Contrario a lo que muchos historiadores afirman, la misión de San Bruno no fue la primera establecida en California. (2) Este honor le cupo a la misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Californias, iniciada por Kino en la bahía de La Paz en abril de 1683. En el primer capítulo de este libro veremos los detalles de esta fundación y el por qué fracasó. San Bruno fue la segunda misión californiana y en el capitulo dos se estudian los detalles de sus inicios y desarrollo, así como las exploraciones llevadas a cabo por Atondo y Kino en el interior de California. Se concluye tal capítulo con el abandono de San Bruno. En el tercer capítulo veremos los últimos y desesperados esfuerzos por parte de Kino y Atondo para que el proyecto de evangelizar California no fuera abandonado.
En el capítulo cuarto encontramos a Kino ya instalado en Sonora, y le damos seguimiento a sus esfuerzos por regresar a California. Incluimos como el padre Juan María Salvatierra se une a los esfuerzos de Kino y finalmente logra los permisos para regresar, fundando así esta tierra. A pesar de conseguir el permiso, Kino no pudo acompañar a Salvatierra, por lo que da inicio a las exploraciones de la desembocadura del río Colorado, las que lo conducirán al descubrimiento de la peninsularidad de California.
En el capítulo 5 se analiza todo lo que realizó Kino a favor de California desde sus misiones en la Pimería, actualmente en los estados de Sonora y Arizona. Los esfuerzos que invirtió Kino en ello fueron muchos, grandes y de muy distintos tipos, los que son detallados en dicho capítulo. La presencia de Kino en la Pimería fue fundamental para California y sin ella no es posible explicar el establecimiento y consolidación del proyecto misional californiano. En este sentido consideramos que la fundación de California no se dio con Salvatierra, sino algunos años antes, con la expedición de Atondo y Kino, y gracias a la visión de Kino. Lo que hizo Salvatierra fue continuar lo que Kino ya había empezado y dejó trazado su rumbo cuando, contra su voluntad tuvo que abandonar. El de Kino fue un proceso interrumpido, no cancelado ni abortado, que Salvatierra prosiguió justo donde lo dejó Kino.
Kino fue un personaje visionario. Vio mucho más allá que la mayoría de sus contemporáneos. En la medida que fue expandiendo su trabajo, realizó una serie de propuestas que por desgracia no fueron escuchadas. De haberlo sido el destino de la Pimería y de todo Norteamérica hubiera sido otro. Tuvo una clara conciencia de que había que insertar las provincias del noroeste en la globalidad del mundo, pensando globalmente y actuando localmente. En los capítulos 6 y 7 analizamos las propuestas de Kino para la expansión hacia el norte y noroeste. Igualmente Kino hace algunas predicciones negativas, las que finalmente se cumplieron porque en su momento no se hizo caso de estos señalamientos. En el último capítulo se reflexiona sobre lo ocurrido con sus propuestas y proyectos después de su muerte.
Además de la interpretación que hacemos de los textos y estudios consultados, al final de cada capítulo incluimos una selección de documentos de los testimonios más importantes para nuestro estudio. Cartas, diarios, informes, cédulas, etc. Al poner al alcance de los lectores estos documentos podrán por si mismos corroborar nuestra interpretación, o sacar sus propias conclusiones. Poder leer los documentos es ciertamente una forma de acercar al lector a los acontecimientos y a los personajes. Ellos nos hablan de tierras que nunca antes habían sido vistas por europeos, dejándonos ver lo que los sorprendía y maravillaba, pero también lo que los atemorizaba. Ahí se plasman esperanzas y miedos de los protagonistas, sueños y ambiciones, encuentros y desencuentros. Son testimonios sorprendentes de cuando California aún era territorio indígena y su fundación apenas un ideal.
Al publicar estos textos les actualizamos la ortografía con el fin de que a los lectores, sobre todo aquellos que no son historiadores, se les facilite su lectura. Igualmente cabe mencionar que a lo largo del texto que preparamos intercalamos en numerosas ocasiones citas de los mencionados documentos, con la finalidad de que sean las palabras de los actores principales las que, en la medida de lo posible, vayan relatando la historia que presentamos.
Un aspecto de suma importancia en este ensayo es la serie de mapas, más de 30, en donde mostramos las rutas de exploración que tienen que ver con California, tanto en la misma península, como las que realizó desde la Pimería. En esta serie cartográfica presentamos cada una de las entradas, tanto por mar como por tierra, que se efectuaran dentro de la expedición de Atondo. También mostramos en forma individual todas las entradas que Kino realizara a los ríos Gila y Colorado desde sus misiones de la Pimería, incluyendo aquellas en las que subió a unos volcanes para apreciar mejor la desembocadura del Colorado.
Desde luego, en este trabajo no podían faltar reproducciones e interpretaciones de los mapas que el mismo Kino elaboró sobre sus entradas a Californias y exploraciones desde la Pimería. Los mapas antiguos son una herramienta de primer orden en el estudio de la evolución histórica de las regiones. Sin embargo, estos documentos suelen ser poco consultados por los historiadores del noroeste de México. Igualmente consultamos, e incluimos en este estudio, numerosos mapas, anteriores y posteriores a Kino, con el fin de contextualizar su obra cartográfica y geográfica.
Imagen 3. Desierto de Altar, Sonora. Kino dejó el verdor de su tierra, por venirse a los desiertos de California y Sonora. Exploró ampliamente estos áridos horizontes y encontró en ellos seres humanos que le dieron sentido a su vida. Fotografía de Enrique de Velasco.
Otro aspecto de este estudio es que los autores procuramos visitar muchos de los sitios explorados por Kino, y seguir en el campo las rutas que trazó, tanto en California como en la Pimería. En muchos casos estas visitas las hicimos a la manera de Kino, es decir, a caballo. También lo hicimos en vehículo y en otras ocasiones a pie. Conocer las costas, el desierto, las sierras, las llanuras, los ríos y tantas partes de la geografía de las regiones que Kino exploró y recorrió a fondo, es ciertamente una gran experiencia, una experiencia memorable para los autores de este libro, ya que mucho nos acercó a nuestro personaje. Visitar las misiones y sus vestigios, seguir las veredas, orientarnos con los mapas y los diarios de Kino, acampar en los parajes donde acampó, ver paisajes muy parecidos a los que observó, seguir sus huellas, beber agua de los mismos manantiales, encender fogatas donde él las encendió y ver cielos llenos de estrellas como él los observó. Todo esto nos enriqueció y nos permitió conocer mejor al padre Kino, y desde luego amar con profundidad a nuestra tierra y sus raíces.
Cruzamos a pie la Sierra de La Giganta siguiendo la ruta entre San Bruno y el Pacífico. También ascendimos el volcán Santa Clara para constatar esa primera visión que condujo a Kino a concluir que California es península. Visitamos la junta de los ríos Gila y Colorado en los parajes donde tantas amistades trabó Kino con los indios. Registramos la cuenca baja del Colorado buscando los recuerdos de Kino. Estuvimos en los vestigios de San Bruno, en la bahía de La Paz, en Sonoyta, Caborca, San Javier del Bac y tantos otros sitios que Kino transformó con su presencia. Estuvimos en el sitio de Nuestra Señora de los Dolores, en donde ciertamente nos emocionamos porque ahí surgieron y maduraron muchos de los sueños de Kino. Estuvimos en el Golfo de California, ese mar que tantas veces cruzó a lo largo de sus proyectos califórnicos. Procuramos visitar y conocer cada uno de los espacios geográficos donde Kino dejó su huella. Y desde luego, no nos olvidamos de su natal Segno, en el norte de Italia, donde tuvimos la oportunidad de saludar a la familia Chini, descendientes de la familia de nuestro misionero. Visitamos su casa natal y el templo donde fue bautizado. No dejamos de ver Sevilla y Cádiz, ahí vivió dos años antes de emprender el viaje a su destino. Tampoco nos faltó Magdalena de Kino, en donde murió y descansan sus restos.
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