¿Cómo se puede alcanzar a todos? Con tanta gente que no ha sido alcanzada todavía, ¿cómo podemos esperar que Jesús venga pronto? Los medios de comunicación masiva y los satélites pueden ayudar a hacerlo, pero no es posible que lleven el evangelio con rapidez en los 5.390 idiomas y dialectos que se hablan en la Tierra. En miles de esos idiomas y dialectos no hay cristianos que puedan usarlos para comunicar el evangelio a través de esos medios. Además, la mayoría de la gente preferiría “ver un sermón a oírlo”.
Entre los que pretenden ser seguidores de Cristo, debería haber un renovado compromiso con la evangelización mundial. Si los habitantes de ciertos países ricos, por ejemplo, realmente quisieran que Cristo viniera pronto, ¿seguirían gastando seis veces más en sus animalitos preferidos que en la obra de evangelización mundial?21 ¿Seguirían dedicando sus veladas a mirar partidos de fútbol o a tomar cerveza?
Los cristianos que viven en los países desarrollados pueden dar generosamente de sus medios. Podrían ofrecerse como voluntarios para trabajar en el extranjero como emisarios cristianos por varias semanas o meses, recordando que en esos países son más bienvenidos los profesionales y los artesanos, los maestros y los profesores, por ejemplo, que los clérigos o los ministros. Las familias cristianas –la suya, por ejemplo– pueden elegir una zona o un grupo especial, informarse por medio de la enciclopedia o la biblioteca pública de todo lo referente a esa zona o grupo, y orar juntos por su evangelización.
Mientras tanto, los cristianos que viven en los países del tercer mundo están alcanzando con éxito a sus vecinos no cristianos. Para mí, Billiat Sapa simboliza la maravillosa dedicación de esos cristianos. Sapa era un hombre africano de raza negra con preparación superior. Él y su esposa estuvieron de acuerdo en iniciar la obra en favor de Cristo en un valle arrocero de Malawi, un pequeño país de África oriental. Cuando sus vecinos no cristianos no les permitieron vivir en ninguna de sus aldeas, él y su familia vivieron sobre una plataforma instalada en un árbol. La estación de las lluvias inundó los arrozales. Uno de los hijos de los Sapa enfermó de malaria y falleció. Pero los padres no se arredraron. El otro chico también murió, pero ellos no abandonaron la empresa. La esposa del Sr. Sapa también falleció, pero él no quiso irse. Por fin, los aldeanos se convencieron de que el Sr. Sapa verdaderamente los amaba, y que el Dios que él amaba también los amaba a ellos.”
Con más cristianos como Billiat Sapa y con un Señor como Jesús, la predicación del evangelio en todo el mundo pronto se cumpliría. “No por el valor ni por la fuerza, sino solo por mi Espíritu –dice Yahvéh Sebaot” (Zac. 4:6). El Espíritu Santo, derramado en Pentecostés sobre 120 cristianos arrepentidos y obedientes, y que además oraban, los ayudó a ganar tres mil conversos en un solo día. (Véase Hechos 2:1 al 41.) ¿Qué ocurrirá, entonces, en nuestros días, cuando miles de cristianos fieles, obedientes y arrepentidos abran plenamente sus corazones en todo el mundo para recibir el Espíritu Santo? (Véase Joel 3:1 y 2.)
Es posible que Jesús no regrese esta noche, pero podemos creer confiadamente en que viene pronto22.
1Josefo, La guerra de los judíos , III.IV.1. Traducción de Luis Farré (Buenos Aires: Acervo Cultural/Editores, 1961), tomo IV de las Obras completas de Josefo.
2 Ibíd ., II.XIII.4,5.
3 Ibíd ., II.XVII.10.
4 Ibíd ., II.XIX.6. Compare con (Guerra) ibíd. , II.XIX.4.
5 Ibíd ., VI.IX.3. Josefo afirma que la población de la ciudad en ese momento era de 1.200.000 habitantes. Los eruditos modernos dividen esa cifra por tres, cuatro y hasta diez. Véase, por ejemplo, Joachim Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1977), pp. 90-102.
6Josefo, Guerras , VI.III.4.
7 Ibíd. , VI1.I.1. Se dejaron tres torres levantadas para demostrar la antigua fortaleza de las defensas de la ciudad, y una porción del muro occidental para proteger a la guarnición romana encargada de guardar las ruinas. El resto de la ciudad y del Templo fueron arrasados.
8 Ibíd. , VI.VIII.2.
9 Ibíd. , XX. 1.
10 Ibíd. , VII.1.3.
11Tertuliano, Apology [Apología], p. 16; ANF, t. 3, p. 31.
12 Guerras , VI.VI.1.
13LeRoy Edwin Froom, The Prophetic Faith of our Fathers , 4 tomos (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Assn., 1946-1954), t. 2, pp. 31-39.
14 Ibíd. , p. 58.
15 Ibíd. , pp. 87, 88, 91.
16 Ibíd. , pp. 116-121.
17 Ibíd. , pp. 277, 278.
18Para un estudio de panta ta ethne en Mateo, véase John P. Meier, “Nations or Gentiles in Matthew 28:19”, The Catholic Biblical Quarterly 39 (1977), pp. 94-102, en respuesta a un artículo publicado en la misma revista por D. Haré y D. Harrington, 37 (1975), pp. 359-396. Meier prefiere “naciones” o “pueblos” a cualquier traducción que parezca excluir a los judíos.
19 Unreached Peoples Directory (Monrovia, California: Centro Avanzado de Investigaciones y Comunicaciones Misioneras, 1974). C. Peter Wagner y Edward R. Dayton, editores, Unreached Peoples , p. 79 (Elgin, Illinois: David C. Cook Publishing Co., 1978).
20George Samuel, “Unreached Peoples: An Indian Perspective”, en Wagner y Dayton, Unreached Peoples , p. 82.
21Ralph D. Winter, “Penetrating the New Frontiers”, en Wagner y Dayton, Unreached Peoples , p. 73.
22S. G. Maxwell, I Loved Africa (Publicado por el autor, 1975), pp. 150-156.
- Parte II -
¿Quién era Juan?
Un resumen de su vida y su época
El Apocalipsis fue escrito por “su siervo [de Dios] Juan” (Apoc. 1:1).
Juan no era un nombre común en los tiempos del Nuevo Testamento. Hay evidencia convincente en el sentido de que el Juan que escribió el Apocalipsis era el bien conocido discípulo de Jesús. (Véase Respuestas a sus preguntas, páginas 65 a 67.) Vimos a Juan hace poco en el Monte de los Olivos, mientras escuchaba atentamente el Sermón Profético a la luz de la luna. (Véase la página 15.) Nueve características referentes a su vida y a su época merecen nuestra atención, antes de que analicemos su libro.
1 He ahí el Cordero de Dios. Juan vio por primera vez a Jesús de pie en medio de la multitud mientras observaba a Juan Bautista que bautizaba en el río Jordán. Juan vio que Juan Bautista repentinamente suspendía su discurso, agitaba la mano con excitación en dirección de un hombre extraño e impresionante, para decir con voz tronante: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).23El calificativo de “Cordero de Dios” impresionó profundamente la conciencia de Juan. Todos los días en el Templo, y especialmente durante la Pascua, se ofrecían corderos en sacrificio a Dios por los pecados del pueblo. Convencido de que Jesús era ciertamente el “Cordero” de Dios, Juan se refiere a él 29 veces de ese modo en el Apocalipsis.
2 El discípulo que Jesús amaba. Cuando vio por primera vez a Jesús, Juan debió de haber sido más o menos un adolescente. Junto a él, en medio de la multitud, se hallaba su amigo íntimo, Andrés, hermano de Simón Pedro. Cuando Juan Bautista señaló al “Cordero de Dios”, ambos, Juan y Andrés, decidieron conocer más a Jesús. (Véase Juan 1:35 al 40.)Los contactos de Juan con Cristo parece que fueron esporádicos en el curso de los siguientes meses. Probablemente, haya asistido a la boda de Caná, en la cual Jesús convirtió el agua en vino. (Véase Juan 2:1 al 11.) La mayor parte del tiempo, Juan y su hermano mayor, Santiago, junto con Andrés y su hermano Pedro, dedicaban su tiempo a pescar en el mar de Galilea para ganarse la vida. Pero cuando Jesús comenzó una amplia gira por Galilea e invitó a los cuatro jóvenes amigos a dejar la pesca para convertirse en “pescadores de hombres” (Mat. 4:18-22), dejaron sus redes y lo siguieron. De allí en adelante, sus vidas no fueron las mismas.De los doce discípulos que Jesús escogió, tres de esos cuatro amigos: Pedro, Santiago y Juan, constituyeron su círculo íntimo. No se trataba de que Jesús tuviera favoritos, sino que esos tres hombres descubrieron, más que los otros nueve, cuánto significaba Jesús para ellos. De este círculo íntimo de tres, Juan en particular llegó a ser conocido como “el discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 21:7, 20; 20:2).
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