Enrique Obrero - Los niños de los árboles

Здесь есть возможность читать онлайн «Enrique Obrero - Los niños de los árboles» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los niños de los árboles: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los niños de los árboles»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la primavera de 1974, en los estertores del franquismo, a raíz de la desaparición de un niño, un grupo de escolares se rebela contra la tiranía de los maestros y los continuos castigos que ocurren intramuros de una institución pública de enseñanza de la época, el Colegio Nacional Amanecer, en el humilde barrio de Usera, al sur de Madrid. Tan insólito suceso y la extracción de un cadáver carbonizado del fondo del río Manzanares, agitan ese microcosmos languideciente que había girado en torno a una vida rutinaria y gris, donde casi nuca pasaba nada.

Los niños de los árboles — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los niños de los árboles», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero mientras fue caudillo en clase, aunque era de baja estatura y cuerpo esmirriado, que cubría de amplísimos trajes, don Rafael deshizo a los alumnos solo con su pétrea mirada y la amenaza de su vara, siempre asida por su puño diestro, como dispuesta a escarmentar cualquier desliz en una conjugación verbal o el más leve error de cálculo de una operación matemática expresada en tiza sobre la pizarra.

Y si todos los maestros eran los dueños absolutos de sus clases, el director don Alberto lo era de todo el Colegio Nacional. Sus tentáculos impregnaban de autoridad cada centímetro cuadrado de la fortaleza académica, delimitada por cuatro insalvables muros, altísimos aún para los de octavo de Educación General Básica. A simple vista, don Alberto dominaba todo el recinto desde su despacho, enclavado a modo de atalaya en el corazón del edificio principal, bajo la sombra oscilante del Águila de San Juan abanderado en rojo y gualda, al que rendían pleitesía al arrancar cada semana.

Otros maestros, como don Pedro, un hombre de cara ancha y mofletuda, de mirada limpia y aspecto bonachón, pero igual de implacable a la hora de imponer castigo a la más mínima oportunidad, ordenaban a los alumnos en función de los resultados obtenidos en las pruebas quincenales de sus asignaturas. Como don Pedro impartía Ciencias de la Naturaleza, Ciencias Sociales y Religión, obteniendo tres dieces en cada materia se alcanzaba una puntuación máxima de 30 puntos que se sumaban a los obtenidos en los exámenes anteriores, a modo de tabla clasificatoria. Así, según las notas de cada parcial podía cambiar la posición en clase desde el primer al último colegial. Julián nunca fue líder ni definitivo, ni provisional, por adición de calificaciones, pero solía ocupar puestos UEFA, siempre viendo de cerca la cara del profesor, mientras Manuel apoyaba su nuca en la pared del fondo, luchando por no repetir curso y descender a segunda.

En apariencia, Manuel disfrutaba y sufría la infancia como cualquiera. De voz susurrante, quebrada y miedosa, bajo un rostro angelical de tez blanca y serpenteante melena dorada, adolecía en sus grandes y redondeados ojos azules de una constante expresión, como en un único fotograma, de sempiterna pesadumbre. Vivía con su madre y su hermana en un bajo junto a uno de los frondosos pasillos arqueados frente a la puerta principal del colegio. Apenas conocía a su padre, dos semanas cada mes de agosto y una en Navidad en casi once primaveras, algo más de medio año en toda su vida. Como otros dos millones de españoles emigró a Suiza a mediados de los 60 en busca de oportunidades. El Suizo despotricaba del duro trabajo en la fábrica de motores donde incluso dormía, o de la humillante prohibición de entrar en algunos establecimientos de Berna, donde colgaban carteles en la puerta impidiendo el acceso a perros y a sus compatriotas. Pero el más cruel tormento que el emigrante decía padecer en el país helvético era la proscripción del agrupamiento familiar, que dejaba de facto a Manuel, huérfano de padre 49 de las 52 semanas del año.

Ni su hermana Coral, un año mayor que él, la más bonita de las veinte calles de la colonia y de otras mil si las hubiere a ojos de Julián, recordaba imagen nítida del cabeza de familia. Si acaso algunas rugosas y desenfocadas instantáneas en blanco y negro, mitad disparadas en Berna, mitad en Madrid, de una vida en tono gris, acumuladas por su madre en una caja de zapatos de Los Guerrilleros, en cuya tapa superior destacaba su célebre eslogan: No compre aquí, vendemos muy caro .

Como una estrella del celuloide se proyectaba Coral en las pupilas de Julián. Melena rubia y ondulada, burlona sonrisa y mueca altiva, esbelta, de interminables piernas e incipientes pechos, aún libres sin sujeción, que se vislumbraban blanquísimos, como toda su epidermis, bajo las finas blusas dominicales de bien entrada la primavera. Su voz le acariciaba unas veces los oídos y otras le llegaba áspera, fría y distante según tuviera ella el momento o el día. Pero en el horizonte de sus ojos azul turquesa detectaba siempre la misma expresión que en Manuel, el mismo quebranto de consanguinidad.

Para Pilar, la madre de Manuel y Coral, que aún no había cumplido los treinta y tres, también era una tortura luchar cada día con tan prolongadas ausencias de su cónyuge. Debía esforzarse con denuedo para que el rostro de Manuel no se volatilizara de su mente y sobre todo para que la llama de su amor no se extinguiera en su interior. Quizá para mitigar su pesadumbre vestía colores alegres y vivos, en modelos ajustados para lucir su voluptuosa figura, rematada en las alturas con una carita morena agitanada, en las antípodas de la palidez cutánea de sus retoños, y melena larga y negra que ondeaba al viento, como un preciado estandarte.

Pilar era su nombre de pila bautismal, y así era referida en su presencia, pero al darse la vuelta las lenguas viperinas le llamaban, no Pilar, si no la Pilingui, apelativo articulado siempre con musical socarronería y repulsiva gestualidad. Y más por habladurías y chismes derivados de la tirria por la belleza de tal señora, que por empíricas razones, la emigración del esposo, acaecida con Pilar aun sosteniendo con un brazo a Manuel para que chupara de su teta y estirando el otro para limpiarle los mocos a Coral, fue vista por una considerable proporción de mujeres y hombres de la colonia cuanto menos como sospechosa.

Las mismas mujeres que en su cara elogiaban sus arrestos para sacar adelante a su familia en absoluta soledad, los mismos hombres que se ofrecían como buenos vecinos para ciertas chapuzas domésticas, que ella amablemente siempre rehusaba, sentenciaban a Pilar a su espalda, como una ingrata que había deshonrado a su bondadoso y buen marido hasta hacerle abandonar el hogar de sus hijos y huir a tierras extranjeras. Estaban convencidos de que la marcha del Suizo se debía a su hastío por los cuernos tan grandes que le ponía tan insensible mujer. Y no perdían tiempo en propagar que media colonia era susceptible de haber compartido las mismas sábanas que la adúltera, y ni don Ramón, el dueño de la camisería, el varón menos mujeriego de las veinte calles, al que no se le conocía hembra alguna en el preceptivo pase de revista del paseo dominical, estaba libre de sospechas.

Capítulo 7

Por aquel entonces la Historia era un tótum revolútum para él e imaginaba que para cualquiera de su mundo de la Colonia Moscardó, de la que mínimamente se ausentaba. Veinte calles, no demasiado extensas, que ocupaban un espacio urbano similar al de un pueblo ordinario, ante sus ojos aparecían como un inabarcable hábitat de veinte inmensos continentes. Los monólogos históricos de clase, expuestos por el profesor con la misma épica que las disertaciones del crítico de la tele sobre las películas bélicas en Sesión de Noche , convivían dentro de su ser en la cotidianidad del presente, adquiriendo verosimilitud las más disparatadas coetaneidades de personajes, aunque les separasen siglos de existencia. Así, si algún amigo de taberna de su padre le preguntaba un domingo a mediodía, entre cortos, chatos y pinchos de boquerón, bajo la sinfonía de vasos y cubiertos y el murmullo de los parroquianos, qué quería ser de mayor, mientras le obsequiaba con un kas de limón, sin dudarlo un instante, con la misma seguridad con la que a diario gritaba «presente» al oír sus apellidos precediendo al nombre en la pasada de lista del maestro, contestaba:

—Yo, romano.

Y es que estaba convencido de que en unos años podría colocarse en una centuria si bebía mucha leche hasta poseer huesos y músculos de piedra como los de Urtain, el Tigre de Cestona, tres veces campeón de Europa de los pesos pesados o del Oncebrutos, el hombre más fuerte del barrio, del que circulaba la hazaña de haber dislocado la muñeca de once rivales en el Campeonato de Pulsos de las Fiestas de la colonia. Quién sabe, quizá la cabeza viviente del mueble de Dolores sería algún día su centurión y hasta podría ganarse su confianza y convertirse en su optio más fiel.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los niños de los árboles»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los niños de los árboles» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los niños de los árboles»

Обсуждение, отзывы о книге «Los niños de los árboles» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x