1 ...6 7 8 10 11 12 ...20 5. Historia de las Indias , libro 1, capítulo 28. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986, tomo 1, 174 (en adelante H. I.). Colón, en su primer viaje, llevó cartas de presentación de los reyes españoles al Gran Khan, monarca del imperio tártaro. Cf., Ibíd ., l. 1, c. 33, t. 1, 174. Beatriz Pastor ha analizado de manera muy provocadora la “ficcionalización” que hace Cristóbal Colón de la realidad de las tierras a las que arriba, en obstinada identificación con lugares fabulosos y cuasi-míticos de Asia. Discurso narrativo de la conquista de América (Premio de ensayo de Casa de las Américas, 1983). La Habana: Casa de las Américas, 1984, 17-109.
6. Textos y documentos, xxxii.
7. Los cuatro viajes. Testamento (ed. de Consuelo Varela). Madrid: Alianza Editorial, 1986, 238-247. La obsesión por localizar el paraíso edénico en América perduró. En el siglo diecisiete (1650-1656), Antonio León Pinelo, un peculiar personaje, residente en Lima, escribió un trabajo, con abundancia de textos bíblicos, pretendiendo demostrar que se ubicaba entre el Marañón y el Amazonas. Reeditado como El paraíso en el Nuevo Mundo. Comentario apologético, historia natural y peregrina de las Indias Occidentales (ed., Raúl Porras Barrenechea). Lima: Comité del IV Centenario del Descubrimiento del Amazonas, 1493.
8. Los cuatro viajes , 292-293. Más buscadas que el paraíso terrenal fueron las legendarias minas del rey Salomón, la bíblica Ofir o Tarsis. Los biblistas y teólogos discutieron su posible ubicación en el Nuevo Mundo. El franciscano Bernardino de Sahagún la afirmó, mientras el jesuita José de Acosta la negó. Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España (1582) (ed., Ángel María Garibay). México, D. F.: Editorial Porrúa, 1985, 719. Acosta, Historia natural y moral de las Indias (1590). México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1985, l. 1, cs. 13-14, 40-43. El franciscano fray Toribio de Motolinia afirma que muchos españoles dejaban su tierra natal y se embarcaban para América buscando las minas “de donde el rey Salomón llevó el oro muy fino”; Motolinia (Fray Toribio de Benavente), Historia de los indios de la Nueva España: Relación de los ritos antiguos, idolatrías y sacrificios de los indios de la Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ella ha obrado (ed. de Edmundo O’Gorman). México, D. F.: Porrúa, 1984, trat. 3, c. 11, 167.
9. “Información y testimonio de cómo el Almirante fue a reconocer la isla de Cuba quedando persuadido de que era tierra-firme (12 de junio de 1494)”, del escribano Fernand Pérez de Luna, en Martín Fernández de Navarrete, Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles, desde fines del s. XV . Buenos Aires: Editorial Guarania, 1945, Vol. II, 171-178. Tras prestar juramento todos los miembros de la expedición exploradora que Juana (Cuba) no era isla, sino “tierra-firme al comienzo de las Indias y fin á quien en estas partes quisiere venir de España por tierra“, impuso Colón una multa de 10 000, cien azotes y el corte de la lengua a quien luego contradijese lo así certificado. Véase Georg Friederici, El carácter del descubrimiento y de la conquista de América: Introducción a la historia de la colonización de América por los pueblos del Viejo Mundo . México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986 (original alemán de 1925), Vol. I, 269-270.
10. La idea del descubrimiento de América: Historia de esa interpretación y crítica de sus fundamentos. México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 1951, 42: “La hazaña de Colón es un ‘hecho’ que nada tiene que ver con el ‘descubrimiento de América’”. Ibíd ., 357: “La tesis historiográfica moderna de ese ‘hecho’, a saber, que Colón descubrió América fortuitamente y sin nunca darse cuenta, entraña una contradicción interna insoluble”.
11. La invención de América: Investigación acerca de la estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir . México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1984, 159. Me parece correcta la siguiente apreciación que de la visión de O’Gorman hace Enrique Dussel: “La interpretación de la ‘invención de América’ toma, en primer lugar, a Colón y el ser-ahí europeo como centro del mundo. Y, en segundo lugar, toma a lo encontrado en el Mar Océano como ente. Esto es exacto en la historia y en la realidad de los hechos. En efecto el hombre europeo consideró a lo encontrado como un ente, como una cosa. No lo respetó como ‘el Otro’, como un mundo, como el más allá de toda constitución de sentido posible desde el mundo colombino”. Enrique D. Dussel, “Otra visión del descubrimiento: El camino hacia un desagravio histórico”, Cuadernos americanos , nueva época, Año II, Vol. 3, Núm. 9, mayo-junio 1988, 36. Dussel propuso que el quinto centenario, en vez de ser ocasión festiva y celebratoria —que implicaría consagrar la victoria militar de los poderosos sobre los débiles—, fuese ocasión de penitencia y desagravio hacia los indígenas por los descendientes de los invasores. Desde una perspectiva lascasiana, ¿no habría además que pensar en algún tipo de restitución?
12. Carta titulada Mundus Novus (según la primera edición latina de 1504, en Augsburgo). Reproducida en Henry Vignaud, Americ Vespuce, 1451-1512 . París: Ernest Leroux, Éditeur, 1917, 305 (mi traducción). Véase también la traducción hispana incluída en Américo Vespucio, El Nuevo Mundo, cartas relativas a sus viajes y descubrimientos (textos en italiano, español e inglés; estudio preliminar de Roberto Levillier). Buenos Aires: Editorial Nova, 1951, 171-195.
13. Francisco Esteve Barba, Historiografía indiana . Madrid: Gredos, 1964, 42. El famoso mapa de Waldseemüller, perdido y reencontrado en 1901 en un castillo alemán, se reproduce en Rodney W. Shirley, The Mapping of the World: Early Printed World Maps, 1472-1700 . London: The Hollander Press, 1983, 30-31. El concepto de “nuevo mundo” se impuso gracias, en buena medida, a la popularidad de la obra de Pedro Mártir de Anglería, De orbe novo (“Del nuevo mundo”), publicada en latín por primera vez en su totalidad en 1530, de la cual hay dos traducciones al español: Décadas del nuevo mundo (vertidas del latín al castellano por Joaquín Torres Asensio en 1892). Buenos Aires: Editorial Bajel, 1944; y Décadas del nuevo mundo (2 vols.) (est. de Edmundo O’Gorman y trad. de Agustín Millares Carlo). México, D. F.: Porrúa, 1964-1965.
14. Américo Vespucio: Historia de una inmortalidad a la que América debe su nombre . Buenos Aires: Editorial Claridad, 1942, 52-54.
15. Las Casas explica por qué se llamó “Indias” a las tierras encontradas (nombre que en la terminología oficial española persistió largamente): “Infería Cristóbal Colón... que pues aun no era sabido el fin oriental de la India, que este tal fin sería el que estaba cerca de nosotros por el Occidente, y que por esta causa se podían llamar Indias las tierras que descubriese... porque eran la parte oriental de la India ultra Gangem ”. Ibíd ., l. 1, c. 5, t. 1, 38. El vocablo “Indias” perduró en el uso jurídico y político español, a pesar de que temprano en el siglo dieciséis Juan López de Palacios Rubios, jurista y consejero del rey Fernando, indicó lo inadecuado del término. “El vulgo, en su ignorancia, llama Indias a dichas Islas. No son Indias, sin embargo”. Palacios Rubios, De las islas del mar océano y Matías de Paz, Del dominio de los reyes de España sobre los indios (tr. Agustín Millares Carlo e intr. de Silvio A. Zavala). México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1954, 6. Ejemplo de la persistencia de este erróneo topónimo, y no solo en el “vulgo”, es el acta consistorial de la conversión de la parroquia de México en catedral: “La iglesia fundada en la ciudad de México, en la India, [ in civitate Mexicana in India ] se erigió en catedral”. En William Eugene Shiels, S. J. King and Church: The Rise and Fall of the Patronato Real . Chicago: Loyola University Press, 1961, 341-342.
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