Vicenta Márquez de la Plata
MUJERES QUE VISTIERON
DE HOMBRE
Mujeres que vistieron de hombre
© Vicenta Mª Márquez de la Plata, 2021
© De esta edición. Ediciones Casiopea
ISBN: 978-84-123188-1-4
Imagen de cubiertas: Juana de Arco, Dante Gabriel Rossetti.
Diseño de cubierta: Anuska Romero
Maquetación: CaryCar Servicios Editoriales
Impreso en España
Reservados todos los derechos
El libro que presenta Vicenta Mª Márquez de la Plata sigue la estela delos otros libros biográficos publicados por la autora. Mujeres que por una u otra razón se han desmarcado de los convencionalismos de su tiempo o puestas ante determinadas condiciones y avatares, han destacado por su bien hacer, su inteligencia o su originalidad.
Las biografías que se presentan aquí tienen como denominador común el hecho de haber vestido como un hombre o incluso haberse hecho pasar por hombres por diferentes causas. Deseo de libertad, de elección vital, de aventuras o de gestión, que hizo a nuestras protagonistas plantearse la necesidad de vestir de manera diferente a como lo hacían las mujeres de su época. De este modo escapaban aunque solo fuera en su interior y temporalmente, a los límites que se imponían a las mujeres. Al vestirse como un hombre, podían sentirse como un hombre, disfrazadas de hombre asumían en parte la personalidad de un hombre. Así Isabel Barreto de Mendaña se torna en su marido fallecido al vestir sus ropas y actúa como almirante o Catalina Erauso en soldado de fortuna. Todavía hoy día quedan vestigios de este proceder, por ejemplo entre las burneshas de Albania, donde una mujer se viste de hombre y asume los derechos, y también las obligaciones, de un varón, convirtiéndose de hecho en un hombre ante esa sociedad, siendo este travestismo aceptado como natural en su entorno.
Márquez de la Plata no solo ha documentado las biografías de las mujeres que presenta, sino que yendo más allá, ha incorporado a ellas las posibles condiciones que las hicieron vestir de varón. Desde las aventuras de Elena de Céspedes y sus múltiples facetas, hasta la bien conocida vida de Concepción Arenal, la autora intenta explicar el porqué de ese travestismo, que propició que estas mujeres pudieran dedicarse a los oficios que realmente les interesaban y en los que, además, destacaron. Así Jeanne Baret, enrolada en la expedición científica de Commerson y cuya colección botánica, extraordinaria, fue estudiada por los botánicos europeos, o James Barry quien como cirujano desarrolló métodos pioneros de higiene en la armada británica.
Alguna de ellas nunca fue descubierta como mujer más que su muerte, tal y como sucedió con Margaret Ann Bulkley que siempre fue conocida en vida como James Barry o cuando en trance de muerte lo confiesan, como la monja alférez.
Además de esto, Márquez de la Plata ofrece un panorama histórico muy bien documentado, de las características de la época en que a cada una de sus protagonistas le tocó vivir, desplegando ante nuestros ojos un vívido mosaico de situaciones económicas, sociales y políticas que hace aún más interesante a las mujeres biografiadas.
Las biografías de estas extraordinarias mujeres son fascinantes y cualquiera de ellas junto con otras que se hicieron pasar por hombres, configuran un universo paralelo femenino cuando para poder ser libre, una mujer tenía que vestirse de hombre.
Este anhelo de libertad, de capacidad de elección, refleja la situación en la cual a lo largo de la historia las mujeres se han visto condicionadas por su sexo a un papel de género impuesto que no desean. En sociedades actuales, como en Arabía Saudí, cada vez más adolescentes deciden vestirse de hombre como modo de evitar las restricciones impuestas a las mujeres en esa sociedad, como forma de rebeldía pero también como un modo de acceder a un modo de vida limitado por su sexo, sin acceso al trabajo o incluso acceder a los médicos si no se lo autoriza su dueño varón en un país donde se ha considerado un logro feminista el poder conducir un coche. Las biografías que se nos presentan de manera amena y fácil de leer. propician una reflexión sobre el papel que las mujeres hemos asumido a lo largo de los siglos y que nos demuestran que, a veces y a ojos miopes, el hábito hace al monje.
Doctora María Elisa Calle Purón.
Profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
Elena de Céspedes (1546 - ¿?)
La primera mujer cirujano con autorización del Protomedicato Médico de El Escorial
SUS ORÍGENES: SUS POSIBLES PADRES. SU HIJO:
Según los documentos que se guardan en custodia del Archivo Histórico Nacional 1, declara Elena que nació en Alhama de Granada, que su madre se llamaba Francisca Medina, que esta fue esclava de Benito Medina, la razón de apellidarse Medina sería que la esclava Francisca tomó el nombre de familia del tal Benito, su amo.
Interrogada por la Inquisición en 1587, declara: mi nombre es Eleno de Céspedes, nací en Alhama y tengo cuarenta y uno o cuarenta y dos años. Si hacemos una simple resta tenemos que había nacido hacia 1546.
Se ha dicho que Elena de Céspedes era hija natural de Francisca y del mencionado Benito y esto lo hallamos repetido en varios autores. Quizá es que se han copiado el dato unos a otros pues en las declaraciones que Elena de Céspedes hace ante la inquisición y al ser preguntada por su genealogía, declaró en la manera siguiente:
Pero hernandez vecino de alama que es labrador y tiene un molino y su madre se llama francisca de medina
Así ella establece, bajo juramento, el nombre de su padre, un tal Pero (Pedro) Hernández, del que añade que era labrador y que tenía un molino.
Es más creíble que el tal Pedro comprase a Francisca, propiedad de Benito Medina, y se casara con ella; y medios no le faltarían pues ser dueño de un molino era una posición envidiable. ¿Fue acaso Elena verdaderamente hija de Benito Medina, y Pero Hernández la crio como su hija? Tampoco podemos asegurarlo ni negarlo, pues a lo que parece estuvo en casa de Benito Medina hasta los ocho años, lo que se aviene mal con ser hija de Pero Hernández. Tal vez Pero Hernández la reconoció como hija para legalizar su nacimiento. Todo son conjeturas.
A los dieciséis años se casó, o mejor, la casaron, con un albañil de Jaén de nombre Cristóbal de Lombardo, del cual tuvo un hijo, al que luego abandonaría en Sevilla. Ante el Tribunal de la herética parvedad, un testigo, bajo juramento declara que Elena: se casó y velo en alama con este y hizo vida marital con este (Cristóbal Lombardo) como tal mujer y del tuvo un hijo que se llamó también Christobal que no sabe esta si es bivo porque lo dejo en Sevilla en casa de Marco Antonio que era extrangero y bive en aquella ciudad y tiene en arrendamiento un horno
No había transcurrido un año desde la boda de Elena de Céspedes con Christóbal Lombardo cuando el marido desapareció de su vida dejándola sola; en todo caso ella creía que su marido había muerto a poco de abandonarla y fue quizá la situación de una joven de dieciséis años con un hijo, viuda, y en una ciudad extraña, lo que hizo que no afrontase su papel de madre y renunciase al niño, Christóbal, del que no se vuelve a saber nada, excepto que fue entregado a un tal Marco Antonio, extranjero. ¿Cómo sirviente? ¿Cómo hijo adoptivo? No lo dice, y para nuestra historia nos basta con que no se quedó con el hijo y que era ella mujer, tal y como afirmaba la Inquisición.
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