Naturalmente, en una negociación, el equilibrio de poderes en la mesa puede variar permitiendo que una parte tenga mayor capacidad de presión sobre la otra. Pero esto no significa que alguna pueda imponer su voluntad y visión sobre el otro, ya que, en este caso, se dejaría de hablar de negociación, y se hablaría más bien de rendición.
Desde una perspectiva teórica y práctica, el impacto del “hecho de la negociación” es difícil de exagerar. Repercute profundamente en el campo de lo moral, en la medida en que los intereses opuestos y las cosmovisiones –algunas de ellas quizás fuertemente antiliberales– deben reconciliarse. A nivel práctico, se afecta la agilidad en la toma de decisiones; no solo porque las partes deben pasar por un proceso de identificación de consensos sobre cuestiones controvertidas, sino también porque las discusiones y puntos de encuentro deben aglutinarse próvidamente en un texto conjuntamente acordado. El hecho de la negociación también afecta a nivel jurídico, en la medida en que la capacidad del Estado para cumplir con sus obligaciones jurídicas nacionales e internacionales, –por ejemplo, en el ámbito de los derechos humanos y el derecho humanitario y penal– se debe entender en el marco de las decisiones que allí se adopten.
Estas limitaciones morales, prácticas y legales son especialmente pronunciadas en un escenario de un conflicto armado interno. Las negociaciones en esos contextos tienden a requerir un altísimo nivel de formalidad, rigor y densidad. Por diseño, requieren una «ficción de igualdad» entre las partes que favorezca intrínsecamente a la más débil, ya que la imagen y la realidad de la negociación deben ser de igualdad procesal. De hecho, las partes llegan a un acuerdo mediante un ejercicio de consentimiento mutuo en el que nadie es un claro perdedor o ganador.
Incluso, en un escenario en el que un gobierno civil o militar está negociando un acuerdo político con los partidos de la oposición para restaurar la democracia o acordar el reparto del poder, el hecho de la negociación tiene una influencia determinante en lo que puede o no ser viable en la agenda de discusión. Si bien es probable que esas negociaciones tiendan a ser menos estructuradas, más secretas, y más centradas en el poder político que las que se dan entre las partes en una guerra civil, es el mero hecho de la negociación lo que, una vez más, obliga a las concesiones mutuas. Esta es la razón principal por la que, por ejemplo, una amnistía amplia (o ausencia prolongada de justicia a nivel nacional) es probable.
Aparte de las lecciones para negociar conflictos armados, uno de los propósitos del libro es además brindar herramientas para que la ciudadanía aborde sus conflictos cotidianos: entre vecinos, compañeros de trabajo y, en general, los diferentes espacios de la vida en democracia. Uno de los mensajes centrales que transmiten los autores del libro es que las capacidades para abordar conflictos son un elemento clave para el fortalecimiento de la democracia; las teorías presentadas y las experiencias prácticas brindan herramientas para mejorar tales capacidades.
Estos temas, dilemas y realidades son algunos, entre muchos otros, que el lector encontrará en este excelente libro, a la vez provocador y riguroso. Lo recomiendo a cualquier persona en búsqueda de una exploración intelectual y práctica del arte de la negociación. Más allá del placer de leer el libro, la aplicación a medida de sus ideas y lecciones puede ayudar a la resolución de actuales situaciones de conflicto armado, y así salvar vidas y mejorar nuestro mundo.
Mark Freeman
Toronto, agosto de 2020
PARTE I:
INTRODUCCIÓN. CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y DEMOCRACIA
POR: JULIÁN ARÉVALO *
El término “negociación” evoca la imagen de un comprador y un vendedor que regatean el precio de una mercancía buscando acordar el mejor precio posible para cada cual. Si bien esta imagen no es incorrecta, no deja de ser una gran simplificación del enorme potencial del estudio y la práctica de la negociación. Como se argumenta en las próximas páginas, los conflictos son omnipresentes en sociedades pluralistas, por lo cual es necesaria la negociación, entendida como la interacción de las partes, con el objetivo de abordarlos de manera adecuada.
Esto resulta especialmente importante en el contexto actual de deterioro de la democracia en el mundo; y, en el caso de Colombia, en el proceso de transición luego de la firma del acuerdo de paz en 2016.
El argumento central de este libro es que una sociedad con individuos que tienen mejores capacidades de tratar sus conflictos es un activo importante para la defensa de la democracia, al menos por dos razones. Primera, porque evita el escalamiento de tales conflictos y con ello posibles brotes de violencia que amenacen con desestabilizar la sociedad y, segunda, porque se hace menos vulnerable a la llegada de líderes populistas que ofrezcan apagar la fuente de conflictos.
A partir de la discusión sobre desarrollos teóricos y el estudio de casos prácticos de negociación, este libro, resultado del trabajo del Centro de Análisis y Diseño Estratégico de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, busca ofrecer herramientas a la ciudadanía que contribuyan a mejorar sus capacidades para el tratamiento de conflictos.
Este capítulo introductorio contiene la argumentación acerca de porqué la capacidad ciudadana en materia de diálogo y negociación de conflictos es un elemento esencial para fortalecer la democracia; allí se discute la importancia de ciudadanos con capacidad para tratar sus diferencias de manera pacífica, así como de la relación entre democracia y conflicto armado. Posteriormente, se presenta la apuesta del libro en relación con las experiencias de negociaciones pasadas sobre la manera en que se abordan nuevas negociaciones. En la última sección se presentan los capítulos que componen el resto del libro.
NEGOCIACIÓN Y DEMOCRACIA
Una razón fundamental por la que resulta importante poner temas de negociación en la agenda investigativa y académica del país, es la crisis actual de la democracia en el mundo actual, incluidos el país y la región. En los últimos años, se ha visto un ascenso de gobiernos populistas de derecha e izquierda, y a diferencia de lo que hace tres décadas pensaban los estudiosos de la democracia, hoy esta forma de Gobierno está lejos de ser “el único juego de la ciudad”. 1
Las alarmas se empezaron a encender desde 2006, en vista de la “recesión de la democracia”, el ascenso progresivo del autoritarismo en Botsuana, Hungría, Nicaragua, Rusia, Tailandia, Turquía y Venezuela, y se extendieron con los fallidos intentos de democratización durante la Primavera Árabe, salvo quizá en Túnez. 2Esta situación se ha agravado por la inclinación hacia modelos iliberales en Hungría y Polonia y el ascenso de partidos de extrema derecha en algunos países de Europa occidental, como Alternative für Deutschland en Alemania, Rassemblement National en Francia, o Freiheitliche Partei Österreichs en Austria. A esto se suma la elección a la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil y de Rodrigo Duterte en Filipinas y, más recientemente, varias señales de deterioro de la democracia en Benín, Bolivia, Guatemala, India y Senegal.
Según se ha visto en los últimos años, con la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos, y el impulso a su agenda racista, xenofóbica y autoritaria, el país que hasta hace poco pregonaba los valores de la democracia liberal se aleja cada vez más de ellos. Por ello, aunque hace algunos años se consideraba que la principal amenaza al modelo de democracia liberal provenía de China, siendo el principal referente el Singapur de Lee Kuan Yew, hoy muchos consideran que la principal amenaza a dicho modelo proviene de Estados Unidos.
Читать дальше