Afortunadamente, desde hace ya varias décadas, y debido a la proliferación de textos a partir de las ideas de Hutcheon y otros autores fundamentales en el desarrollo de la teoría sobre la metaficción, como Patricia Waugh y Mark Currie, hay cierto consenso en lo que debe considerarse por metaficción. Un análisis diacrónico de todos esos acercamientos revela los múltiples aspectos que la metaficción ha implicado, los cuales no necesariamente constituyen una masa confusa de planteamientos; por el contrario, las diversas aproximaciones dan cuenta de la complejidad y riqueza de la categoría.
Otro de los aspectos fundamentales que destaca al examinar esta cuestión es la diferencia abismal entre el origen del fenómeno y su concepto, lo que demuestra la indiferencia de la que había sido objeto hasta hace pocas décadas, pues aunque sus precedentes se encuentran prácticamente en los inicios de la literatura, sus estudios de manera sistemática no tienen sino relativamente poco tiempo.
1 .2 El origen de un término
Se ha atribuido a William Gass el haber acuñado el término metaficción (así lo afirman Scholes, Alter, Waugh, Currie y casi todos los críticos que exploran este asunto). 6Este autor lo usó por primera vez en 1970 en su libro Fiction and the Figures of Life para señalar una característica que él percibía en distintos textos que se cuestionaban, implícita o explícitamente, sobre la ficción y sus posibilidades en el mismo acto de la escritura. Gass analiza en ese libro una novela metaficcional paradigmática de Nabokov: Rey, dama y valet , pero también menciona las obras de Borges, Barth y O’Brien para examinar y explicar las características de ese tipo de narrativa. Para Gass, la metaficción era un fenómeno equivalente al de distintas áreas del conocimiento, donde se producían diversos metateoremas con una finalidad autorreflexiva. Sin embargo, Gass no proporcionó una clara definición de lo que entendía por dicho concepto, sólo señaló el trabajo de algunos autores que correspondía a lo que él concebía como metaficcional, en los que ciertas formas de la ficción actualizaban aspectos de los textos que hasta entonces no habían sido evidenciados tan claramente:
There are metatheorems in mathematics and logic, ethics has its linguistic oversoul, everywhere lingos to converse about lingos are being contrived, and the case is not different in the novel. I don’t mean those drearily predictable pieces about writers who are writing about what they are writing, but those, like some of the work of Borges, Barth and Flann O’Brien, for example, in which the forms of fiction serve as the material upon which further forms can be imposed. Indeed many of the so called anti-novels are really metafictions. 7 |
Hay metateoremas en matemáticas y lógica, la ética tiene su propia lingüística, en todos lados, jergas para referirse a otras jergas están siendo construidas, y el caso no es diferente en la novela. No me refiero a esas monótonas y predecibles obras acerca de escritores que están escribiendo acerca de lo que están escribiendo, sino a ésas, como algunos de los trabajos de Borges, Barth y Flann O’Brien, por ejemplo, en los cuales la forma de la ficción sirve como el material a través del cual otras formas pueden ser impuestas. En realidad muchas de las llamadas antinovelas son realmente metaficciones. |
En este multicitado fragmento, Gass no sólo creó un concepto, simultáneamente también delimitó el fenómeno aludido por esta noción, al enmarcarlo en un cierto tipo de narrativa y, también, efectuó una diferenciación esencial entre lo que ahora se concibe como metaficción y la llamada antinovela. De esta manera, al distinguir estos dos modos de ficción, Gass puso de relieve la autonomía de dos fenómenos distintos, aunque, como se verá más adelante, algunas veces coincidentes.
El hecho de que esta narrativa recibiera un nombre que la identificara hasta los principios de los años setenta no significa que sólo hasta entonces la metaficción se hubiera manifestado, pues a pesar de que carecía de denominación, no es un fenómeno surgido apenas en este siglo, su origen se remonta, según casi todos los planteamientos estudiados, a un pasado muy lejano: “the term ‘metafiction’ might be new, the practice is as old (if not older) than the novel itself”. 8[el término “metaficción” puede ser nuevo, la práctica es tan vieja (si no es que más vieja) que la novela misma.]
Es por ello que Christensen afirma que, al analizar este concepto, tres elementos deben ser tomados en consideración:
1. El origen del término
2. La designación del fenómeno
3. El origen del fenómeno 9
Al establecer esta distinción se determina el origen del fenómeno, tan lejano como la literatura misma y el origen del término que lo designa, acuñado apenas en la década de los setenta, además de plantearse la necesidad de explorar las propiedades que caracterizan este aspecto.
1 .3 El origen de la metaficción
La metaficción es un fenómeno tan antiguo como la literatura misma. Ésta, que podría ser una afirmación temeraria, encuentra bases para su sustentación al señalar diversas manifestaciones de este tipo de las que se tiene noticia, a través del rastreo realizado por distintos investigadores:
The phenomenon of an artwork mirroring itself as it mirrors reality is of course by no means restricted to the novel: and in literature it could be traced back as far as the bard within the epic in the Odyssey and Euripides’s parody of the conventions of Greek tragedy. Renaissance theater, to cite a central instance, offers many striking examples of such artistic self-consciousness. 10 |
El fenómeno de un arte reflejante en sí mismo como el reflejo de la realidad no está restringido de ninguna manera a la novela: y en la literatura puede ser rastreado tan lejos como el bardo dentro de la épica en la Odisea y en la parodia de Eurípides de las convenciones de la tragedia griega. El teatro del Renacimiento, para citar un modelo central, ofrece muchos ejemplos impresionantes de tal autoconsciencia artística. |
De hecho, la metaficción es tan antigua como las primeras aproximaciones a la literatura. Según Karl Kao es conocido que ya Aristóteles en la Poética se refiere a una obra paródica con elementos metaficcionales:
Examples of such meta-fictional auto-references in Western literature, in fact, have been traced even further back to the Greek tradition, to works of mock-epics and the parodic writings such as that of Hegemon of Thasos mentioned in Aristotle’s Poetics . 11 |
Ejemplos de tales autorreferencias metaficcionales en la literatura occidental, de hecho, pueden ser rastreados incluso más lejos, hasta la tradición griega, en las obras burlescas épicas y en los escritos paródicos de Hegemón de Tasos mencionados en la Poética de Aristóteles. |
La metaficción es aún más clara y sorprendente durante los siglos XVI y XVII. Basta con mencionar Hamlet de Shakespeare y en la tradición literaria hispánica La vida es sueño y El gran teatro del mundo , de Pedro Calderón de la Barca; Lo fingido verdadero y Los locos por el cielo , de Lope de Vega; El vergonzoso en Palacio y La fingida Arcadia , de Tirso de Molina; El retrato de las maravillas , Los baños de Argel , La gran sultana , La entretenida y Pedro de Urdemalas , de Cervantes. Esto es aún más evidente en los textos de carácter burlesco, donde la intertextualidad, la parodia y la tematización de la ficción son necesarias en la construcción de estas obras. Tal es el caso de las comedias burlescas El cerco de Tagarete , de F. Bernardo de Quirós o de Las mocedades del Cid , de Jerónimo de Cáncer. 12Tampoco se puede dejar de lado el teatro cómico breve, en el que un gran número de textos, jácaras, loas, entremeses y mojigangas hacen referencia a su carácter ficticio.
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