Los profesores de hoy en día han de tener una capacidad innata para transmitir un mensaje de forma clara y adaptada a las necesidades de cada alumno. Debe ser una profesión vocacional. Insisto en que tendría que ser uno de los trabajos más exigentes de la sociedad y de los mejor remunerados. No se debería tratar a los alumnos en grupos de clases sino de manera individual. Se debería hacer un estudio de las fortalezas y debilidades de cada estudiante durante sus primeros años educativos y ofrecer varios planes de futuro en función de ese estudio. Uno de los ingredientes más importantes que se debe tener en cuenta a medida que el alumno se acerque a la edad universitaria es: los intereses y pasiones que tenga, sin filtros.
Como dijo Emilio Lledó, filósofo español, en una charla en la Universidad Complutense de Madrid hace varios años: «Hay que dejar al estudiante que se apasione, y luego ya se ganará la vida». Hoy en día eso no pasa. Se ha quitado mucha importancia a la pasión de los chavales y es ahí donde reside el problema de la educación. La gente debe dejar de ir detrás del dinero y empezar a ir detrás de su pasión.
Un profesor debe encontrar la pasión de sus alumnos y hacer que la exploten. Y si no la encuentra, al menos conseguir que estos luchen por encontrarla y se dediquen a ello. Debe intentar que no vendan sus vidas a algo o a alguien de lo que no se sentirán orgullosos ni realizados consigo mismos. En innumerables ocasiones he oído a personas que han llegado a cumplir sus sueños decir que cuando eran pequeños sus profesores les decían que nunca llegarían a nada, que no valían para nada; este, para mí, es un claro síntoma de que el sistema educativo no sabe identificar y explotar de manera adecuada el potencial de las generaciones más jóvenes.
Probablemente muchos pensarán que es demasiado difícil ejecutar un plan, mirarán para otro lado y dejarán que todo siga igual. Pero cuando hablamos de educación de la población hablamos del futuro de un país y del potencial económico que un país puede alcanzar con una población educada, crítica y eficiente. El potencial económico de un país es directamente proporcional al nivel de educación de su población. Un cambio hacia una educación de calidad nos conviene a todos.
Jack Ma es el fundador y CEO de Alibaba, una de las empresas de comercio electrónico más grandes del mundo. Jack Ma tiene un patrimonio neto de alrededor de 40 billones de dólares, y se sitúa entre los 100 primeros puestos de la lista Forbes de las personas más ricas del planeta. Durante una de las jornadas en el World Economic Forum, Jack Ma habló sobre el futuro de la educación. Me pareció muy interesante lo que dijo. He decidido añadirlo a este capítulo y compartirlo contigo para ver qué piensas al respecto.
En el futuro, las personas no podrán competir contra máquinas, pues la inteligencia artificial será mucho más inteligente que la humana. Por lo tanto, lo que hay que enseñar a los niños son aquellas cosas que las máquinas no podrán hacer: valores, enseñarles a creer en sí mismos, a tener una mentalidad independiente, trabajo en equipo, preocuparse por otros, arte y deporte, entre otras muchas cosas. Enseñarles todo aquello que las máquinas no puedan hacer mejor.
El vídeo se titula Jack Ma on the future of education. Las ideas que aporta son muy generales y sería necesario especificar de qué manera se podrían aplicar al sistema educativo. Pero lo que me pareció bastante curioso fue ese cambio de mentalidad y de dirección educativa que propone, adaptándose a la evolución de la sociedad y la economía, rompiendo con las bases establecidas que nadie dedica el tiempo necesario para mejorar.
Lo que es cierto es que, en el futuro, el ser humano no va a poder competir contra las máquinas en ciertos aspectos. ¿Por qué? Porque pensarán diez mil veces más rápido que tú. Por eso, como Jack Ma dice, tenemos que buscar aquello que nos diferencie de las máquinas. Las máquinas se harán con parte de los puestos de trabajo de hoy en día. Deberíamos enseñar a las futuras generaciones a pensar de manera diferente. La creatividad es algo que las máquinas tardarán en aprender. Creo que los buenos profesores deben conseguir que sus alumnos den tanta importancia a la creatividad que nunca la lleguen a perder ni dejen de usar. Ni si quiera a medida que se hagan mayores, cuando se tiende a dejar de creer, a dejar de reír, a dejar de imaginar, a dejar de crear.
Las máquinas no son negativas para el mundo. Forman parte de la evolución de la humanidad y esto es positivo porque, aunque desaparezcan puestos de trabajo, se crearán nuevos. Tenemos que hacer un esfuerzo por mantener aquello que nos hace únicos como humanos: la creatividad.
Somos creativos por naturaleza y eso es lo que hace que consigamos ver las cosas desde diferentes puntos de vista. La creatividad humana crea cosas nuevas, consigue dar soluciones a problemas que antes no podían resolverse y hace que el mundo sea mejor y siga avanzando.
Duncan Wardle, exdirector de creatividad de Disney, dio una charla en la que habló, entre otras cosas, de cómo la historia se ha moldeado gracias a la creatividad de las personas. Duncan explica cómo Walt Disney, gracias a su creatividad, abordaba los desafíos desde una perspectiva completamente diferente al resto.
Cuando se inauguró el parque Disneyland el 17 de julio de 1955, decidió llamar a las personas que compraban entradas para acceder a su parque «invitados», en lugar de «clientes». Ese cambio en la terminología consiguió transformar la mentalidad de todas las personas que entraban en el parque haciendo que se sintiesen especiales desde el momento en que empezaban su experiencia Disneyland.
Además de este toque creativo en la manera de ver las cosas, también decidió llamar a sus empleados «elenco». Cada uno de ellos tenía un papel en el parque, con lo que se conseguía que todos ellos estuviesen orgullosos de la función que habían desempeñado al finalizar el día y de haber ayudado a cada uno de los «invitados» a que su experiencia fuese inmejorable.
Duncan también hace referencia al estreno en 1940 de la película Fantasía. Walt Disney quiso que se añadiesen al espectáculo una serie de efectos de calor dentro de la sala de cine con el fin de amplificar la experiencia del espectador mientras veía la película. El dueño del cine se negó. Entonces Walt empezó a plantearse la famosa pregunta que tantas cosas ha mejorado en la historia y gracias a la cual hemos llegado a donde estamos: «¿Y si…?».
En este caso, Walt Disney o Walter Elías, que era su verdadero nombre, se preguntó: «¿Y si sacamos la película del cine?». Esta simple idea, en los años cuarenta, era un disparate. Walt Disney imaginó un mundo en el que las personas pudiesen vivir la experiencia de formar parte de una película. Fue así como se creó el complejo turístico Disneyland. Duncan concluye su charla haciendo hincapié en la importancia de mantener viva la imaginación, directamente ligada con la creatividad de las personas.
Al igual que el caso de Disneyland, hoy damos por supuesto que muchas de las cosas que usamos, vemos y experimentamos en el día a día llegaron al mundo de forma natural o que aparecieron de la nada. Mejor dicho, ni siquiera nos planteamos ni pensamos por un momento cómo han llegado hasta nosotros. Un cepillo de dientes, una mesa, el metro, una bicicleta, un ratón de ordenador, un parque temático, un taxi... Te reto a que mires a tu alrededor y pienses que todo lo que utilizas a diario fue creado gracias a la imaginación y a la creatividad de alguien que tuvo la idea de hacerlo y, probablemente, se hizo millonario vendiéndolo. Todo lo que ves tiene una historia detrás y en la mayoría de las ocasiones esta historia es muy interesante. Te reto a que las descubras.
Читать дальше