Patricio Manns - El lento silbido de los sables

Здесь есть возможность читать онлайн «Patricio Manns - El lento silbido de los sables» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El lento silbido de los sables: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El lento silbido de los sables»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El lento silbido de los sables es una rigurosa mezcla de historia y ficción. Patricio Manns desnuda en esta nueva novela histórica dos temas particulares: el choque de culturas inserto en una guerra bestial y las relaciones inevitablemente envenenadas que esta guerra –conocida como «Pacificación de la Araucanía»– promueve entre las partes en conflicto. Las páginas oscuras de esta epopeya saltan a la luz y penetran en las razones del sempiterno conflicto mapuche, que cada cierto tiempo pone en jaque al Estado chileno. Cinco presidentes encabezaron el genocidio de Arauco dando una guerra sin cuartel y con gran superioridad numérica y técnica, a las razas desarmadas que vivían entre el río Biobío y el Canal de Chacao, territorio que los reyes de España configuraron como la Nación Mapuche, anexada por Chile tras una guerra de cuarenta años. Aquí afloran muchas de las interrogantes que hasta hoy se plantean y las respuestas las dan los propios acontecimientos, apoyados en un potente material bibliográfico. Novela necesaria, con personajes embrujadores, como Rayén y su hija Luz de Luna y del contradictorio oficial chileno, Orozimbo Baeza, que fue a la vez padre y amante de su hija mapuche.
Esta novela bicentenaria, representa una nueva manera de ver los sucesos que han configurado a la nación chilena y es ineludible aliciente reflexivo para juzgar los hechos de la antigua Frontera, en los inciertos días que corren.

El lento silbido de los sables — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El lento silbido de los sables», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En ese mismo colegio fue adiestrado en la práctica de los deportes. Por ejemplo, le cubrían ambas manos con paños gruesos, atados a las muñecas, y lo incitaban a combatir contra un condiscípulo de su misma edad, protegido por idénticos adminículos. El resultado era siempre el mismo: narices sangrantes y más de una vez, fractura del tabique nasal o de algún dedo de las manos. Estas prácticas conllevaban efectos colaterales: algunos de los muchachos derrotados en las justas deportivas no olvidaban jamás que alguna vez fueron vencidos, ni tampoco olvidaron su cruento odio al vencedor, estado espiritual que se prolongaba mucho mas allá de las aulas.

A los catorce años ingresó a la Escuela Militar. Sus padres habían decidido que su carrera debía ser aquella. Allí las cosas se endurecieron, toda vez que la obsesión de la disciplina tomó caracteres de tortura: a las seis de la mañana saltaban de sus lechos, aturdidos por los gritos feroces de los instructores, para arrastrarse sobre el lodo, saltar altas cercas, colgar de cuerdas encima de pantanos, ducharse con agua de escarcha, y más tarde, comenzar a disparar contra blancos imaginarios. No sabían entonces que un día los blancos dejarían de ser imaginarios. Blindar el carácter y forjar la noción de disciplina, privilegiando la ciega obediencia a la verticalidad de los mandos y la noción de respeto y confianza para con sus nuevos superiores, estaban en la base de toda educación militar, según sus ideólogos. Es decir, respetar a ojos cerrados la infalibilidad de las órdenes impartidas desde un lugar invisible que, al parecer, se hallaba por sobre sus cabezas. El temple del joven Baeza se fortaleció, pero en él prevalecía una suerte de pureza intangible, escondida muy al interior de sí mismo, que lo incitaba a aislarse de sus compañeros en la medida en que estos crecían; y en los días libres, daban rienda suelta a sus instintos en porfiada gestación de madurar. Orozimbo prefería leer, asistir a interminables misas, cuyo lento y calculado desarrollo litúrgico le proporcionaba un extraño goce interior, inducido por el olor penetrante del incienso. O bien pasear con su uniforme siempre deslumbrante a lo largo de los senderos de las plazas, cubiertas por el ramaje de los tilos centenarios. Se trataba de un niño solitario y poético, a quien la recepción de juveniles cartas de amor lo hacía sollozar sobre su almohada. La poesía lo rondaba como un tábano y su espíritu se hallaba siempre al borde de estallidos emocionales que lo perturbaban, sobre todo, porque sabía que lo preparaban con el propósito de que ejerciera el infortunado oficio de la guerra. Según un irónico primo de su padre, estaba adecuando sus instintos para matar, violar, humillar, y castigar con la fuerza de las armas, a los otros, es decir, a los futuros enemigos. Lo inexcusable de la lógica militar en una comunidad civilizada puede enunciarse como sigue, decía el primo: primero, los hombres niños aprenden a matar, y luego, a descubrir o inventar los enemigos contra los cuales ejercitarán el poderío de su aprendizaje y las mortales enseñanzas recibidas. Y agregaba: un hombre de uniforme es un matador en potencia. Se le define como un hombre de armas, y en tales condiciones, como escribiera Pompeyo Cavalcanti, se trata de hombres en armas a los que hay que alentar a matar y no a escribir. Razón por la cual los soldados utilizan, a lo largo de sus existencias, muy poca tinta y muchísima sangre. De ahí la extraña dicotomía abierta en el espíritu de Orozimbo Baeza, futuro militar de la naciente república. Él, que amaba la soledad y la actitud contemplativa, estaba siendo empujado a aprender el oficio de las armas, es decir, preparaba sus manos y su corazón para ejercer donde fuera y a como dé lugar la violencia de la guerra, la misma que exaltan en grado superlativo los textos sagrados. Como citaba el erudito primo recordando las palabras de Cristo, que todos quisieran apócrifas: “No os equivoquéis: yo he venido a traer la guerra, y no la paz”.

Todo esto ocurría, desde luego, en la capital. Vivía en la casa de sus padres, y no tenía opción alguna de librarse de la voluntad de sus progenitores. Tal vez ellos no pensaron jamás que el niño quería otro oficio para realizar su vida, y aun así, de comprenderlo, no le habrían concedido la opción. Estaban seguros que en las vidas civiles también existe la verticalidad del mando, y los padres se sentían orgullosos de la decisión (no anhelada) de Orozimbo Baeza: ser un militar para servir a su patria, y en caso necesario, morir por ella. Aunque este había escrito a una de sus enamoradas adolescentes:

Quisiera escaparme de esto, pero no puedo. Todo está en contra. Mi sueño es navegar, irme lejos, encontrar costas distantes, gente nueva, paisajes que me deslumbren, playas y montañas llenas de sol y de mañana, y mañanas regadas de rocío. Gentes, o tal vez animales, a quienes amar. A cambio de ese sueño, tengo que aprender a matar y a sacrificar mi alma para siempre por un simple delito de obediencia. Porque es así, Marta: la obediencia ciega es un delito. Cuídate de esa trampa.

El hecho es que Orozimbo Baeza terminó sus estudios en la Escuela Militar con notas brillantes. Aquello tuvo lugar en el verano de 1861. Ya en el otoño, ante tales calificaciones, el Alto Mando había decidido enviarlo a la guarnición del Fuerte de Nacimiento, edificada sobre el flanco norte del río Vergara, que cuadras más lejos se vaciaba en el cauce del majestuoso río Bío Bío, pues se preparaba en secreto la última de las grandes guerras de Arauco, designada en el lenguaje político oficial como Pacificación de la Araucanía, y en el de sus historiadores-detractores, como el gran Genocidio de Arauco.

El soldado puro

Con una pierna cruzada sobre el arción de la montura, y un par de binóculos apoyado en los huesos de sus ojos, el joven subteniente Orozimbo Baeza observaba el panorama desde las alturas del Fuerte de Nacimiento —también llamado Confluencia, porque allí, al juntarse los ríos Vergara y Bío‑Bío, nacía el Gran Bío‑Bío. Este enorme curso de agua desemboca una treintena de kilómetros más lejos, cruzando por el costado de la ciudad de Concepción, en el mar del sur. Su anchura es entonces de dos kilómetros, y de tres en el invierno y en la época de los deshielos primaverales.

El subteniente Orozimbo Baeza tenía dieciocho años. Algunos meses después de abandonar la Escuela Militar fue enviado al frente de batalla, a la Décimo Primera División comandada por el Coronel Abigail Cruz. Corría la primavera del año 1861. El Fuerte de Nacimiento, construido en 1603 por el Gobernador español don Alonso de Ribera, y por ende, el río Bío‑Bío, eran considerados el límite norte de las tierras de Arauco, que alcanzaban hasta las riberas del río Toltén, por el sur. En este vasto territorio vivían diversas tribus indias, entre las cuales se contaban los Pehuenches, los Arribanos, los Boroanos, los Moluches, los Costinos y los Abajinos, junto a otras etnias menores. Todas ellas fueron aglutinadas por los cronistas que las frecuentaron, con el nombre genérico de Mapuches o Araucanos, lo que geográfica y culturalmente no corresponde a la evidencia histórica, pues cada una de ellas respondía a particularidades distintas muy marcadas: por ejemplo, había tribus guerreras y tribus pacíficas, tribus acantonadas en un hábitat cordillerano y tribus cuyas costumbres se vinculaban a la contigüidad del mar. La mayoría de estas tribus, sin embargo, no deseaba la guerra, y prefería su nueva condición de grupos sedentarizados, que poseían abundantes tierras de pastoreo, miles de cabezas de ganado bovino, equino y ovino, amén de aves de corral, y cien mil cuadras de sementeras bien cuidadas y cultivadas. En suma, una zona próspera, según testimonia entre otros el historiador conservador Tomas Guevara, contemporáneo de los hechos. La alusión al conservadurismo historicista de Guevara es muy importante para comprender las páginas que siguen.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El lento silbido de los sables»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El lento silbido de los sables» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El lento silbido de los sables»

Обсуждение, отзывы о книге «El lento silbido de los sables» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x