—Mario, tengo cuatro chicas acá que el lunes vuelven a entrenar.
Mario Vera no entendió a quienes se refería y Dalsasso decidió darle los nombres. Las jugadoras confirman que escucharon claramente la respuesta, aunque Dalsasso no tenía su teléfono en altavoz.
—¡Sofía Rojas, esa concha de su madre no vuelve a entrenar! —respondió Mario Vera.
Gustavo Dalsasso y otros directivos del club fueron contactados, pero no quisieron participar del reportaje. “Everton de Viña del Mar está en un proceso de reestructuración de su área femenina”, respondió el club.
Después de unas semanas Sofía Rojas, Carolina Berkhoff y Gabriela Herrera, abandonaron el club. “No me daban ganas de entrenar. Me fui de Everton por Mario Vera”, aclara Sofía Rojas. Para Carolina Berkhoff su salida fue difícil y relata: “Tenía 32 años, Mario siempre se dedicó a denigrarme, a pesar de mi esfuerzo por mejorar. Psicológicamente me dejó muy mal”. Por motivos económicos Berkhoff no asistió a un psicólogo, a pesar que sintió la necesidad.
El 14 de septiembre de 2019 Everton enfrentó a Santiago Wanderers, el clásico regional, en el estadio de Villa Alemana. Primero fue el partido de la sub 17 y a continuación jugó el plantel adulto. En el entretiempo del equipo juvenil, el marcador estaba igualado sin goles y las adultas ya estaban en los vestidores preparándose para su partido. Las jugadoras dicen que Mario Vera ingresó golpeando las paredes y gritando. Según cuentan Nicole Mariñelarena, Carol Negrón y otra entrevistada que prefirió no ser mencionada por miedo a represalias, el DT se paró frente a Trinidad Bernales, la tomó de los hombros, la zamarreó contra la pared y le gritó al oído: “¡Corre, corre, corre!”. La joven lo empujó para alejarlo, comenzó a llorar y se fue a los baños.
Las jugadoras juveniles quedaron paralizadas. Fueron algunas de la categoría adulta las que alzaron la voz para pedirle a Mario Vera que se detuviera, que se calmara. “Mario, ¿qué estás haciendo? ¡Para! ¿Cómo tomas así a una cabra chica!”, le gritaron.
Mario Vera cuenta su versión de lo ocurrido con Bernales: “Cometí un error. No eludo mi responsabilidad. Yo le grité más o menos cerca del oído, pero jamás la toqué”, explica. Cuenta que en esa ocasión puso su cargo a disposición, que habló con la jugadora y sus papás, que les explicó que estaba pasando por un mal momento, porque se estaba separando de su pareja y que ellos lo entendieron. Tras lo sucedido, reflexiona: “Cada día creo que no estoy para dirigir niñas chicas”.
Lo ocurrido el 14 de septiembre hizo que las jugadoras se cuestionaran el actuar que Mario Vera ha tenido por años. “Yo soy profe, el día de mañana voy a ejercer mi profesión y no puedo quedarme con eso en mi cabeza”, pensó Carol Negrón. Fue ella, junto a Nicole Mariñelarena y otras jugadoras, las que se organizaron. Recopilaron información, audios y contactaron a la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF).
En mayo de 2019 la ANJUFF estrenó su Protocolo de Abuso y Acoso Sexual, documento pionero dentro del fútbol femenino de Latinoamérica. Este protocolo comienza a operar una vez recibida la denuncia en la página web de la ANJUFF o a través de un correo electrónico que se dispuso exclusivamente para ello. Luego, la asociación se contacta con la denunciante para reunir antecedentes y entregar apoyo jurídico, comunicacional o emocional. La ANJUFF asesora y acompaña a la denunciante, protegiendo su identidad.
Javiera Moreno fue la encargada en la ANJUFF de llevar la investigación sobre Mario Vera. Desde que recibieron la denuncia hasta diciembre pasado se reunieron 13 testimonios bajo reserva de identidad. Se redactó un informe donde se enumeraron las conductas inapropiadas del director técnico y a mediados de diciembre lo presentaron a los dirigentes de Everton. Javiera Moreno cuenta que los directivos ya estaban al tanto de algunas de las actitudes de Mario Vera y que quedaron en hacer una investigación interna.
Hasta febrero de 2020 la ANJUFF no tuvo noticias de Everton. La primera semana de ese mes, la asociación insistió y la dirigencia le respondió que decidieron desvincular a Mario Vera de la rama femenina. El club no lo despidió, sino que lo dejó a cargo del fútbol joven. Según Mario Vera, él no fue cambiado de función por la denuncia y le quita valor a la investigación. De acuerdo con su versión, el real motivo sería una disputa interna con un compañero que quería su puesto.
LOS 12 DE LA FLORIDA:
CRÓNICA DE UNA MATANZA FRUSTRADA
Claudio Pizarro y Sebastián Palma
18 de mayo
El Desconcierto
No era una tarea fácil: para cumplir rigurosamente con el ambicioso plan, había que recoger las historias de una docena de personas desperdigadas, temerosas y probablemente con pocas ganas de salir en la prensa.
Pero al leer este trepidante relato se comprueba que la combinación de lectura profunda de los clásicos, investigación a fondo y pericia narrativa rinden frutos como este. El 27 de abril de 2020 en La Florida ocurrió un hecho insólito, que al mismo tiempo era representativo de lo desorbitada y perdida que estaba tras el estallido gran parte de la fuerza pública chilena.
En la plaza donde había alrededor de 30 manifestantes, una pareja de carabineros de franco disparó más de una decena de balas que dejaron12 heridos y, milagrosamente, ningún muerto. La balacera fue un episodio que afortunadamente no terminó en masacre, y que Pizarro y Palma cuentan tras entrevistar a cada uno de los heridos. Aquí relatan cómo lo vivieron, qué les pasó luego, qué sienten ahora. Está armado como el clásico Hiroshima de John Hersey, pero en vez de seis víctimas de la bomba atómica, aquí hay el doble de civiles atacados por los que supuestamente están encargados de defenderlos.
Se enteraron por un flyer de Instagram, al igual que todo el mundo. Nayareth (23) pasó a buscar a Jocelyn (30) a su casa y de ahí partieron juntas al metro Trinidad. Eran las siete y media de la tarde del 27 de abril. En el camino se toparon con más gente. Personas que agitaban banderas y que en teoría se dirigían al mismo lugar que ellas. Carolina Adasme (33) no tenía muchas ganas de ir. Había pintado un lienzo en la tarde, previo al día del trabajador, y se sentía cansada. Pensó en un momento subirse a la bicicleta, pero luego se arrepintió. Así que se devolvió a su casa, tomó una mascarilla y partió a pie rumbo a la manifestación. Ahí se encontraría con sus amigos de la asamblea territorial Santa Raquel.
Alrededor de las ocho de la noche llegó Ricardo Rubio (36), un trabajador social del Hogar de Cristo que trabaja con personas con discapacidad mental, haciendo sonar su trutruca acompañado de tres amigos, entre ellos Gonzalo, un joven soldador de 21 años que comenzó a agitar una bandera con la frase “ni perdón ni olvido”. Se veían pocos manifestantes. La convocatoria parecía destinada al fracaso.
—Esto no prendió —bromeaba Nayareth.
A César Herrera (42) y Gabriela Collinao (42) los invitó su hijo mayor al “cacerolazo” y tuvieron casi la misma impresión cuando llegaron al lugar. “No hay nada, parece que te equivocaste”, le dijeron. Hasta que vieron a un lote que se aproximaba con una bandera y unas mujeres que conversaban en la esquina norponiente de Vicuña con Trinidad.
—Somos pocos pero locos —le dijo Nayareth a Jocelyn, intentando subirle el nivel a la convocatoria.
Al otro lado de la calle, en un local de Pizza Hut, Javier (20) y Luca (20) acababan de comerse el último trozo de pizza. Eran compañeros del colegio y se volvieron a encontrar en una marcha, un mes después del asesinato de Camilo Catrillanca. Desde entonces empezaron a ir juntos a las manifestaciones.
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