Hoy día resulta que a causa de los formateos y sistemas de creencias, nos auto-esclavizamos explotándonos nosotros mismos, renunciando a buscar nuestra propia vida en pro de un bienestar asegurado. Le entregamos toda nuestra capacidad de lucha a una empresa, enterrando nuestros más íntimos anhelos a cambio de una remuneración que nos prodigue una existencia confortable y segura. Los sistemas de educación actuales orientan la juventud a preparase para vender sus servicios al mejor postor; lo más importante es un buen puesto en una empresa de renombre con la remuneración más alta posible. Entre más lujosa sea la casa donde se habita, más costosos sean los autos de uso personal, más personas a su servicio etc, más importante es la persona en su comunidad y por tanto con un ego muy ponderado. La verdadera educación consiste en ayudar a que las personas den lo mejor de sí mismas y puedan compartir sus verdaderos dones y talentos, pero resulta que los sistemas actuales entierran estas aptitudes naturales y orientan la juventud hacía lo más conveniente para el imperialismo reinante y que en la actualidad es el económico. Hemos cambiado las cadenas de hierro por cadenas de oro, pero todo sigue igual.
CAPITULO 6
Acerca de las enfermedades
y la primera llamada
Acerca de las enfermedades
Las enfermedades podemos clasificarlas en terminales y no terminales. Como su nombre lo indica las terminales llegan a nuestras vidas para desencarnar y las no terminales por diferentes causas así: por descuidos, por ejemplo, un resfriado por salir en medio de una tormenta sin la protección adecuada. Enfermedades virales. Enfermedades genéticas, heredadas de nuestros ancestros. Enfermedades kármicas, para sanar karmas de vidas anteriores. Enfermedades generadas por nuestra esencia para el despertar de consciencia y las enfermedades generadas por nuestra apariencia.
A excepción de las enfermedades por descuidos y las virales, todas las demás requieren de un detonante para su manifestación, ese detonante sale de nuestro cuerpo emocional, detonante que a su vez puede venir de nuestra mente o de nuestra consciencia.
Las enfermedades son inevitables, constituyen el opuesto a la salud y aunque son diferentes hacen parte de la misma realidad. No se deben considerar como males, sino como experiencias y oportunidades, que llegan a nuestras vidas para impulsarnos en nuestro crecimiento de consciencia o ayudarnos a encontrar nuestro camino espiritual o a motivarnos para iniciar la búsqueda del mismo.
Mis enfermedades
Con relación a este tema debo manifestar que procuro tratarlo únicamente con los médicos que atienden mi caso, por tanto, me limitare a relatar solo aquellos episodios absolutamente necesarios para documentar o enriquecer este relato. Hace algunos años viniendo como copiloto, un fuerte ventarrón que entro al carro por la ventanilla derecha me lastimo la cara y sentí un dolor pasajero pero muy fuerte en mi ojo derecho, por la noche viendo televisión sentí que la intensidad de la imagen y la luz de las bombillas exteriores disminuyeron. Al día siguiente cuando estaba haciéndome el aseo personal, involuntariamente cerré mi ojo izquierdo y quede en completa oscuridad, repetí este proceso varias veces hasta quedar plenamente convencido que por mi ojo derecho no veía nada, sin embargo, no le dije nada a mi esposa ni a nuestros hijos, tenía la esperanza de que éste fuera un incidente pasajero. Al atardecer y sin recuperar mi visión, le pedí a María Cristina que me acompañara a la clínica y le comente mi caso. El oftalmólogo de turno me atendió y después de valorar mi situación, me remitió al especialista. Al día siguiente el especialista me inyecto un medicamento en el nervio óptico y me ordenó una serie de exámenes, resumiendo después de varios meses, de muchos exámenes y dolorosos tratamientos, el especialista me dijo que había sido afectado por un virus y que jamás recobraría mi visión por ese ojo. Después de dos o tres años una mañana cualquiera vi un milimétrico rayo de luz por mi ojo ciego, poco a poco, aquel rayo se fue ampliando, hasta cuando comencé a ver manchas negras, después desaparecieron las manchas y comencé a ver preciosos tejidos simétricamente elaborados, cuando estos desaparecieron comencé a ver lo real pero imperfecto, veía las personas pero a estas les faltaban partes de su cuerpo o aparecían rotas o con perforaciones etc, paulatinamente recupere mi visión y hoy puedo decir que por mi ojo derecho veo aproximadamente un 85% de lo que veo con mi ojo izquierdo.
En esta parte de mi relato a algunos de los médicos que me han tratado los nombraré con nombre propio como un reconocimiento a su dedicación y esmero por ayudarme a aliviar mis males y dolencias, de quienes estaré eternamente agradecido.
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