NUNCA DEJES DE EMPEZAR
CAMBIA Y EVOLUCIONA
MARCO MEANA LAMA
Nunca dejes de empezar. Cambia y evoluciona
Primera edición, 2021
© 2021 Marco Meana Lama
© MARCOMBO, S.L. 2021
www.marcombo.com
Diseño de la cubierta: ENEDENÚ DISEÑO GRÁFICO
Maquetación: cuantofalta.es
Correctores: Nuria Barroso y Anna Alberola
Directora de producción: M.ª Rosa Castillo
Figura pág. 31
- https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com/2014/12/29/
Figura pág. 95 - https://perspectivamarketera.wordpress.com/
Figura pág. 96 - https://www.rankia.com/blog/mundodelaempresa/
Figura pág. 113
- Toronto Star Graphic, en Ikigai de Francesc Miralles y Héctor García
Figura pág. 156 - https://medium.com/@guilleramirez/corporativo-vs-emprendedor94fc22afaab
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».
ISBN: 978-84-267-3298-9
Producción del ePub: booqlab
NUNCA DEJES DE EMPEZAR
CAMBIA Y EVOLUCIONA
MARCO MEANA LAMA
Primera parte. Lo que hay que saber Primera parte. Lo que hay que saber
1. Cambia tu futuro
2. Cómo conseguir el trabajo de tus sueños
3. A lo tuyo
4. Nunca es tarde
5. La teoría de los controlables
6. Si de verdad quieres cambiar
7. La teoría de la unificación
8. La economía de hoy
9. Pivotar o aguantar
10. El valor
11. Ten un propósito
12. El balance
13. La sonrisa
14. Tu mente
15. La teoría de la simpleza
16. Problemas
17. ¿Cómo entender una empresa?
Segunda parte. Descubrir el éxito
18. La historia de Brad
Conclusión
Bibliografía
Este libro también va dedicado a todos aquellos que
me han enseñado algo a lo largo de mi vida
y para aquellos que me siguen enseñando
Primera parte. Lo que hay que saber
Sirva este capítulo a modo de introducción. No sé por qué pero nunca suelo leer las introducciones de los libros. En su mayoría suelen ser meros formalismos que me aburren y, cuando empiezo a leer un libro, lo que quiero es entrar de lleno lo antes posible. Por si eres como yo, el contenido de Nunca dejes de cambiar ¡empieza aquí!
Antes de empezar, déjame que te cuente una historia, la historia que me motivó a escribir y publicar mi primer libro, Emprende y Gana, la que me hizo ver que no hay nada imposible en esta vida. La historia que cambió mi futuro. La he contado en varias presentaciones y charlas en universidades, así como en otros eventos a los que he sido invitado durante la promoción del libro. Sin embargo, la he querido incorporar aquí porque considero que es clave para entender que lo que uno se propone, lo consigue. Aunque parezca algo improbable. Como he oído en muchas ocasiones, tus sueños no funcionan hasta que tú no funcionas.
Como siempre destaco en todo aquello que escribo, ya sean artículos o libros, no espero que estés de acuerdo con todo lo que planteo. De hecho, espero que estés en desacuerdo. De esa manera podremos entrar en una discusión que puede llegar a resultados muy satisfactorios. Qué aburrido sería el mundo si todos estuviesen de acuerdo con todos.
Antes de adentrarte en este libro, déjame que te cuente la historia.
Cuando me mudé a Londres, al terminar la universidad, no tenía un duro. Intenté no depender del dinero que mis padres me ofrecían. Me contrató una empresa dedicada a la venta de información a entidades financieras, que era la corporación más grande del mundo en su sector. No me había pagado todavía ningún anticipo y yo tendría que esperar un mes para recibir mi primer salario. Con mis pocos ahorros apenas podría cubrir el alquiler de una habitación cuya puerta, al abrirla, chocaba con la cama —del poco espacio que había—. Empecé a vivir con varias personas más en una casa al sureste de Londres, bien localizada, a veinticinco minutos del mismísimo Piccadilly Circus. Para lo poco que pagaba no me podía quejar, aunque el sitio era un auténtico zulo. Y muy antiguo. Todos mis compañeros trabajaban, la mayoría en finanzas. Eran de la misma edad, la mayoría eran graduados o realizaban prácticas en diferentes empresas o bancos. Menos uno, Carlos. Era un chico tímido, de buena estatura, de complexión corporal atlética y mirada amable. Mientras los compañeros de piso pasábamos el tiempo charlando en la cocina o en el salón antes de cenar, Carlos guardaba silencio; lo suyo no era hablar. Recuerdo que siempre estaba estudiando. Día tras día, hora tras hora. Me parecía curioso porque no paraba nunca. Siempre llevaba los cascos de música puestos, con los que solía escuchar Vivaldi o Mozart. Un día, mientras los dos nos preparábamos la cena en la cocina, vi el momento perfecto para sacarle algo más de información a aquel personaje tan tímido y trabajador al que tantas horas había visto sentado en el salón tecleando en su ordenador o leyendo apuntes.
Empecé a preguntarle más sobre su vida, sobre cómo llegó a Londres y qué era lo que estudiaba exactamente, pues no había tenido la oportunidad de hablar con él sobre ello todavía.
Su historia me impactó.
Al principio fue parco en palabras; le tenía que arrancar lo poco que me contaba. Pero a medida que yo fui explicándole cosas sobre mi vida, él fue abriéndose hasta acabar soltando prenda. Luego me di cuenta que era la coraza que tenía puesta lo que había que romper para encontrar a una persona completamente diferente a la que Carlos dejaba ver al mundo. Esa coraza tan pesada se construyó a base de las vivencias experimentadas a lo largo de la vida.
Había nacido en la capital de Angola, Luanda. Era la sexta ciudad más cara del mundo según Business Insider, pero, a la vez, una de las ciudades más pobres. Se estima que un 30 % de su población vive con menos de 1.25 dólares al día.
La familia de Carlos era aún más pobre. Sus padres apenas tenían dinero para cubrir sus necesidades y de sus seis hermanos. De pequeño, todas las mañanas recorría seis kilómetros para recoger agua de un pozo, junto con el resto de niños de su edad que vivían en el mismo campamento, y traerla de vuelta a su casa. Su familia dependía de esa agua para cocinar y lavarse. Eran ocho miembros en total.
Su casa era una tienda hecha de paja y adobe, dormía en una esterilla en el suelo y la mayoría de sus hermanos andaban metidos en negocios turbios relacionados con la droga y los robos. Carlos era la excepción. Desde muy pequeño fue consciente de sus circunstancias y se dio cuenta de que su coeficiente intelectual estaba muy por encima de la media. Lo sabía porque en la escuela a la que iba se daba cuenta de que siempre resolvía los problemas más rápido que sus compañeros, aprendía con más facilidad y no necesitaba estudiar tanto como el resto. Todo le parecía fácil, menos su realidad fuera del colegio.
Cuando terminó su último año de escuela, Carlos sintió que la educación que había recibido no le había presentado ningún reto que no hubiese resuelto con agilidad y que le había aburrido sobremanera la falta de complejidad. Decidió ir más allá y se presentó a una serie de exámenes organizados por el gobierno de Angola con el propósito de obtener una beca estatal para estudiar medicina en una de las mejores universidades de Londres. Hubo miles de estudiantes que se presentaron, muchos de ellos con mejor educación que Carlos y de familias más estructuradas y con más recursos.
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