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En relación con las causas de los conflictos armados, los especialistas mantienen razonados debates. Sin entrar en ellos, relacionaremos algunas de las principales posibles causas que pueden conducir a los enfrentamientos violentos.
Entre las causas de carácter interno se pueden destacar las siguientes: la pobreza y el subdesarrollo económico, porque generan, en las poblaciones que los padecen, problemas sociales graves, como la falta de alimentos, de trabajo, de servicios sanitarios y educativos, que pueden fomentar el enfrentamiento violento entre diversos grupos de la sociedad; la codicia y las disputas por el control de recursos naturales (agua, petróleo, gas, coltán, oro, diamantes, fosfatos, cobre, maderas tropicales, etc.) y por el de los territorios estratégicos desde los que poder controlar estos recursos; las reivindicaciones identitarias, de autodeterminación o de mayor autogobierno, reclamadas por comunidades o minorías que se sienten oprimidas o marginadas por sus gobiernos o estados; la instrumentalización y la manipulación de los resentimientos que puedan existir entre diferentes grupos étnicos por parte de determinados líderes, grupos, instituciones y medios de comunicación; el monopolio del poder ejercido por un colectivo étnico y su uso en contra de los intereses de los otros grupos étnicos; la existencia de estados, regímenes, sistemas políticos y gobiernos dictatoriales, opresores, tiránicos, represores, explotadores, injustos o que violan los derechos humanos; y la disputa violenta del poder por parte de las elites del propio aparato de Estado.
Entre los factores externos que pueden contribuir al estallido y desarrollo de los conflictos bélicos se pueden citar los siguientes: el comercio internacional de armamentos, en particular el de las armas pequeñas y ligeras (pistolas, rifles, granadas, morteros, etc.), que son las que más se utilizan en los conflictos armados actuales, por su fácil manejo, y que pueden adquirirse fácilmente y a bajo coste en el mercado negro; la actividad de los grupos vinculados a Al Qaeda; y la guerra contra el terrorismo liderada por Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre del 2001, que hasta ahora se ha concretado en las intervenciones militares de Afganistán e Irak.
Finalmente, debemos mencionar que otra causa de las guerras, en este caso de su reproducción, es la no resolución de las reivindicaciones o de los agravios que han desencadenado el conflicto armado, una vez cesado el enfrentamiento violento. La triste realidad es que en bastantes ocasiones la guerra reaparece porque los acuerdos que condujeron al fin de las hostilidades armadas no eran sólidos o no se cumplieron. Paul Collier ha proporcionado un dato muy elocuente sobre el resultado de los acuerdos de paz suscritos en los últimos años: «cuatro de cada diez sociedades firmantes de un acuerdo de paz han recaído en la violencia menos de una década después». [6]
Una vez señaladas estas posibles causas de las guerras, que pueden servir de orientación para estudiar los conflictos armados actuales, cabe añadir que sólo el análisis histórico concreto de cada uno de los conflictos puede determinar qué causas los provocaron.
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Acabaremos con unas reflexiones básicas que pensamos que deben ser tenidas en consideración a la hora de analizar los conflictos bélicos y sus raíces históricas.
1) Es un error analizar los conflictos armados y sus raíces históricas a partir de un modelo general en el que supuestamente han de encajar forzosamente todos los casos. Cada conflicto bélico tiene sus propias causas y factores explicativos, tanto de orden interno como internacional. En cada uno de ellos inciden actores y grupos diferentes. Cada uno de ellos cuenta con unos antecedentes históricos propios. Por lo tanto, conviene analizar cada conflicto en concreto.
2) En la gestación y el estallido de cada conflicto armado suelen confluir factores de origen histórico diverso: del pasado lejano, del pasado más próximo o de la coyuntura más reciente. A la hora de proceder a analizarlos conviene precisar los distintos factores y sus orígenes, tanto los históricos como los recientes, ya sean internos o internacionales, que han contribuido a crear un clima bélico o a establecer las condiciones que han hecho posible la guerra, y hay que identificar cuáles son los factores directamente precipitantes o desencadenantes del conflicto armado.
3) Es preciso evitar las explicaciones parciales de las causas de los conflictos armados y de la violencia. Como afirma Ferran Iniesta en el artículo que aquí se publica, «rara vez hay un conflicto de raíz única». En el mismo sentido, Paul Collier ha señalado que «casi todos los conflictos presentan múltiples niveles de causalidad». [7]Por lo tanto, se impone llevar a cabo una interpretación y explicación multicausal o multifactorial de los conflictos armados, en la medida en que los elementos que inciden en su gestación y desarrollo acostumbran a ser de naturaleza diversa: económica, social, religiosa, cultural, política, medioambiental, étnica e ideológica. Es necesario estudiar también la interrelación que suele haber entre todos estos factores.
4) Los factores que pueden incidir en el estallido o agravamiento de una guerra pueden ser tanto de carácter internacional como nacional y regional, tanto internos como externos al país que padece directamente el conflicto armado. El desarrollo de un conflicto puede repercutir en toda la región en la que está inserto, radicalizando las posturas enfrentadas: por ejemplo, el conflicto entre Israel y Palestina repercute en todo el mundo árabe, el conflicto de Afganistán repercute en Pakistán, el conflicto de Irak repercute en Irán, etc.
5) Conviene detectar los mitos, las deformaciones y las invenciones sobre el pasado y sobre el presente que utilizan algunos contendientes para justificar sus actuaciones violentas o sus proyectos excluyentes. También es importante examinar el proceso de construcción de la imagen del enemigo. Todo ello, puede desempeñar un papel de aceleración o de desencadenamiento de los conflictos armados en la medida en que sean capaces de generar odio y de movilizar a sectores de la población hacia el enfrentamiento violento contra otros sectores de la sociedad.
6) El fanatismo religioso o el nacionalismo excluyente pueden ser una causa de las guerras. Pero conviene aclarar que la existencia de diferencias nacionales, étnicas o religiosas no tiene por qué conducir forzosamente al enfrentamiento violento. En cambio, la manipulación política e ideológica de estas diferencias sí que puede provocar el conflicto y la guerra.
7) Hay que tener en cuenta los diferentes intereses y proyectos presentes en un conflicto armado. Se ha de poner en claro cuáles son los principales colectivos enfrentados, los colectivos que apoyan la guerra y los que se oponen a ella. Conviene señalar a los diferentes responsables de la guerra, pero también a los que han defendido opciones de paz, diálogo y convivencia plurinacional, multicultural y multirreligiosa. Las guerras no son inevitables, siempre hay actores que proponen alternativas para evitar el conflicto armado. Ante un conflicto siempre existen alternativas diferentes a la guerra para abordarlo, como la negociación o la voluntad de cooperación y de llegar a acuerdos que integren los intereses de los grupos enfrentados.
Sin duda alguna, los textos que se publican en esta obra llenan de contenido las anteriores consideraciones y nos permiten adquirir mayores conocimientos y mejores herramientas de análisis para profundizar en las raíces históricas de los conflictos armados actuales.
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En el capítulo de agradecimientos he de mencionar, en primer lugar, al Dr. Joaquim Albareda, director del Institut Universitari d’Història Jaume Vicens i Vives de la upf, por haber acogido tan positivamente la propuesta de celebrar un seminario sobre las raíces históricas de los conflictos armados actuales y por invitarme a colaborar en su organización. También he de agradecer al Sr. Xavier Badia, director de la Oficina de Promoció de la Pau i del Drets Humans de la generalitat de Catalunya, su apoyo a dos iniciativas que le planteé: por una parte, un curso sobre filosofía de la paz, que impartimos en la upf entre septiembre y diciembre del 2008, y, por otra, el seminario sobre las raíces históricas de los conflictos armados actuales, cuyas aportaciones se recogen en este volumen.
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