Las fechas se centran en el periodo del gótico internacional por las propias características del periodo que lo hacían especialmente propenso al estudio del artista-artesano, a la movilidad de los maestros o a la producción de retablos. Aunque los años más interesantes giran alrededor de 1390, es en 1370 cuando la ciudad de Valencia solicita el compromiso de Llorenç Saragossà de residir en la ciudad, en un intento de adquirir los servicios de uno de los mejores pintores, según palabras del monarca Pedro IV el Ceremonioso. Este hecho que se puede parangonar con otros similares en ciudades italianas marca un punto sin retorno que fue favorecido por el trabajo en la ciudad de Francesc Serra II, Francesc Comes o Esteve Rovira de Chipre, mostrando el cambio de mentalidad y el deseo de crecimiento social, empleando como herramienta al arte y sus cultivadores. Y la fecha máxima es la de 1430, un año antes de que Lluís Dalmau emprendiera su viaje a Flandes, por encargo del monarca Alfonso el Magnánimo, con la finalidad de conocer y aprender la nueva pintura flamenca, por su consideración de data clave para la introducción del nuevo estilo en los territorios de la Corona de Aragón. Aunque se atiende tanto a las obras como a los maestros del internacional que sobrevivieron y confeccionaron más allá de este momento.
El presente estudio se encuentra lejos de las biografías de artistas del periodo internacional –aunque en algún momento lo parezca–, tampoco se trata de un análisis exhaustivo del gótico internacional en Valencia, sino una visión sobre los clientes, los modos de producción y el mercado en aquellos aspectos que parecen más interesantes o especialmente valorados y significativos. El propio título: Retablos, prestigio y dinero. Talleres y mercado de pintura en la Valencia del gótico internacional, ya indica una orientación dirigida al estudio del tipo de demanda, con un análisis concreto de determinadas personalidades especialmente significativas, como el infante Martín, y luego rey Martín I, el obispo de Cerdeña, Joan de Becciaco, los canónigos de la catedral de Bernat Carsi, Francesc Martorell, Miquel del Milacre, Rodrigo de Heredia, Pere Guitardi, además de burgueses y nobles como Alfonso de Aragón, o el Viejo, Pere Torrelles, Vidal de Blanes, Nicolau Pujades, entre otros, y el tipo de obras religiosas que solicitaban. El segundo capítulo, núcleo de la investigación, se centra en los modos de producción y desarrollo del trabajo del pintor dentro del taller, con un estudio de los diferentes tipos de maestros que desplegaron su actividad en la ciudad, la labor de los aprendices y su jerarquía de taller, y los lugares de venta. La última parte, y la conexión entre el cliente y el pintor, es el estudio del mercado del arte en Valencia, con el análisis de las novedades técnicas que favorecieron la práctica de la pintura en Valencia, que garantizaron el éxito de los encargos y el deseo de los clientes de solicitar obras de arte como aspectos sociales que hicieron posible una actividad artística como la documentada en la ciudad de Valencia durante el periodo del gótico internacional.
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Me gustaría agradecer a mis directores de tesis, Amadeo Serra Desfilis y a Miguel Falomir Faus, el apoyo mostrado y los inspiradores consejos e ideas que hemos compartido durante años. Tras la lectura de la tesis esta investigación se enriqueció de las sugerencias e indicaciones de los miembros del tribunal: Joaquín Yarza Luaces, Andrea De Marchi, Francesca Español, Jesús Criado Mainar y Juan Vicente García Marsilla, a los cuales agradezco sus consejos y la atenta lectura que hicieron de la investigación.
Este trabajo no hubiera sido posible sin la beca de investigación otorgada por la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana iniciada en noviembre de 2001, y su ayuda en las estancias de investigación en el Warburg Institute de Londres, el Departamento de Estudios Medievales de la Institució Milà i Fontanals, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona y el Kunsthistorisches Institute de Florencia. Centros donde he encontrado el apoyo intelectual de Charles Hope, Maria Teresa Ferrer Mallol, Roser Salicrú, Carl Strehlke y Maria Teresa Filieri. Siempre estimulante fue el intercambio documental y científico con los colegas de archivo y biblioteca durante dichas estancias: Juan Luis González, Alexandra Beuchamp, Daniel Duran, Sthephane Pequinot, Carles Vera, Ester Redondo, Veracruz Miranda y Encarna Montero. Y en los archivos valencianos de Vicent Graullera, María José López, Juan Corbalán de Celis, Jaime Richard, y la colaboración de Federico Iborra y Carme Llanes.
Mi agradecimiento alcanza a los amigos: Marisa Vázquez de Ágredos, Begoña Cortés, Alma Vidal, Laura Marín, Esperanza González, Beatriz Sánchez, Eliseo, Carolina Pelaz, Pablo González y José Gresa. Y, especialmente, a Miguel Rivera Dorado que siempre ha estado a mi lado y ha revisado muchos de los capítulos, apoyándome y mostrándome su cariño. Y, por último, a mi familia y a Pilar y Remedios Porcar por acompañarme durante estos años.
[1]. A los estudios de Joaquín Yarza («Artista artesano en el gótico catalán», Lambard (Estudis d’art medieval), III, 1987, pp. 129-169; «El pintor en Cataluña hacia 1400», en Artistes, artisans et production artistique au Moyen Age, vol. I, París, Picard, 1986, pp. 381-405; «El artista gótico hispano», en Actas del I Curso de Cultura Medieval (Aguilar de Campo, octubre 1989), 1991, pp. 29-43; «Artista-artesano en la Edad Media hispana», en L’artista-artesà medieval a la Corona d’Aragó (Lleida 14-16 enero 1998), Lleida, Universitat de Lleida, 1999, pp. 7-58), hay que añadir las contribuciones de otros autores en X. Barral i Altet, Artistes, artisan et production artistique au Moyen Âge, 3 vols., París, Picard, 1987, y dentro del ámbito de la Corona de Aragón la edición de Yarza sobre L’artista-artesà medieval a la Corona d’Aragó, de 1999.
[2]. E. Cruselles, Los mercaderes de Valencia en la Edad Media, Lleida, Milenio, 2001; J. M. Cruselles, Els notaris de la ciutat de València. Activitat profesional i comportament social a la primera meitat del segle XV, Barcelona, Fundació Noguera, 1998; C. Vela, L’obrador d’un apotecari medieval segons el llibre de comptes de Francesc ses Canes, Barcelona, 1378-1381, Barcelona, Institució Milà i Fontanals, CSIC, 2003. Los ejemplos son múltiples: J. Aurell, Els mercaders catalans al Quatre-cents. Mutació de valors i procés d’aristocratizació a Barcelona (1370-1470), Lleida, Pagès editors, 1996.
[3]. R. A. Goldthwaite, The building of Renaissance. Florence: An economic and social history, Baltimore, John Hopkins University Press, 1980; íd., Wealth and the demand for art in Italy,1300-1600, Baltimore-Londres, Johns Hopkins University Press, 1993; íd., «The Empire of Things: Consumer demand in Renaissance Italy», en F. W. Kent, P. Simons y J. C. Eade, Patronage, art, and society in Renaissance Italy, Oxford, Clarendon Press, 1987, pp. 153-175; J. M. Montias, «Cost and value in seventeenth-century Dutch Art», Art History, vol. 10, núm. 4, 1987, pp. 455-466; J. M. Montias, «Notes on economic development and the market for painting in Ámsterdam», en S. Cavaciocchi, Economia e arte. Secc. XIII-XVIII,. Instituto Internzionale di Storia Economica
«F. Dantini». XXXIII Settimana di Studi, Prato, 2001, pp. 115-130, principalmente.
[4]. L. Campbell, «The market in the Southern Netherlands in the Fifteenth century», The Burlington Magazine, 877, vol. CXVIII, 1976, pp. 188-198; M. North (ed.), Economic History and the Arts, Colonia, Böhlau Verlag, 1996; M. North y D. Ormrod (eds.), Art Markets in Europe, 1400-1800, Hampshire-Vermont, Ashgate, 1999; M. Fantoni, L. C. Matthew y S. Matthews-Grieco, The Art Market in Italy, 15th-17th centuries (Il Mercato dell’Art in Italia. Secc. XV-XVII), Módena, Franco Cosimo Panini, 2003; S. Cavaciocchi, Economia e Arte, Atti della «Trentatessesima Settimana di Studi», Istituto Internazionales di Storia Economica «F. Datini», Prato, Le Monier, 2001. Junto con otras publicaciones como: G. Neher y R. Shepherd, Revaluing Renaissance Art, Aldershot, Ashgate, 2000.
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