–¿Listo? –preguntó la niña, deslumbrada.
–Espere –respondió Doña Araña Costurera–. Faltan los polvos de mariposa.
Y ordenó a sus seis hijitas que trajesen las cajas con polvo de mariposa. Eligió el más adecuado, que era el famoso polvo tornasol. Tanto era lo que brillaba que parecía polvo de cielo sin nubes mezclado con polvo de sol que acaba de nacer. ¡Empolvada quedó la niña como un sueño dorado! Linda, tan linda, pero tanto más, más, más linda, que el espejo abrió los ojos aún más, más, más, hasta que… ¡crack!… se trizó de arriba a abajo en seis fragmentos.
En vez de enojarse por eso, como Naricita temía, doña Araña se puso a bailar de alegría.
–¡Gracias al cielo! –exclamó con un suspiro de alivio–. Por fin llegó el día de mi libertad. Cuando nací, un hada rezongona, que detestaba a mi pobre madre, me convirtió en araña, y me condenó a vivir de las costuras mi vida entera. Entonces, en ese mismo instante, un hada buena apareció, y me dio ese espejo con estas palabras: “En el día en que hagas el vestido más lindo del mundo, dejarás de ser una araña y serás lo que quieras.”
–¡Qué bien! –celebró Naricita–. ¿Y en qué se va a transformar?
–No lo sé todavía –respondió la araña. –Tengo que consultarle al Príncipe.
–Sí, pero no se convierta en nada antes de hacer con estos retazos un vestido para Emília. La pobrecita no puede ir al baile así, desvestida como está ahora.
–Ya es tarde, pequeña. El encantamiento se rompió; ya no soy costurera. Pero mis hijas le podrán hacer un vestido a la muñeca. No será gran cosa, porque no tienen mi experiencia, pero servirá ¿Dónde está la señora Emília?
Naricita no sabía. Después de que le robó los anteojos a la vieja y salió corriendo, nadie más vio a la muñeca.
Doña Araña se dirigió a sus seis arañitas.
–Mis hijas –les dijo– el encanto se ha quebrado y pronto me transformaré en lo que quiera. Por lo tanto, voy a abandonar esta vida de costurera y les voy a dejar en mi lugar. El encantamiento continúa en ustedes. Cada una debe conservar un trozo del espejo y pasar la vida cosiendo hasta que consiga hacer un vestido tan bonito que lo quiebre de admiración, como ocurrió con el espejo grande.
En esto, apareció el Príncipe. Naricita le contó toda la historia, incluyendo la confusión de la araña sobre la decisión de lo que habría de ser.
El Príncipe indicó que a su reino le faltaban sirenas, y que sería muy de su agrado que se transformase en una.
–¡Nunca! –protestó Naricita, que era de muy buenos sentimientos–. Las sirenas son unas criaturas malvadas, cuyo mayor placer es hundir navíos. Antes mejor transfórmese en princesa.
Hubo una gran discusión, sin que nada fuese decidido. Al final la araña optó por no transformarse en nada.
–Creo que es mejor quedarme como soy. Así, manca de una pierna, si me convierto en princesa seré la Princesa Manca, si me convierto en sirena, seré la Sirena Manca, y todos se burlarán de mí. Además, como ya he sido araña por mil años, estoy acostumbradísima.
Y siguió siendo araña.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.