Elena G. de White - Los Ungidos

Здесь есть возможность читать онлайн «Elena G. de White - Los Ungidos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Ungidos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Ungidos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El único Rey y Profeta que no pecó fue Jesús, el Cordero de Dios. Y solamente él puede llevar los pecados del mundo, nuestros pecados. Sin embargo, podemos aprender de los éxitos y los fracasos de los ungidos de Dios, conforme está registrado en la Biblia. Los relatos de su vida revelan el gran amor y la paciencia que Dios tiene por todos nosotros, y su deseo de perdonarnos y darnos un nuevo corazón y una mente renovada, para que podamos vivir una vida mejor en este mundo y alcanzar la vida eterna en el mundo por venir.Resalta las grandes lecciones morales que deben aprenderse de los triunfos, las derrotas, las apostasías, el cautiverio y las reformas de Israel.

Los Ungidos — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Ungidos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los sacerdotes de Baal engañaban al pueblo

La profecía de Elías se oponía en solitario a las palabras de seguridad que ofrecían centenares de sacerdotes idólatras: si Baal podía seguir dando rocío y lluvia, entonces el rey de Israel debía adorarlo y el pueblo declararlo Dios. Resueltos a mantener al pueblo engañado, los sacerdotes de Baal continuaron ofreciendo sacrificios a sus dioses, y a rogarles noche y día que refrescasen la tierra. Con una perseverancia y un celo dignos de una causa mejor, pasaban mucho tiempo en derredor de sus altares paganos y oraban noche tras noche fervorosamente por lluvia. Pero no aparecían nubes en el cielo. No había lluvia ni rocío que refrescasen la tierra sedienta.

Pasó un año. El calor abrasador del sol destruyó la poca vegetación que había sobrevivido. Los arroyos se secaron, y los rebaños vagaban angustiados, mugiendo y balando. Campos que fueran florecientes quedaron como las ardientes arenas del desierto. Los árboles de los bosques, como lúgubres esqueletos de la naturaleza, ya no proporcionaban sombra. El aire reseco y sofocante levantaba a veces remolinos de polvo que enceguecían y casi cortaban el aliento. El hambre y la sed hacían sus estragos con terrible mortandad entre hombres y bestias. El hambre, con todos sus horrores, apretaba cada vez más.

Sin embargo, Israel no se arrepentía, ni aprendía la lección que Dios quería que aprendiese. Dominada por un corazón orgulloso y enamorada de su culto falso, empezó a buscar alguna otra causa a la cual pudiese atribuir sus sufrimientos.

Inexorable en su resolución de desafiar al Dios del cielo, y acompañada en ello por casi todo Israel, Jezabel denunció a Elías como la causa de todas sus miserias. Sostenía que si se lo pudiese eliminar, la ira de sus dioses quedaría apaciguada y terminarían las dificultades. Instado por la reina, Acab instituyó una búsqueda muy diligente del profeta. Envió mensajeros a las naciones circundantes para encontrar al hombre a quien odiaba y temía. Y en su ansiedad, exigió a esos reinos y naciones que jurasen que no conocían el paradero del profeta. Pero la búsqueda fue en vano. El profeta estaba a salvo de la malicia del rey.

Frustrada en sus esfuerzos contra Elías, Jezabel resolvió vengarse matando a todos los profetas de Jehová. La mujer enfurecida masacró a muchos. Pero no a todos. Abdías, gobernador de la casa de Acab, había tomado a cien profetas, y arriesgando su propia vida, “los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber” (1 Rey. 18:4).

Sequía y hambruna durante dos años

Transcurrió el segundo año, y los cielos sin misericordia no daban señal de lluvia. La sequía y el hambre continuaban devastando todo el reino. Padres y madres se veían obligados a ver morir a sus hijos. Sin embargo, los israelitas apóstatas parecían incapaces de discernir en su sufrimiento un llamamiento al arrepentimiento, una intervención divina para evitar que diesen el paso fatal que los pusiera fuera del alcance del perdón celestial.

La apostasía de Israel era un mal más espantoso que todos los horrores del hambre. Dios estaba procurando ayudar a su pueblo a recobrar la fe que había perdido, y tuvo que imponerle una gran aflicción.

“¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero, más bien, que abandone su mala conducta y que viva? Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán!” (Eze. 18:23, 31, 32; 33:11).

Dios había mandado a Israel mensajeros para suplicarle que volviese a su obediencia. Se había despertado su ira contra los mensajeros; y ahora consideraban con odio intenso al profeta Elías. Si hubiese caído en sus manos, con gusto lo habrían entregado a Jezabel; como si al silenciar su voz pudieran impedir que sus palabras se cumpliesen.

Solo había un remedio para el castigado Israel: apartarse de los pecados que habían atraído sobre él la mano correctora del Todopoderoso. Se le había hecho esta promesa: “Cuando yo cierre los cielos para que no llueva, o le ordene a la langosta que devore la tierra, o envíe pestes sobre mi pueblo, si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra” (2 Crón. 7:13, 14). Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una reforma decidida.

Capítulo 10

La voz de la reprensión severa

Este capítulo está basado en 1 Reyes 17:8-24; 18:1-18.

Durante muchos meses Dios proveyó milagrosamente de alimento a Elías mientras permaneció escondido en las montañas donde corría el arroyo Querit. Cuando debido a la prolongada sequía se secó el arroyo, Dios ordenó a su siervo: “Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”.

Esta mujer no era israelita. Nunca había gozado de los privilegios que había disfrutado el pueblo escogido por Dios, pero creía en el verdadero Dios y había andado en toda la luz que resplandecía sobre su senda. Y ahora, cuando no hubo seguridad para Elías en la tierra de Israel, Dios lo envió a aquella mujer para que hallase asilo en su casa.

“Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: ‘Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber. [...] Tráeme también, por favor, un pedazo de pan’ ”.

En ese hogar azotado por la pobreza, el hambre apremiaba, y la viuda temía verse obligada a renunciar a la lucha para sustentar su vida. Pero en su extrema necesidad, reveló su fe. En respuesta a la petición que le hacía Elías, la mujer dijo: “Tan cierto como que vive el Señor tu Dios, no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!”. Elías le contestó: “No temas. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: ‘No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la Tierra’ ”.

No podría habérsele exigido mayor prueba de fe. Sin tener en cuenta los sufrimientos que pudiesen resultar para ella y para su hijo, y confiando en que el Dios de Israel supliría todas sus necesidades, dio esta prueba suprema de hospitalidad haciendo “lo que le había dicho Elías”.

Hospitalidad recompensada

Dios recompensó admirablemente su fe y generosidad. “De modo que cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías. Y tal como la palabra del Señor lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se acabó el aceite del jarro.

“Poco después se enfermó el hijo de aquella viuda, y tan grave se puso que finalmente expiró. Entonces ella le reclamó a Elías: ‘¿Por qué te entrometes, hombre de Dios? ¡Viniste a recordarme mi pecado y a matar a mi hijo!’

“Dame a tu hijo –contestó Elías–. Y quitándoselo del regazo, Elías lo llevó al cuarto de arriba, donde estaba alojado, y lo acostó en su propia cama. [...] Luego se tendió tres veces sobre el muchacho y clamó [...] El Señor oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida.

“Elías tomó al muchacho y lo llevó de su cuarto a la planta baja. Se lo entregó a su madre y le dijo: ‘¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!’ Entonces la mujer le dijo a Elías: ‘Ahora sé que eres un hombre de Dios, y que lo que sale de tu boca es realmente la palabra del Señor’ ”.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Ungidos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Ungidos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Ungidos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Ungidos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x