¿Y los adultos mayores? Los asilos se convirtieron en uno de los lugares más inseguros para vivir los últimos años, los seres más vulnerables. Pacientes oncológicos, con neumonía, hipertensos, (y el listado se extiende considerablemente), aumentaron su vulnerabilidad; y si estaban en sus casas aumentaron su soledad, no más visitas de hijos, de nietos, sin tecnología, sin ruido en las calles. Muchos de ellos terminaron sus vidas sin el saludo final de sus seres más queridos.
Covid-19 es un virus del tipo coronavirus, existen desde hace décadas anteriores “versiones” de él, se caracterizan por tener en la superficie una especie de “picos” que sobresalen en forma de corona y afectan mayoritariamente el sistema respiratorio de las personas, ahora bien, paradójicamente, el hecho de que millones de personas en todo el mundo hayan sufrido afecciones en su sistema respiratorio, dificultad para respirar, y, como consecuencia, reducción de movimientos “en el hacer”, otorgó al gran hogar de toda la humanidad, a nuestra bendita Madre Tierra, al Planeta, una oportunidad única para inspirar, el planeta tomó una gran inspiración de aire fresco y puro, hacía años que no sucedía y era improbable que la humanidad toda se pusiera de acuerdo para permitírselo. Había alcanzado niveles alarmantes de polución y contaminación, derretimiento de glaciares, riesgo en la capa de ozono, y gracias al covid-19, en diferentes países, comenzaron a ver el cielo, sus calles atestadas de humo, smog y contaminación impedían a sus habitantes tomar contacto visual con el firmamento, la luna y las estrellas se ven con mayor claridad en diferentes partes del mundo, los animales comenzaron a expandirse, ganaron terreno y en esa nueva libertad incluso alcanzaron las ciudades, en algunos lugares del mundo podían verse ciervos en las plazas, en los océanos también pasaron cosas extraordinarias, decenas de tortugas, lobos marinos, y animales acuáticos “invadieron” las costas, lugares antes invadidos por turistas de forma continua y permanente, hoy las playas desoladas, sin residuo, sin latas, sin bolsas, sin desechos, los vehículos prácticamente se detuvieron, el combustible redujo su consumo a un nivel mínimo e histórico, el petróleo sufrió una histórica caída en el precio del mercado. ¿Qué nos muestra este fenómeno, qué hacíamos con la Naturaleza, qué hacemos por ella?
¿De algún modo este virus es la representación de nuestra conciencia colectiva?
Ante semejante hecho histórico se acrecientan las diferencias de criterios, políticas, económicas y culturales. La humanidad estaba sumida en la superficie, perdida ¿Es esta una oportunidad para cambiar el rumbo de las cosas?, ¿cómo es posible que aún no hablemos de políticas planetarias, de sistemas económicos globales, de la educación como un sistema general, a nivel mundial? Y es que los intereses económicos y egoístas son enormes, presidentes y representantes de varios países se mostraron como un payaso en una obra de teatro, llorando amargamente sus propios intereses y tiñendo con su maquillaje el escenario. ¿Será posible que este hecho histórico nos permita identificar nuestra potencialidad? ¿Nuestra posibilidad de transformación y desarrollo como seres más humanos? ¿Y aprendamos a vivir desde el amor y el respeto por la diversidad, sabiendo que todos somos uno en este Planeta, que no hay motivos para dividirnos, juzgarnos, enfrentarnos? ¿Quizá la vida humana del Planeta Tierra, entendida como un todo, tema inspirar y desconozca la manera de conectar con la plenitud de la vida? ¿Con el amor por la vida? ¿Podemos lograr como humanidad trazar un camino nuevo, de aprendizaje y crecimiento? Aprovecho este párrafo para traer a nuestra conciencia el término Esperanza, porque históricamente nos ha sostenido como humanidad, y permanece en el ADN de cada uno como una huella imborrable de generaciones que nos anteceden, cada uno con su propio concepto y su particular aferramiento, dándole un singular y único significado, ¿Cuál es la esperanza que abrigamos, la que de algún modo te impulsa a seguir?
En este libro y a continuación vamos a ocuparnos de las vidas de 100 personas, alrededor del mundo que sí cambiaron, su mundo cambió. Testigos y protagonistas de este momento histórico nos invitan a zambullirnos en su historia, pequeña para el mundo pero gigante para cada uno de ellos. Infinita gratitud por esta entrega, la entrega testimonial de una parte de sus vidas, antes y durante la Pandemia, covid-19. Además de brindarnos su tiempo y predisposición dejaron que “interviniéramos” sus relatos con conceptos de la ontología, la filosofía, del coaching, desde la psicología. Escribo en plural porque esta obra no hubiera sido posible sin la colaboración y participación de la Lic. Sandra Altolaguirre, amiga personal y ayuda incondicional en todo el proceso, desde la recolección de las historias, la transcripción, el aporte y la intervención desde su profesión, desde sus motivaciones para darlo a conocer, en fin, por poner a consideración su Ser, este es ahora Nuestro Proyecto. Aunamos nuestros saberes y conocimientos para enriquecer notablemente esta obra. Deseamos que estas páginas no sean sólo parte de un libro, que sean una experiencia inspiradora para el lector, porque están llenas de emociones, llenas de color, como la vida misma. Cada alma que escribe, cada corazón que siente, se une en esta Gran Humanidad que somos todos los habitantes de esta Tierra. Deseo que disfrutes del recorrido, tanto como nosotras de su creación, bienvenido.
Con la intención de que comprendas como lector desde “donde miro”, te cuento una pequeña parte de mi historia, vivo en el campo, con mi marido y mis hijas, ellas son la quinta generación aquí, estas son mis raíces, la naturaleza y el contacto con esa armonía son nuestros compañeros diarios, huerta, laguna, verde, azul y amarillo. Mis padres tienen una casa a veinte metros de la nuestra, mis tíos y primo hermano a cincuenta metros, una pequeña comunidad que pronto fue tomando otro sentido.
El 14 de febrero del 2020 nos casamos por Civil y el 15 celebramos, unas cien personas, familiares, amigos y afectos compartieron con nosotros, en casa, nuestro compromiso de amor. La fiesta comenzó a las 11:00 am y se extendió hasta las 23:00 hs., durante doce horas ininterrumpidas fuimos sumando recuerdos y momentos únicos que quedarán grabados para siempre en nuestras almas. Hoy, ante esta pandemia, la llamaríamos una “fiesta clandestina”, porque no pueden reunirse más de diez personas. Esta semana vi en el noticiero como los medios y la policía llegaban a una fiesta similar, al aire libre, los invitados corrían despavoridos campos traviesa para no ser detenidos, abandonaron literalmente el lugar, incluso sus autos. Impensado.
Teníamos programada nuestra luna de miel, con la camioneta lista tomaríamos la ruta 40 y bajaríamos hasta El Bolsón. Ceferino Chamox, uno de los cien protagonistas de este libro , en ese momento era guía de turismo en el bello Parque Nacional Perito Moreno, hoy relata desde Alemania, pero en aquel entonces, sin saberlo, fue partícipe definitivo en la decisión de cancelar nuestra luna de miel, nos envió gentilmente fotos maravillosas del glaciar, pero nos informó que acababan de cerrar el Parque, y que si queríamos ir lo podríamos “ver desde afuera”. Al momento, después de un año y meses, quedó suspendida hasta el fin de la pandemia.
Trabajo en consultoría de gestión humana hace ya doce años, y marzo 2020 sería una fecha para atesorar, teníamos con mis socias cubierto el cupo de un taller de empoderamiento personal para dueños de empresas, con el objetivo de adquirir las competencias necesarias para liderar a sus equipos; continuaríamos con diagnóstico organizacional como medio para develar “la salud organizacional” y los “tratamientos más acertados” para cada cliente; acompañaríamos en gestión a otras empresas, para que logren ser más conscientes, ser más humanas, y obtener así mejores resultados, el año prometía ser exitoso. Pero todo se detuvo. Todos los proyectos y metas que teníamos por delante se diluyeron ante el anuncio presidencial “cuarentena obligatoria”. Y estuvimos algunos días atónitos, mirando hacia el cielo, leyendo, cocinando casero, levantándonos más tarde, escribiendo, porque de algo estaba segura: “lo que estaba ocurriendo era un hecho histórico”, y así surgieron las primeras páginas de este libro. Nunca imaginé que tomaría el confinamiento semejante dimensión. Laboralmente nos reinventamos, fue una ardua tarea, durante los primeros meses nuestros ingresos quedaron en cero, ante la oposición inicial de nuestros clientes que no aceptaban que parte de la vida laboral pasaría de ahora en más por una pantalla. Poco a poco todos nos fuimos amigando con ellas, y nos lanzamos al mundo virtual con capacitaciones para individuos, para ayudarlos a liderar sus vidas; para las empresas y clientes talleres 100% on line, de trabajo en equipo, empoderamiento grupal y demás; retomamos el diagnóstico organizacional; la gestión; la formación virtual y seguí formándome, como siempre lo he hecho a lo largo de mi carrera profesional, la oferta de formación vía web no tenía límites ni fronteras, tampoco nosotras. Hice un taller de coaching y filosofía en Caracas, un diplomado internacional en gestión ontológica, estoy comenzando un postítulo en consultoría y coaching organizacional, comencé a tomar clases de yoga virtuales, disciplina que practico hace más de 20 años, y comencé a brindar sesiones de coaching on line. Voy a disponer de unas líneas para explicar brevemente de qué se trata el coaching ontológico, porque al ser una disciplina “nueva” muchas personas aún lo desconocen y verdaderamente juzgo que es una herramienta muy poderosa. Para mí ha sido transformadora, primero a nivel personal e individual, y luego vivenciando su efectividad en las sesiones que brindo profesionalmente como herramienta para otros.
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