El viernes 13 fue más tranquilo, acompañado de cacerolazos y acciones aisladas, pero la cobertura mediática dejaba claro que lo ocurrido no era un asunto menor, o que se tratara de algunos descarriados utilizados por terroristas. Las protestas no solo eran masivas, sino que tenían una lógica simple: Merino de Lama debía irse. Ese viernes, con partido de la selección peruana en Santiago de Chile de por medio, todo parecía indicar que nada detendría lo que ocurría en la calle.
Eso fue confirmado el sábado 14, tras una autoconvocatoria realizada sobre todo a través de medios digitales como WhatsApp, TikTok o Facebook. La movilización fue mayúscula en todo el país, e incluyó eventos menores pero inusuales, como una protesta frente a la residencia de Ántero Flores, en La Molina, un distrito predominantemente de clase media alta. Hubo movilizaciones distribuidas por todo Lima que fueron convergiendo hacia el centro de la ciudad. Al inicio no hubo mayores consecuencias, pero la intensificación de las protestas y sobre todo el intento de bloquear el paso hacia el Congreso de la República detonaron la represión.
Esta represión fue similarmente mayúscula, mucho más violenta que antes, y resultó en dos muertes y varias detenciones arbitrarias, afortunadamente resueltas relativamente rápido. La escala de la protesta y la indignación por la represión se reflejó en los cacerolazos: después del habitual de las ocho de la noche, ocurrió un segundo a las diez, luego de la noticia de que había al menos un muerto; y otro, convocado como el día anterior a través de medios sociales, ocurrió a la medianoche6. Mientras la policía lanzaba gases lacrimógenos indiscriminadamente, incluso en zonas en donde no había manifestantes o se estaban replegando, la ciudadanía contemplaba una historia fragmentada y parcial, que no podía aún reflejar lo que realmente había sucedido, pero que igualmente servía para dejar en claro que más allá de represión, el gobierno no sabía qué hacer; ni siquiera podía insistir con el argumento del terrorismo o de los manifestantes pagados por fuerzas oscuras, que había quedado cancelado.
Esta incapacidad de respuesta se reflejó en la completa falta de conducción política durante la crisis. En una segunda performance memorable por su torpeza, el primer ministro Flores Aráoz respondió a los periodistas que lo llamaron con un «No sé nada, nadie me responde el teléfono». Merino de Lama no daba la cara, y solo luego se supo que él, junto con varios ministros, se reunían en el Ministerio del Interior. Al menos doce ministros renunciaron entre las 10 y las 12 de la noche del 14, algunos expresando su desacuerdo con la represión, otros sin decir nada al respecto. La soledad del usurpador era a esas alturas más que evidente. Luego se reveló que en algún momento los usurpadores consideraron ordenar a las Fuerzas Armadas salir a las calles, reprimir con más violencia y arrestar a los líderes de la protesta, a pesar de que no hubiera tales (Gorriti, 2020). Las Fuerzas Armadas no aceptaron esa presión y en un comunicado singular7, aclararon que su rol era sostener el orden constitucional y el estado de derecho; algo que nunca antes habían dicho de esa manera en una crisis política.
El silencio de Merino de Lama culminó hacia mediodía del domingo 15, cuando en un discurso tosco y poco articulado, renunció irrevocablemente «a la presidencia de la república», cargo que técnicamente no era el correcto, pues solo estaba encargado de la misma como presidente del congreso. Aunque el Congreso no logró solucionar la situación hasta el lunes por la tarde, quedó claro que el gobierno Merino de Lama había durado menos de una semana, y había sido completamente humillado por la ciudadanía. Ningún actor político formal había podido tomar la iniciativa durante esos días: todo fue auto organizado, todo fue una agregación de acciones que se acumularon hasta hacer la crisis insostenible.
2En febrero de 2021 se reveló que Vizcarra, al igual que dos de sus ministras, había aceptado ser vacunado irregularmente por el equipo de investigación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, que realizaba pruebas de nivel III de la vacuna del laboratorio Sinopharm, de China. El escándalo, llamado vacunagate, fue presentado como prueba de la pertinencia de la vacancia de noviembre. Sin embargo, en el momento en que fue vacado, esa información se desconocía y no fue parte de las acusaciones contra el entonces presidente. No es muy relevante especular sobre cuál hubiera sido la reacción de los peruanos en el caso de que el vacunagate se conociese en el momento de la vacancia, a pesar de que algunos partidarios del golpe han querido retro justificar las acciones de noviembre con el escándalo de febrero.
3Aun cuando sabemos que optó por suicidarse antes que ser detenido en 2019, Alan García Pérez estaba siendo investigado por acciones en su segundo gobierno, y lo que sucedió en el primero no fue lo que produjo su caída en desgracia y suicidio. Por eso decimos desde 1990.
4Gutiérrez (2021) presenta una excelente historia oral de representantes de todos estos grupos.
5 https://exitosanoticias.pe/v1/fernando-dalessio-nuevo-titular-del-minedu-aseguro-que-las-marchas-son-organizadas-por-movadef/
6Una secuencia de los cacerolazos de esa noche, filmada desde la casa del autor, se puede ver en https://vimeo.com/489179235
7 https://www.ccffaa.mil.pe/comunicado-n-017-2020-ccffaa/
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