Este ESTUDIO PRELIMINAR no es sin embargo isomorfo a la obra de Deleuze. No tiene formato rizomático sino arborescente. Propone una segmentariedad, y por tanto una organización, una circularidad (primero un concepto rudimentario para empezar; luego conceptos cada vez más amplios y precisos) y, sobre todo, una linealidad, un recorrido que presenta una serie de episodios (indudablemente litigiosos).(19) En este capítulo presentaré el corazón o el centro del círculo, el episodio fundacional de esta novela de formación en la que propongo transformar la obra-rizoma de Deleuze. Construiré para ello una de las ontologías que pueden rastrearse allí. Esta interpretación se basa en Diferencia y repetición (obra de 1968), y conecta fértilmente con el resto de la obra, anterior y posterior, del filósofo francés. Nuevamente, esta ontología no es presentada en las primeras páginas de Diferencia y repetición y luego desarrollada con orden y método en capítulos distintos, sino que empieza en la mitad , es decir, en los capítulos cuatro y cinco de un libro que tiene cinco, además de un prefacio, una introducción y una conclusión. Los primeros tres capítulos son una propedéutica filosófica, es decir, los desarrollos preparatorios, a través de una singular presentación de las formas en que la filosofía se pensó a sí misma (tanto en sus líneas hegemónicas como en aquellas que intentaron una ruptura o un desvío; tanto como filosofía de la identidad, la trascendencia y la equivocidad, como filosofía de la diferencia, la inmanencia y la univocidad), y de cómo estas se asentaron en un sentido común, en una imagen dogmática del pensamiento que plantó árboles en las cabezas de Occidente, o que hizo que en Occidente se confundiera pensar con seguir los caminos por las ramas del árbol de la sabiduría. Solo entonces Deleuze arranca con su propia ontología, en la cual debemos distinguir tres tipos de multiplicidad fundamentales (y que constituyen una segmentariedad ternaria). Veamos un breve pantallazo, como hoja de ruta que enmarca los capítulos V, VI y VIII de este ESTUDIO PRELIMINAR, dedicados a cada una de esas multiplicidades:
1) multiplicidades extensivas (capítulo V): discretas, medibles, cerradas sobre sí mismas; se conectan con otras “partes” extensivas de manera extrínseca (la idea de sentido común de lo múltiple, del atomismo, de la sociedad compuesta por individuos); se dividen sin cambiar de naturaleza (corto en dos un trozo de madera de algarrobo y tengo dos trozos de madera de algarrobo; divido el agua en dos vasos y tengo dos vasos de agua…); pueden medirse, ordenarse, segmentarse.
2) multiplicidades intensivas (capítulo VIII): aumentan y disminuyen entre límites variables; cambian de naturaleza al dividirse; tienen la forma de pliegues expresivos. El agua no es la misma antes y después del punto de hervor o de congelamiento (cambia de estado: de líquido a gaseoso, o a sólido). El rostro no es el mismo antes y después de ver el cuchillo del asesino o la llegada del ser amado. Si divido 30 grados de temperatura en dos, el calor se transforma en frío. Pueden medirse, pero de manera indirecta (el termómetro transfiere a magnitudes extensivas elementos intensivos: la subida del mercurio expresa un aumento calórico). Están constituidas por una síntesis asimétrica , una diferencia de intensidad que le es propia, una tensión constitutiva (como el efecto de profundidad que produce la diferencia de visión entre el ojo izquierdo y el derecho; como la electricidad y la diferencia entre el polo positivo y el negativo; como la condensación de vapor en el vidrio por la diferencia entre el frío del patio y el calor de la estufa del comedor).
3) multiplicidades ideales (capítulo VI): relaciones diferenciales entre variaciones indeterminadas que producen singularidades. Deleuze recurre a la matemática para ilustrar su constitución. El símbolo matemático dx hace en efecto referencia a magnitudes que en sí mismas están totalmente indeterminadas (no tienen valor, ni magnitud asignable), y sin embargo están perfectamente determinadas respecto a otras magnitudes (ellas mismas también indeterminadas) con las cuales entran en “relación diferencial”. De allí la fórmula de la relación diferencial dy / dx (“¡gran descubrimiento matemático!”(20) –que Deleuze y Guattari utilizarán en El Anti-Edipo para pensar el capitalismo –).(21) La Idea deleuziana no se agota en la relación diferencial, sino que implica una serie de relaciones diferenciales que darán lugar a las singularidades (los valores de dy / dx ).(22) Las Ideas no son solo matemáticas, sino también físicas, psíquicas, poéticas, lingüísticas, biológicas, sociales, etc.
El juego entre estas tres multiplicidades dará lugar a las efírmeras y precarias identidades que pueblan el mundo, las cuales Deleuze nombrará con el término técnico de “agenciamiento”; estas no derivan de una identidad o unidad primera sino, precisamente, de una lógica de la diferencia. La belleza del asunto es que cada uno de los tres planos están constituidos por multiplicidades, es decir, que la diferencia se diferencia ; que la diferencia difiere de sí misma de acuerdo al plano desde el cual la estemos considerando. Y teniendo en cuenta que las multiplicidades son modos de relación y no características de los elementos, cada una tiene su forma específica de relación (extrínseca en las multiplicidades extensivas; asimétrica entre multiplicidades intensivas; diferencial en las multiplicidades ideales). Estas multiplicidades, al mismo tiempo, insisto, deben relacionarse entre sí; lo harán –como veremos– siguiendo lo que Deleuze llama la lógica del pliegue. Las intensidades son pliegues de las Ideas; las extensiones, despliegues de esos pliegues intensivos. Nada se pierde nunca: las Ideas permanecen implicadas cuando las intensidades las envuelven; las intensidades insisten en la extensión en la que se despliegan, actualizándose, encarnando. Volveremos sobre esta relación pliegue-implicación-despliegue; pero anticipemos el resultado de todo el proceso: los tres planos o tipos de multiplicidades son inmanentes entre sí. Lo cual nos lleva al problema de la inmanencia y la multiplicidad del próximo capítulo.
18. | Véase SELECCIÓN DE TEXTOS, III: Una ontología de la multiplicidad, fr. 16.
19. | Ibid ., fr. 9: “Estamos segmentarizados linealmente, sobre una línea recta, líneas rectas, donde cada segmento representa un episodio o un proceso litigioso”.
20. | Ibid ., fr. 33.
21. | Ibid ., fr. 34.
22. | Todas estas complejas cuestiones matemáticas están bella, clara y rigurosamente explicadas por Gonzalo Santaya (2017).
IV
Hay una multiplicidad de multiplicidades, que son sin embargo inmanentes entre sí. Lo cual es en principio una contradicción, al menos aparente: decir que son inmanentes quiere decir que la diferencia es en realidad una; decir que son múltiples quiere decir que la diferencia no puede ser nunca una. Esta tensión está resumida en una bella y célebre frase, con la que cierra Diferencia y repetición : “Una sola y misma voz para todo lo múltiple de mil vías, un solo y mismo océano para todas las gotas, un solo clamor del Ser para todos los entes”.(23) En esta tensión yace la clave de la filosofía deleuziana.
Deleuze está desmontando la más vieja solución a uno de los grandes problemas de la filosofía, uno de los asombros que están en su génesis allá por Grecia, allá por la era pasada: el hecho de que las cosas son al mismo tiempo unas y múltiples. El movimiento hace vacilar la unidad de la materia: ¿es este río en que me baño hoy el mismo en el que me bañé ayer a pesar de que sus aguas han descendido por la vertiente y se han renovado por nuevas aguas? La multiplicad del tiempo hace vacilar la unidad del Yo: ¿cómo puedo ser yo el mismo que fui de joven; cómo puedo ser el mismo cuando estoy fatigado y descansado; cómo puedo ser el mismo triste y alegre, solo y en compañía, en salud y en enfermedad, encerrado y andando por la montaña? Pero no solo el tiempo que pasa hace vacilar la unidad del Yo: aun en el mismo instante la multiplicidad de las cualidades, las facultades y los humores hacen tambalear también la unidad. ¿Soy el mismo en tanto huelo este pan caliente y en tanto escucho esta música y en tanto veo esa mujer y en tanto me invade esta melancolía? Y hay fisuras más profundas, vacilaciones dentro de lo más idéntico, coexistencia de los contradictorios en lo que nos constituye en lo más fundamental: puedo estar hambriento e incapaz de tragar un solo bocado; puedo estar vivo y muerto; puedo amar y no amar a la misma persona en el mismo terrible instante.
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