Asimismo, fue un tiempo en el que se evidenciaron importantes diferencias políticas entre los diversos sectores que componían la coalición oficialista, tensionando internamente al Gobierno. En el ámbito de la política agraria, los desacuerdos se hicieron notar en aspectos como el régimen de propiedad de la tierra y los modos de organización y movilización del campesinado (Chonchol, 2017: 197 y 201).
Está bien. Proceso inconcluso. Quizás ya en plena ejecución con graves distorsiones respecto a sus objetivos, especialmente en términos de la modernización del agro y del aumento de sus capacidades productivas a manos de sus propios trabajadores. Según datos registrados por el propio Chonchol, en 1972 la tasa de crecimiento de la producción caía a un 2%, muy alejada del 6% obtenida en el año anterior. Difícil, nuevamente, intentar pensar qué hubiese pasado con la agricultura chilena si no hubiese pasado lo que pasó en 1973. En todo caso, sí podemos observar que se trató no solo de la muerte de un sueño anhelado, aun cuando quizás nunca pensado o racionalizado para el momento en que se debía asumir la conducción de la propia vida tan apreciada por la canción popular hecha para los campesinos por no campesinos; sino además del propio proceso chileno para entrar también en la muerte del campesinado: el que conocíamos hace 50, 40 años atrás; el que todavía es posible ver, en términos muy reducidos a través de programas de cultura y entretención de TV, que recorren Chile para llegar a sus parajes más escondidos y a sus gentes más tradicionales.
¿Qué es Chile hoy en día? Es un país urbano. En el año 2017 se estimaba que el 40,7% de la población del país vivía en la Región Metropolitana. La Región Metropolitana es la que concentra el mayor número de habitantes, con 7.314.176 personas. Le siguen la Región del Biobío (11,7%), Valparaíso, (10,1%) y el Maule (5%): “Se trata de una estimación de la población total. La cifra del Censo no necesariamente debería ser igual a esa, porque las estimaciones (como las Estadísticas Vitales) ven las tendencias observadas en el pasado, pero pueden pasar otros fenómenos que influyan y no se sabe qué pasará”(Sepúlveda, 2017)2. El documento del INE que se indicaba asumía que el 87,4% de la población vivía (y vive) en ciudades. Chile tiene una de las cifras más altas de población urbana de América Latina y en términos comparativos está a la par de América del Norte y Europa. El modelo tradicional de gente moviéndose a Santiago ha bajado y crecen ciudades intermedias como La Serena, Coquimbo, Temuco, Puerto Montt y Puerto Varas.
La agricultura en la economía chilena post 1973
Son muchas las publicaciones que suman y suman en sus análisis sobre la economía chilena de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del presente. Salvo excepciones, no se trata de una visión exitosa u optimista de la misma, sino más bien, el extender una serie de cargos a lo no hecho o a los errores cometidos. Con todo, la mayor parte de las miles de páginas escritas se refieren a cuestiones macroeconómicas, a empresas y empresarios, al rol de los sucesivos Gobiernos, a sus políticas tributarias y de libre comercio, etc. Encontramos muy poco sobre la agricultura, o más bien, habría que entenderla especialmente por su incidencia en las relaciones importaciones-exportaciones, en el ya viejo tema de las ventajas comparativas, en las limitaciones u oportunidades respecto a los vaivenes del valor del dólar, etc., es decir, como una parte intrínseca y no aislada de la economía nacional. No señalo que no haya nada que encontrar respecto a análisis sobre el agro. De hecho este libro de Fabián Almonacid es una buena prueba en contrario, no solo por lo que expone, sino además por el actualizado estado de la cuestión relativa al tema. Me refiero, más bien, a la situación general.
Considero, por ejemplo, solo por motivos de espacio y por la credibilidad que tiene su autor, el buen análisis y diagnóstico ofrecido por Ricardo Ffrench-Davis al portal oficial de la Universidad de Chile en abril del 2019, en el cual, centrándose en su crítica a los proyectos de reformas tributarias del Gobierno, se centraba, además, en su libro Reformas económicas en Chile 1973-2017 (2018), que le han permitido afirmar que «el «mito» del milagro chileno en dictadura no es nada más que una «fake news»». Para el economista, es necesario modernizar desde abajo para evitar mayor antagonismo social, más conflicto y un no crecimiento. La visión de que todo lo deben hacer los privados y que las empresas públicas son malas es falsa; creer que todo lo pueden hacer las empresas públicas, tampoco resulta. En dictadura, Chile creció 2,9 por ciento por año, con salarios mínimos achicándose. Se trató de una economía que tuvo dos grandes crisis producidas por las reformas extremistas que hicieron: 1975 y 1982. ¿Fue mala suerte? No, «fue el endeudamiento externo y que se comieron la plata con reformas de libre mercado donde los incentivos estaban en especular y consumir, y eran malos para la inversión productiva». Con los primeros Gobiernos en democracia se creció al 7 por ciento durante nueve años aumentando los salarios y el empleo, pero ahí empezaron a haber renegaciones. Se dijo: “ya hicimos la tarea, ahora volvamos a lo que está haciendo el mundo”, y el mundo marchaba hacia el neoliberalismo.
Agrega Ffrench-Davis: “Luego, nos quedamos 5 a 6 años en recesión y ese fue un tremendo retroceso hacia las visiones neoliberales sobre el funcionamiento de los mercados”. En el primer Gobierno de Michelle Bachelet hubo un proyecto de generación de clusters (antes llamados complejos productivos). Era la CORFO de los años 1940: ENDESA, CAP, con generación de empresas a su alrededor generando valor agregado. Para Ffrench-Davis:
En ese primer Gobierno hubo un trabajo interesante de la CORFO, que se hizo junto a otras instituciones del Estado, en un proceso de regionalización con sustento productivo porque las regiones no pueden vivir de la generosidad del Estado. El sustento nacional es el desarrollo productivo, no hay combate a la desigualdad sin éste y no es sostenible si no es incluyente con las pymes. Los clusters tienen la ventaja de ser un esfuerzo de desarrollo productivo, pero hubo resistencias a estas propuestas. Gente en la centroizquierda que renegó y dijo que había que hacer esto con libre mercado, y al llegar el siguiente Gobierno lo tomaron al principio pero quedó trunco… Chile ha estado con una situación recesiva la mayor parte de los años entre el 99 y el 2019, produciendo menos de lo que somos capaces, lo que significa menos empleo y menos ingresos y utilidades sobre todo para las pyme que sufren mucho más (Ramírez, 2019).
Dos ideas principales: la modernización debe producirse desde abajo. Aún cuando sea igualmente un ejemplo muy extremo, ha pasado con la educación: se comienza a invertir en los estudiantes de enseñanza universitaria y los pequeños y más jóvenes quedan soslayados: desastre completo. Con la agricultura, ¿hubo realmente modernización desde abajo? Sigue presente una real discusión respecto a la Reforma Agraria de 1967. De la nueva Reforma, tal como lo asevera y define Almonacid para referirse a la política del agro de la Dictadura, no hay duda alguna: la modernización desde arriba, excluyente de los campesinos (en extinción) y de los nuevos “trabajadores”, ¿asalariados? La segunda idea: Regionalización con sustento productivo. La globalización, con sus capacidades tecnológicas y la fuerza de sus capitales ha superado las viejas definiciones acerca de las potencialidades propias de una región: sus recursos naturales, su especialización productiva, las fuertes relaciones entre su población y su medio ambiente.
El libro de Fabián Almonacid es oportuno y necesario. Desde una perspectiva de historia regional, está inserto dentro de los amplios ámbitos de la historia nacional y de la historia global como procesos que comenzaron a cambiar, en muchos aspectos dramáticamente, a partir de los años 1960. Fue una ruptura entre el mundo que conocíamos y el que recién comenzamos a conocer. Una vez más, recuerdo un libro importante para mí como lo fue el de Peter Laslett, El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo [1965] (Madrid: Alianza, 1987). De no todo lo que va acaeciendo tenemos conciencia real; a menudo, el mundo se nos cambia sin darnos cuenta de ello. Cuando lo hacemos, estamos en un mundo diferente al que conocíamos, pero también al que esperábamos. Entre las décadas de 1960 y 1970 y estas dos primeras del siglo XXI, las diferencias son radicales y, en muchos sentidos hemos perdido la memoria. Uno de los méritos de Almonacid es el ponernos en tres dimensiones que nos permiten recuperar nuestro sentido de lo que pasó y, al mismo tiempo, ojalá, poder vislumbrar una transformación que sí la entendamos y en la cual pudiésemos participar.
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