Dios tiene esa característica, toma lo que se había perdido y lo restaura a nuevo. Recoge los pedazos de las personas fracasadas en la palma de su mano y genera un hombre nuevo. Toma lo marginal, lo pecaminoso, lo que la sociedad descarta y les dice: “Las cosas viejas pasaron, ahora todas son hechas nuevas”. ¡Qué Dios maravilloso que tenemos!
Oración: Gracias Padre porque Tú eres el único que puede sanar y cambiar el corazón del hombre. Gracias porque un día tomaste nuestras vidas, fracasadas y vacías, y les diste sentido, y salvación, y vida eterna. Cómo no alabar tu nombre con gratitud.
Romanos 12:1: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”
Otra versión expresa lo siguiente con relación al texto de cabecera: “Porque esta es la única clase de culto que es verdaderamente espiritual” ¿A qué se refiere? A ofrecerle a Dios nuestro cuerpo y todo lo que hacemos con él todos los días.
Quiere decir que el verdadero culto no es ofrecerle una liturgia, o un ritual por más solemne que sea, ni siquiera algo que hay que hacer en la iglesia, sino algo que ve todo el mundo. ¿Qué es? El verdadero culto es ofrecerle a Dios nuestra vida cotidiana. Eso es lo que puede apreciar el mundo y está bien porque somos el templo del Dios vivo.
Muchos dicen: “Voy a la iglesia a dar culto a Dios”. No está mal. Pero también deberíamos decir: “Voy a la fábrica, a la oficina, a la escuela, a la tienda, al campo, al jardín, a la cocina, a dar culto a Dios” Esto no quiere decir estar cantando himnos ni testificando en el trabajo porque eso significaría desconcentración, sino hacer lo que nos toca hacer de la mejor manera, porque es para la gloria de Dios.
Oración: Padre celestial, que todo mi caminar, mi trabajar, mi hablar y hasta mis pensamientos glorifiquen tu nombre porque esa será la mejor manera de rendirte culto.
Quítame la estructura de creer que hay lugares determinados para adorarte y revélame al espíritu que todo lo que hago y en el lugar en que me encuentre puede convertirse en un altar para ti.
2 Reyes 6: 25: “…a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata y el estiércol de paloma por cinco piezas de plata”
En más de una ocasión me tocó estar en alguna iglesia de gente religiosa. Nada entristece tanto el espíritu y el alma como una congregación que ha perdido la unción. Cuando leemos 2 Reyes 6 nos enteramos qué es lo que queda cuando una iglesia ha perdido su frescura espiritual.
Allí dice que en el sitio de Samaria todo lo que quedaba para comer eran cabezas de asnos y estiércol de palomas. La verdad es que no es nada agradable esta descripción, pero esto es lo que Dios ve cuando se ha ido la unción. Las cabezas de asno representan la sabiduría humana sin Dios y el estiércol es todo lo que queda cuando se va la paloma, es decir cuando el Espíritu Santo se ausenta.
En algún momento quizás el espíritu se movía repartiendo sus hermosos dones, pero se lo forzó a salir porque seguramente amenazaba a estructuras eclesiásticas ambiciosas.
Lo triste es que cuando se va el Espíritu usan estrategias de hombres para mantener las formas por causa de la gente. Cuánta pena me da participar de reuniones donde los ritos y ceremonias de iglesias religiosas son nada más que restos de algo que una vez fue espontáneo y lleno de vida.
Oración: Padre amado ayúdanos a no permitir que la unción nos abandone. Que nunca nos cansemos de buscar tu presencia, tu frescura y tu alimento fresco. A veces flaquean nuestras fuerzas, pero que no olvidemos la hermosura de vivir con ese maravilloso espíritu de llenura y de conquista.
Mateo 26: 38: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pasa de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”
Observo dentro del pueblo cristiano una actitud que debería modificarse ya que nos torna hipócritas. Muchos piensan que un cristiano realmente consagrado deber sentirse siempre victorioso y que debe esconder y disimular todo lo que sea dolor, duda, frustración.
“Mi alma está triste hasta la muerte” ¿Esto lo dijo alguien que no entendió el cristianismo? No, lo dijo Jesús.
Admito que no es tan fácil de comprender una sincera consagración a Cristo combinada con la inseguridad humana ante el fracaso. Es raro, pero yo lo he experimentando más de una vez. He vivido situaciones de mucha tristeza o preocupación o desánimo y sin embargo mi vida espiritual andaba bien. Quiere decir que una buena relación con el Señor no nos libra de tener momentos de angustia, de miedo o de duda.
No es fácil mantener esta postura ante tantos predicadores y escritores que omiten de la vida cristiana todo lo doloroso, todo lo árido y nos inyectan la visión de que somos santos sin problemas caminando sobre un campo de rosas plenos de serenidad y sonrisas. Nunca me olvido de un predicador que instaba a la gente a “mostrar los dientes” en señal de felicidad en el servicio. Para él, estar triste era casi como un pecado.
Sólo cuando reconocemos con toda sinceridad nuestra debilidad y dejamos de actuar para la gente, Dios nos toma de la mano y nos transfiere todo su poder para continuar hacia adelante. “Mi poder se manifiesta en tu debilidad” dice 2 Corintios 12:9. De esa manera, siendo auténticos y mostrando nuestro dolor, damos a Dios la oportunidad de bendecirnos con su poder.
Oración: Amado Señor, gracias por darme el valor para seguir adelante cuando manifiesto mi frustración o mi fracaso. Ayúdame a no testificar mintiendo y ocultando la natural fragilidad humana, sino enseñando a confiar en ti en todo. Gracias Cristo por habernos dejado escritas tus luchas y tus dudas.
Isaías 55: 6: “Buscad al Señor mientras pueda ser hallado…”
Llegué para predicar en una iglesia y en la puerta me detuvo un joven de unos 35 años. Me explicó que no se animaba a comentarle su problema al pastor. Su preocupación radicaba en que desde hacía casi un año “no sentía nada en las reuniones”. Relató que le alarmaba la tremenda indiferencia que había ganado su corazón. Dijo: “Pueden predicar el más ungido de los mensajes, cantar o dar testimonios, pero yo no siento absolutamente nada” Y terminó con una frase que lo ilustró todo: “Siento como que alguien me apagó la luz por dentro”
Le di algunos consejos, pero hoy escribo este caso porque la situación de aquel joven no es un hecho aislado. Hay mucha gente sentada en las iglesias que podría decir lo mismo: “Estoy seco por dentro, no siento nada, mi fe se ha debilitado”
Mi consejo, en la brevedad que me da este devocional, es este: Vuelva a la disciplina y pida a Dios perseverancia. ¿Para qué? Para regresar a la lectura de la Biblia todos los días. Para cerrar la puerta y tener cada día una entrevista con el Padre. Para testificar a otros. Y para ayudar al prójimo. No hay otra fórmula para aquellos a los que se les ha apagado la luz del alma y buscan recuperar la frescura espiritual.
Oración: Padre amado gracias por ayudarnos en nuestras flaquezas humanas. Y qué bueno es saber que cada vez que nos conectamos con la “fuente de la vida” que eres tú, todo lo que estaba seco reverdece. Recuérdanos está fórmula para no perder tiempo en soluciones estériles.
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