El Fenómeno Estético, contiene huellas en el discurso de los sujetos. Y allí el shifter , ese sitio de designación de una posición del sujeto productor, singular y provisorio; traccionando y trastocando lo dado (Jerusalinsky, 2017). Ese más allá de la belleza donde lo singular se soporta y agujerea lo codificado de modo tal que inventa sus propias reglas contingentes. Y para escuchar lo inédito, necesitaremos “que se acallen los sonidos devenidos de las disciplinas del mundo”, dirá Espada.
Pienso que en aquellos sitios de intervención en los cuales las infancias muy tempranas están comprometidas en sus procesos de despliegue discursivo, lúdico, simbólico; si no es pertinente pensar en acompañar desde la potencia del intercambio en una superficie dialógica a través y a partir de la materia sonora. Acompañar el complejo proceso de amarrarse y fundar códigos compartidos que impacten en el cuerpo de modo singular y expandan formas desde donde producir discurso, habitar formas singulares de enunciación que derramen en formas de lazo en la trama social, colectiva, familiar, institucional.
Esas aberturas habilitará el traslado, el despliegue de esta condición de buscante incluirá la variación como instancia posible, trascendiendo lo atemporal que aparece en la superficie como más inmóvil y para filtrarse, deslizándose en la sucesión de los acontecimientos. Subversivo con él mismo y con los lugares preestablecidos que pueden obturan la expresión de lo subjetivo, explorando grietas, aperturas posibles. Espada plantea
(…) apertura de una región de lo-por-conocer. El procedimiento de tal apertura es la inauguración de lo estético como discursivo y cognoscible. Esta región está signada por la paradójica condición de imposibilidad de conocimiento de las leyes que gobiernan la constitución del discurso estético en general, toda vez que es imposible categoría tipológica superior al Fenómeno Estético mismo. (Espada, 2016)
Inauguración y reinauguración de un lugar desde donde producir discurso que lo habilite a trasladarse a través de él, y en ese traslado se invente sobre una superficie que sostiene la aventura como transcurso posible. Al aventurar se pone en peligro, se corre el riesgo de alejarse de lo preestablecido, direccionándose hacia lo incierto. Y allí donde el transcurso está obturado, el posicionamiento del musicoterapeuta desde un lugar de improvisación en la escucha y en la producción colectiva podrá alojar algún escenario posible para el aventurarse. Reconocer la potencia de todo acto de improvisación libre como tecnología, estrategia y epistemología, como herramienta técnica imprescindible para constituirse en condición de posibilidad: pausar el tiempo hasta permitir que acontezca la irrupción de lo singular. Y allí quizá se dará existencia a realidades inexpresables con palabras, trazando diferencias, bosquejando cartografías potentes y provisorias.
Tercer Desvío
La pregunta por la música y el arte en Musicoterapia
Adisciplina Estética
Fundador y portavoz de búsquedas de desterritorialización, Espada propone la Adisciplina Estética como instancia que devuelve al hecho clínico en musicoterapia su pertenencia a la dinámica del arte, al denunciar formas posibles de territorialización de la música como herramienta instructiva a favor de formas de control y homogeneización social. Retoma la huella que dejara a principios de los ’90, advirtiendo el riesgo de domesticar a través del hacer musical. Y allí la estrategia del marketing como brazo operador de las formas de control del consumo, advirtiendo también sobre la colonización de las formas de producción. Por eso la importancia de situar esa pregunta en la clínica.
El Pensamiento Estético propone algún sitio de observación para no modelizarse y constituirse con pretensión de universalidad como único imperativo: sólo hay clínica en musicoterapia si hay Improvisación Libre, que puede constituirse tanto en un sitio emancipatorio como en una posibilidad de sujeción. Y aquí es donde nos acompaña la perspectiva de la Adisciplina Estética como espacio de observancia y de posible develamiento de ese punto ciego. Cuando nuestros hábitos perceptivos puedan desoír un Fenómeno Estético cuyas reglas de configuración nos resulten extranjeras, corremos el riesgo de aplacar algunas formas mínimas, imprescindibles de irrupción de lo singular. Dice Espada: “Se trata de la descalificación perceptiva de aquello que no puedo explicar con proposiciones verbales, de manera tal que quede clara la línea causal del fenómeno cuyo acontecer describo”. (Espada, 2016)
Dice Derrida:
Éste le impone la traducción en su propia lengua y esta es la primera violencia. La pregunta de la hospitalidad comienza ahí: ¿debemos exigir al extranjero comprendernos, hablar nuestra lengua. En todos los sentidos de este término, en todas sus extensiones posibles, antes y a fin de poder acogerlo entre nosotros? Si ya hablase nuestra lengua con todo lo que esto implica, si ya compartiésemos todo lo que se comparte con una lengua, ¿sería el extranjero todavía un extranjero y podríamos hablar respecto a él de asilo o de hospitalidad? (Derrida, 2014).
Hablar a principio de los ‘90 de responsabilidad estética, situando la posibilidad de la música de disciplinar formas discursivas, delinea un sitio en el que habríamos de demorarnos a reflexionar como musicoterapeutas por estar atravesados por contextos que nos predeterminan formas de percepción y formalización de los discursos estéticos. La pregunta por el sitio estético desde donde observar la producción desde esta idea tan precisa de la Adisciplina Estética, contornea un sitio de problematización, de reflexión de cuánto expandimos la posibilidad del sujeto productor de discurso de desplegar el ejercicio práctico de su libertad.
Podemos hablar de singularidades sólo cuando algo que se presenta hace desfallecer las capacidades clasificatorias de la lengua de la situación… Las singularidades no son unas objetividades dispuestas para el conocimiento de un sujeto puesto enfrente -en trascendencia- sino intervenciones subjetivas que producen una novedad en la inmanencia de la situación. De ahí que una de las condiciones de posibilidad para que existan singularidades es la posibilidad de intervención. (Lewkowicz, 2015)
¿Cómo generamos la expansión de formas discursivas emancipatorias? ¿Cuáles son los bordes que delimitan esos territorios? ¿Cuáles son nuestros condicionamientos que nos empañan los tímpanos y la mirada? Espada nos propone formas de intentar despabilar sitios de adormecimiento de nuestras propias costumbres perceptivas, formas de naturalización de perspectivas diagnósticas que terminan siendo deficitarias a través de los cuales podemos inhabilitar la producción discursiva. Entonces la urgencia de ubicar otros sitios de reflexión y deliberación, cuando gestamos objetos, discursos, prácticas en musicoterapia.
Referencias bibliográficas
ARIEL, A. (1994) “Una poética del estilo” en El estilo y el acto . Editorial Manantial. Buenos Aires.
DÍAZ, E. (2010) Entre la tecnociencia y el deseo . Editorial Biblos. Buenos Aires.
DERRIDA, J. (2014) La hospitalidad. Ediciones de la Flor. Buenos Aires.
FERNÁNDEZ, A.M. (2010) “Lógicas colectivas y producción de subjetividad”, En Damnotti/Barbin La potencia de lo colectivo en la construcción de subjetividades . Tesis de Licenciatura. Universidad Abierta Interamericana. Buenos Aires.
GALLEGO, J.M. (2020) “Foucault. Ciencia y Sujeto ” . Desgrabación Clase del 10/07/2020. PESS. Filosofía y Letras. UBA. Buenos Aires.
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