Yerleny Nuñez - Un fin de semana con la esposa de mi amante

Здесь есть возможность читать онлайн «Yerleny Nuñez - Un fin de semana con la esposa de mi amante» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un fin de semana con la esposa de mi amante: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un fin de semana con la esposa de mi amante»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Leny, una joven casada en busca de sus sueños, conoce a su alma gemela, el cual también está casado.
Leny tiene que vivir siendo esposa y amante, pero la vida le da la oportunidad de entrar a la casa con la esposa de su amante. Ahora, ella debe decidir cuál es su lugar y con quién se queda.

Un fin de semana con la esposa de mi amante — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un fin de semana con la esposa de mi amante», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Llegamos al restaurante.

—¿Sabes que eres más hermosa de día? —me dijo Ernesto.

Me sonreí porque me deleitaban sus piropos.

—¿Sí, lo crees? —respondí.

—Sí, soy muy afortunado.

—Ernesto, ¿tienes pareja?

Fue la pregunta mas difícil, la que no se necesitaba hacer. Era como paralizar todo lo bonito que estaba surgiendo.

—Sí, me estoy divorciando —respondió.

Típico en hombres que quieres coger. Quedé pasmada, sabía que un hombre que me estaba empezando a parecer interesante no iba a estar soltero, era demasiado hermoso para ser real.

—¿Y tú? —Ernesto devolvió la pregunta.

«Puta mierda, ¿por qué pregunté?». Iba a terminar de arruinar aquella mañana si daba mi respuesta. Pero me llené de valor y respondí mintiendo:

—Sí, tengo novio.

Los dos nos quedamos pensativos, pues ya estábamos hablando de alguien más. ¿Qué podría destruir lo que ese día estaba a punto de pasar?

Obvié el tema, él creo que también; solo quería disfrutar de lo nuevo que estaba experimentando en mi vida.

—¿Qué harás el fin de semana? —preguntó.

—Iré a Punta Cana. ¿Quieres ir conmigo?

—Mi vuelo es el domingo; no podría ir. Partiré de regreso a mi destino.

«¿Quééé? O sea, que toda esta aventura llegará a su final. Porque él ya partía», pensé.

Nuevamente, salió ese príncipe encantado que, poco a poco, te va ilusionando e involucrando en un sentimiento extraño al que aún no podía llamar «amor». Él, con aquella voz dulce, pero estúpido y cursi a la vez, exclamó:

—Pero si me convences con otra de tus sonrisas, cancelo el vuelo y nos vamos.

—¿Qué? ¿Cancelarás tu vuelo?—pregunté.

—No me creíste cuando te dije, en nuestra primera cita juntos, que por ti haría todo.

—Tampoco exageres, pero ¿estás dispuesto a vivir esto conmigo?

—Hasta que te vayas —respondió él.

No podía creer lo que estaba escuchando. Un hombre estaba dispuesto a cancelar un viaje por mí, por permanecer a mi lado. Por seguir viviendo juntos esa sensación maravillosa de aventura, de retos, pero de miedos a la vez.

—Debo reconocer que me has impactado; es que mirarte a los ojos es irresistible, tu olor, tu risa…, es más, quédate a mi lado —le dije.

Quería sentir eso y despertó ese deseo que los humanos llamamos carnal. No tuve que insistir mucho cuando me respondió:

—Pues me quedo.

Fue maravilloso escuchar eso. Estábamos comprometidos, pero ambos deseábamos entrar en ese infierno interesante de ser amantes.

—Tengo mucho que hacer hoy; te veo mañana en el apartamento, quiero cocinar para ti —le dije.

Otra cita más, las cosas cada vez se volvían más significativas. Qué le podíamos hacer si dos personas comprometidas buscaban desesperadas ahogarse en una aventura de amor maravillosa.

Llegó la siguiente noche romántica, ya mis amigas habían partido a sus casas. Estábamos solos, en el balcón de aquel piso número 9, en una torre y con dos copas de vino. Sentía que él esperaba de mí todo lo que un hombre y una mujer desean. Penetrarnos.

¡Pero no! Había una confesión antes de iniciar este juego de amantes, incluso antes de que cambiara su vuelo aquel domingo.

—Soy casada —dije fríamente, como dispuesta a enfrentar lo que venga—. Y sé que a partir de que se acabe esta cena no querrás verme y te sentirás feliz de no haber cancelado tu vuelo aún.

—Soy casado con niños —respondió él.

Tragué lento, no podía creer que estuviese entregando mi tiempo a una persona casada, aunque yo también lo estaba. Era algo egoísta este pensar.

Y entonces él continuó:

—Ahora, por tu honestidad, te admiro más, y estoy dispuesto a pagar un precio y correr el riesgo para tenerte a mi lado.

—¿De verdad? Yo tenía miedo de que pensaras lo contrario —le dije.

—Solo déjame decirte que eres una mujer increíble.

—Entonces, ¿amantes? —pregunté atrevidamente.

Y él, con su encantadora voz, respondió:

—Sí, amantes, aunque pertenezcamos a camas diferentes, aunque juzgue la gente.

Hubo risas, estábamos tan felices que no importaba nada más que nuestro mundo. Un beso cerró aquella propuesta.

Aunque esa noche no hubo sexo, empezamos a ser amantes de corazón, de almas, de necesidad el uno del otro. Otra noche más que terminaba conociendo a un ser increíble, que aún seguía aceptándome con mi cruz.

Ernesto viajó a Punta Cana, primero que yo. Y nuevamente, esperaba horas por mí.

Otra vez llegué tarde, pero ahora sentía tristeza por haberlo dejado esperando tres horas más. No era justo. Aunque él estaba dispuesto a esperarme, no se lo merecía.

Llegué, él me miró, me abrazó y se olvidó del tiempo de espera. Me besó y dijo:

—Si hay alguien a quien estaré siempre dispuesto a esperar el resto de mi vida, es a ti, Leny. Te lo juro. Eres mi alma gemela.

—No me digas eso, Ernesto.

Eran las palabras que necesitaba escuchar desde hacía años. Lloré por un momento, no podía creer que una noche en un restaurante pudiera ser tan maravillosa y que, esa noche que brindamos, sellásemos un pacto de un amor que estaba empezando a renacer. Volví, me dirijí hacia él y le pregunté:

—¿Te arrepientes de cancelar tu vuelo?

—La próxima vez que me llegue a arrepentir de algo será de no haberlo intentado.

Llegamos al apartamento, estábamos en el sofá cuando llegó el momento de volvernos a besar, a tocar. Con una pasión salvaje, empezamos a desvestirnos y nos entregamos con intenso deseo. Me rompió el sostén, con su boca me quitó el panty y empezó a lamer mi vagina; sentí que volaba, era algo inexplicable. ¿Dónde estaba escondida tanta pasión, tanta química? Cuando nuestras pieles se tocaron, pecho con pecho, era como si nos hubiésemos conocido de toda la vida, éramos almas gemelas y llegó el momento esperado: la penetración fue mágica, suave pero salvaje e intensa a la vez; tan deliciosa que sentí que lo amaba. Nos desconectamos de este mundo y entrábamos en otro. Un mundo donde no importaba nadie más, convirtiéndonos en uno solo. En una sola piel, en una sola alma, un solo respirar, en un solo orgasmo. Fue una noche prohibida, pero fue una noche para siempre.

Era algo desenfrenado, cada cinco minutos queríamos estar encima del otro y así pasamos toda la noche.

Al día siguiente me desperté y vi que no estaba a mi lado. Me puse nerviosa. «Será que fue un sueño. No, no, ahí está su ropa». Vi una nota en la mesa: Amor, fui a comprar desayuno.

Así que, rápidamente, aproveché la oportunidad para llamar a mi esposo y decirle que todo estaba bien, aunque sé que él fue a hacer lo mismo y que quizás por respeto no me lo dijo. Estuve más tranquila cuando llamé a mi esposo.

Empecé a recordar cada minuto de esa noche y me dije: «¿Quién es este hombre?».

Será que Paulo Coelho tenía razón cuando mostró en su libro, La bruja de Portobello, que si un hombre, que no conocemos en lo absoluto, nos llama hoy por teléfono, charlamos un poco, no insinúa nada, no dice nada especial, pero aun así nos presta la atención que realmente no recibimos por nuestra actual pareja, somos capaces de acostarnos con él esa misma noche relativamente enamoradas. Y, es que, somos así, y no hay nada de malo en ello; es propio de nuestra naturaleza femenina: abrirse al amor con gran facilidad.

Después de tanto tiempo de leer este párrafo, entiendo que sí tenía razón, porque no solo fue su conexión, sino que estaba también en la necesidad de encontrar a un hombre que no fuera mi esposo, aunque me convirtiera en su amante. Un amante que volviera despertar lo que despertó Ernesto anoche.

Y la necesidad hace que los ladrones no sean tan culpables. «Adiós, culpa, disfrutaré de esta semana». Sonreí.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un fin de semana con la esposa de mi amante»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un fin de semana con la esposa de mi amante» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un fin de semana con la esposa de mi amante»

Обсуждение, отзывы о книге «Un fin de semana con la esposa de mi amante» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x