Aunque, sin duda alguna, son dos las grandes novelas en las que pueden percibirse rasgos metaficcionales aún sorprendentes en nuestra época. El Quijote , de Cervantes y Tristram Shandy , de Laurence Sterne son obras en las que se encuentran ya muchos de los rasgos característicos de lo que en la actualidad se designa como metaficción. Aun más, pues a diferencia de muchos textos de este siglo, en estas novelas se produce no una mera demostración de genialidad formal, sino también un profundo cuestionamiento de múltiples aspectos que revelan las posibilidades de lo ficticio:
The four self-conscious novelists of the first great age of the novel (from the beginning of the seventeenth century to the end of the eighteen) are Cervantes, Fielding, Sterne and Diderot... They were the first —and Cervantes of course the first among them— to see in the mere fictionality of fictions the key to the predicament of a whole culture, and to use this awareness centrally in creating new fictions of their own. 13 |
Los cuatro novelistas autoconscientes de la primera era de la novela (desde el principio del siglo diecisiete al final del dieciocho) son Cervantes, Fielding, Sterne y Diderot. Ellos fueron los primeros —y Cervantes por supuesto el primero entre ellos— en ver en la mera ficcionalidad la llave del predicamento de toda una cultura, y usar esta consciencia centralmente en crear nuevas ficciones de ellas mismas. |
El origen de lo metaficticional da cuenta de la discordancia temporal entre el fenómeno y su designación. La razón de tal desacuerdo parece encontrar justificación en el hecho de que, si bien es cierto que esta tendencia se produce casi desde los inicios de la literatura, no había sido diferenciada porque los estudios sobre las obras que la presentaban se habían centrado en otros aspectos y porque la metaficción se había producido de manera más o menos dispersa en épocas literarias distintas.
Es sólo hasta el siglo XX que un abundante número de textos presentan rasgos metaficcionales. Cuando los críticos empezaron a identificar estas obras con el subsecuente análisis de sus recurrencias temáticas y formales, se impuso la necesidad de diferenciar, caracterizar y delimitar esta tendencia narrativa: “But it has been the twentieth century that has seen metafictional works beginning to appear with insistent regularity”. 14[Pero ha sido en el siglo veinte donde se ha visto que las obras metaficcionales empiezan a aparecer con insistente regularidad]. Así, la proliferación de textos metaficcionales en el siglo XX provocó, a su vez, una numerosa aparición de estudios alrededor de este fenómeno, el cual, a pesar de su antigüedad, no había sido estudiado hasta hace pocas décadas. Es imposible negar, sin embargo, que lo metaficcional siempre ha estado presente en la literatura y que su presencia se hizo notoria sólo hasta hace poco tiempo debido a su intenso contraste con la estética realista de los siglos anteriores:
Self-reflexivity itself is a deeply ingrained quality in the Western literary tradition. It is now simply being brought to a head by the hyper meta-sensibility of postmodernism in the wake of the demise of nineteenth-century high realism. 15 |
La autorreflexividad es una cualidad arraigada profundamente en la tradición literaria occidental. Ahora simplemente es enfatizada por la hipermetasensibilidad del modernismo a la luz de la desaparición del hiperrealismo del siglo XIX. |
1 .4 El concepto de metaficción
La tardía delimitación y denominación de este fenómeno responde, según Hutcheon, a una fosilización de la crítica que no aceptaba modelos que se encontraran fuera de los tradicionales y que fue incapaz de reconocer, hasta Gass, una nueva tendencia en la narrativa, a pesar de que ya tenía siglos de haberse manifestado:
What was a temporary stage in literature became a fixed definition in criticism from this point on, any form which revealed a moving beyond that stage could only be dealt with in negative terms (as not really a novel, or at best as a new novel or perhaps as a metafiction) rather than being treated in terms of a natural, dialectical development of the genre. 16 |
Lo que fue un estado temporal en la literatura se convirtió en una definición fija en la crítica. A partir de este punto, cada forma que revelara un movimiento alejado de ese estado sólo podía ser tratado en términos negativos (no realmente como una novela, si acaso como una nueva novela o quizá como metaficción) mejor que ser tratada en términos de un natural desarrollo dialéctico del género. |
Este no fue el único problema para el estudio de tal narrativa, ya que la identificación del fenómeno y su denominación no implicaron un estudio sistemático sobre un hecho ya delimitado; así pues, este término, inventado en la década de los setenta, no fue aceptado de manera uniforme. Paralelamente a lo propuesto por Gass, múltiples nombres fueron acuñados para referirse a los textos que presentaban rasgos metaficcionales: “The similar modes have been variously termed: ‘the introverted novel’, ‘the anti-novel’, ‘irrealism’, ‘the self-beggeting novel’”. 17[Los similares modos narrativos han sido denominados de varias formas: “la novela introvertida”, “la antinovela”, “la novela autoengendradora”.]
A los términos anteriores deben sumarse otros: “a proliferation of critical terms used to designate it: ‘fabulation’, ‘surfiction’, ‘parafiction’, ‘superfiction’, ‘post-contemporary fiction’, and (the most persistent) ‘postmodern fiction’”. 18[Una proliferación de términos críticos usados para designarlo: “fabulación”, “sobreficción”, “paraficción”, “superficción”, “ficción poscontemporánea” y (el más persistente) “ficción posmoderna”].
Existen también otros conceptos por medio de los cuales se designan este tipo de textos: “literatura del agotamiento” (“literature of exahustion”), novela reflexiva (“reflexive novel”), “novela autorrepresentacional”, “ficción narcisista” (“narcissistic fiction”) y narrativa “autoreveladora”, e incluso designaciones como “mímesis abortiva” (“abortive mimesis”) y “la muerte de la muerte de la novela” (“the death of the death of the novel”).
Todas estas voces dan cuenta de la complejidad del fenómeno, pues hacen referencia a la multiplicidad de factores, formas y estrategias que se manifiestan en textos de este tipo y, al mismo tiempo, revelan las concepciones particulares de los planteamientos que se han producido sobre este aspecto. Sorprende sobre todo la diversidad de formulaciones, incluso entre aquellas que adoptan términos similares o supuestamente referidos al mismo elemento.
Muchas de las expresiones mencionadas resultan problemáticas en la designación de este fenómeno. Algunas de ellas son reduccionistas, ya que sólo dan cuenta de una de las múltiples características de lo metaficcional; tal es el caso de los conceptos novela reflexiva (reflexive novel), novela engendradora (self-begetting novel) y novela autoconsciente (self-conscious novel) que sólo aluden a algunos de los rasgos que implica un texto metaficcional.
Otras pretenden englobar todos los aspectos implicados por este fenómeno, pero son usadas por un solo autor, lo que supondría cambiar únicamente una etiqueta por otra, por ejemplo, en vez de usar “metaficción” utilizar “surfiction” (“sobreficción” en español, según la traducción de Dotras) y hacer aún más caótica la terminología al respecto.
Algunas nociones, por otra parte, son demasiado generales e imprecisas, por lo que resultan de inmediato inadecuadas para determinar a este tipo de textos. Tal es el caso de antinovela , pues abarca textos no necesariamente metaficcionales, tal como ya lo había señalado William Gass. Resulta sorprendente, entonces, que el término antinovela siga siendo analogado a metaficción por su carácter subversivo y crítico de lo establecido:
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