarios de los clientes y compañeros de trabajo deben convertirse en una oportunidad para incrementar y aplicar cada vez más nuestra creatividad; la reducción de nuestras fuerzas no puede ser otra cosa que una oportunidad para hallar más firmeza y para pensar más afablemente acerca de sí mismos; de igual manera, el inicio de un nuevo proyecto debe ser tomado como una invitación a ser aún más claros con respecto a aquello en lo que realmente queremos contribuir en el trabajo.
Imagínate si lográramos llegar a un punto en que esa fuera la atmósfera predominante en el campo del liderazgo a nivel mundial. ¿Qué pasaría con nuestros llamados problemas? Creceríamos a través de ellos y los resolveríamos desde nuestra conciencia colectiva en constante expansión. Las recompensas serían incomparables: un mundo más saludable y, lo que es más importante, habría infinidad de vidas llenas de satisfacción.
HAZ LO TUYO
Entonces, ¿cómo sigues alimentando tu deseo de crecimiento? Al final, depende de ti. Lo más probable es que el hecho de tener una conciencia más profunda de la etapa de aprendizaje que atraviesas te ayudará a mantener el rumbo de crecimiento cuando las cosas se pongan difíciles. Tal vez, actuando con mayor humildad y desarrollando la capacidad de cuestionar más tus creencias encontrarás nuevas vías hacia tu crecimiento. También podría ocurrir que tu firme coraje te ayude a examinar mejor todo aquello que se te presente con el fin de aprender y crecer día tras día. Sin embargo, no importa lo que elijas, sé amable contigo mismo. Eso es algo a lo que siempre podemos recurrir, pase lo que pase.
En síntesis, solo tú eres el encargado de diseñar tu propio camino hacia el aprendizaje. Tómate un momento y piensa en cómo planificar tu viaje hacia el conocimiento de tal manera que te resulte atractivo. Hazlo atractivo para ti. De pronto, necesitas agregarle un poco más de coraje, de gentileza; quizás, es cuestión de buscar más momentos de quietud o para la meditación; tal vez, tengas la intención de tener al menos un instante de crecimiento todos los días. ¿O qué hay del juego? Esa también es una herramienta muy poderosa para aprender. Lo cierto es que, hagas lo que hagas, hazlo tuyo. Luego, da el primer paso por pequeño que este sea. Observa cómo te sientes. Celebra cualquier progreso así sea mínimo. Es como regar pequeños retoños que sean lo suficientemente audaces como para germinar. El hecho de pasar de ser ciego en alguna área de nuestra vida a comenzar a verla de manera consciente es un cambio sísmico. Deja que suceda. Primero, solo había una pequeña semilla, pero ahora, está surgiendo y se está convirtiendo en esta hermosa cosa verde. ¡Ese es un gran milagro!
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