También otros familiares optaron por la vida religiosa: su hermano Félix vistió el hábito de Santo Domingo; años después, su hija Bernarda ingresó en el convento de monjas clarisas de la ciudad, comunidad de la que llegó a empuñar el báculo abacial. 56Y es que matrimonio y celibato representaban el haz y el envés de una misma estrategia; la herencia y el prestigio de la familia debían permanecer a salvo. 57Pese a su cambio de estado, Cebriá nunca desatendió las tareas patrimoniales. Fue prestamista y representó los intereses de su cuñado, el hombre más acaudalado de la ciudad. 58Estos negocios le hicieron comparecer en diversas ocasiones ante los tribunales de Valencia. 59Testó en 1730 y dos años después obtuvo la licencia para fundar un mayorazgo. 60La cohesión y transmisión de sus bienes quedaba así ajustada a las leyes de Castilla. Falleció en mayo de 1735 en su propia casa; sus restos fueron trasladados hasta la sepultura familiar, ante el altar de la Purísima Concepción de la iglesia colegial.
Capilla de la Venerable Orden Tercera. Convento de San Onofre (Xàtiva).
La vida de Antonio Cebrián Salvador (1697-1759) discurrió en el umbral que separaba lo antiguo y lo naciente. 61A los hombres de su generación les correspondió alzar el entramado de la nueva ciudad borbónica. Obtuvo en 1724 el título de regidor del Ayuntamiento de San Felipe. 62Se trataba de un oficio de los llamados «de gracia», otorgados por el rey con carácter vitalicio. Un año después, en la Parroquia de San Martín de Valencia, contrajo matrimonio con Ignacia de Valda Andía (1697-). Emparentaba así con los marqueses de Valparaíso, Villahermosa y Busianos. 63A lo largo de los años, en su actividad como regidor, asumió diversas responsabilidades y formó parte de las comisiones de fiestas, abasto de carnes, acequias... 64San Felipe tenía una afanosa voluntad de enlace con la tradición foral. Éste debió de ser un sentimiento presente en el imaginario colectivo de la época. Antonio Cebrián, por ejemplo, perteneció a la Congregación de nobles, títulos y caballeros de sangre y solar conocido de la ciudad y reino de Valencia. A ella accedían «los cavalleros cuyas familias fueron de los reales estamentos militares en los tiempos de los abolidos fueros y sus descendientes, y los que plenamente an [he]cho constar de su hidalguía». 65De modo análogo, el Ayuntamiento de San Felipe pugnó por mantener los privilegios logrados antaño, entre los que destacaban los derechos señoriales sobre la baronía de Canals. Hasta allí se desplazaba anualmente un regidor, quien recibía, en el presbiterio de la iglesia parroquial, el juramento de los electos. Antonio Cebrián, al menos en dos ocasiones, fue diputado por la corporación municipal para presidir este homenaje. 66Sin duda, el ayuntamiento proyectaba sobre sus componentes la dignidad institucional. A los ojos de la población, no debió de resultar sencilla la distinción entre la persona y el oficio. 67Como todos sus antepasados, miró por el patrimonio familiar. En 1728 arrendaba los derechos dominicales del lugar de Sorió. 68Ese mismo año, el Ayuntamiento de San Felipe estipuló una concordia con sus acreedores. Como ocurría en la mayoría de los consistorios, las deudas censales ahogaban las haciendas. Éstas sólo se podían ir liquidando por medio de acuerdos, rebajas y condonaciones. 69También la ciudad, dedicada a los esfuerzos de reconstrucción, necesitaba concertar el pago de sus débitos; y entre los acreedores se hallaba el vínculo de Sorió, cuyos titulares sellaron en 1742 un acuerdo. 70En su virtud, Cebrián entregó al apoderado de los frailes carmelitas el importe de la pensión censal, que anualmente recibía su convento a cargo del expresado vínculo. 71Él había heredado de su padre otras obligaciones y créditos. 72Además, adquirió el dominio directo de algún predio. 73De su matrimonio nacieron cinco hermanos: José María (1727-1799), Ignacio (1728-1808), Bernardo (1731-), 74Francisco Antonio (1734-1820) y María de las
Nieves (†1795). 75Y llegamos así a la generación de la que formó parte nuestro biografiado. A las alturas de la segunda mitad del siglo XVIII, los Cebrián estaban ya emparentados con los principales linajes asentados en San Felipe: los Fenollet –marqueses de Llanera–, los Roca –marqueses de Malferit–, los Sanguino –barones de Almedíjar– y los Sanz –marqueses de Mascarell–. Además, Ignacia de Valda y Andía era hermana del marqués de Valparaíso, Grande de España. 76Sin duda gracias a esta red de influencias políticas, José María e Ignacio Cebrián lograron en 1757 el hábito de caballeros de Montesa. 77
El mayor de los hermanos contrajo matrimonio, en 1754, con Josefa Manuela Soto Marín, natural de Orihuela. 78La pareja tuvo cuatro hijos: Josefa Antonia, Francisca, María Pascuala y Pedro de Alcántara. 79José María dedicó parte de sus tierras al cultivo del arroz. 80A diferencia de sus antepasados, no ocupó plaza alguna en el ayuntamiento de la ciudad. Él formaba parte de la antigua aristocracia local y una plaza de regidor no debía de resultarle demasiado atractiva. Y es que, durante la segunda mitad del siglo XVIII, los ayuntamientos fueron objeto de una serie de reformas impulsadas por la Corona; el intervencionismo regio atemperó el margen de maniobra de los munícipes; en San Felipe, se promulgaron unas ordenanzas. 81El acceso de hombres nuevos al gobierno del municipio, antes en manos de caballeros, ha de insertarse en esta secuencia innovadora. Las plazas de regidor, en el reino de Valencia, comenzaron a ser venales. Seguramente, esta minoración de la autonomía y de la distinción indujo a las antiguas elites a buscar otras vías de expresión política; 82el ingreso en la orden de Montesa –por el que se debía abonar una respetable suma– se ha de situar en estas coordenadas. En 1778, José María casó a su hija mayor con un caballero maestrante de Valencia. 83Al final de sus días, concertaba algunas operaciones inmobiliarias con el cabildo de San Felipe. 84Falleció el 10 de octubre de 1799 y fue inhumado en la sepultura de sus antepasados. 85
Por su parte, Ignacio Cebrián se unió en matrimonio en 1766 con Josefa Tárrega Cariñani (1747-). En cierto modo, este enlace sellaba las heridas abiertas sesenta años antes entre dos familias que habían liderado a borbónicos y austracistas. 86La pareja residió, primero, en San Felipe y, luego, en Valencia. 87Ignacio se dedicó a la milicia, cuyo fuero proporcionaba privilegios y honores. 88Tuvo tres hijos: Joaquín Ignacio, María de las Nieves y Antonio José. 89Murió en Valencia el 20 de mayo de 1808 y fue el primer caballero de Montesa inhumado en el cementerio general. 90Ya por entonces los camposantos igualaban póstumamente a quienes en vida habían gozado de privilegios estamentales. Europa se hallaba inmersa en unas transformaciones culturales de enorme entidad.
Pedro de Alcántara Cebrián y Soto sucedió a su padre, José María Cebrián, como cabeza de familia. 91Él formó parte del Ayuntamiento de San Felipe, primero, en la etapa constitucional y, después, con la restauración fernandina. 92Además, durante un tiempo, administró los bienes del real patrimonio en la ciudad. 93Como sus antepasados, estuvo estrechamente vinculado a las comunidades locales de franciscanos. 94En la plenitud de su vida, asistió al hundimiento del Antiguo Régimen: la pérdida de la condición de regidor, el cierre de los conventos y la supresión del cabildo colegial simbolizaron la desaparición de un modo de vida. Permaneció soltero y falleció en 1855. De este modo, concluían más de dos siglos de dominio familiar. 95
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