Psicopoética tiene carácter rapsódico y no sistemático. No se puede planificar. Tiene más de ensayo que de investigación . Pero, además, tal forma de interlocución abre un espacio en el que los planteamientos, una vez enunciados, no pertenecen a nadie sino al dinamismo del encuentro. Las ideas expresadas dejan de ser predio privado para convertirse en plaza pública . Un planteamiento se desmorona y se reconstruye, se asume o se desestima, se asiente o se disiente; pero siempre en el juego inacabado de la crítica y de la invención relativa de otras posibilidades de existencia. Los diferentes planteamientos, aun en su irreductibilidad, van más a la conjunción paradójica que a la disyuntiva dicotómica: “Las ideas caminan siempre en todas las direcciones a la vez”, nos dice Miguel Morey, “y es que van, pero a la vez vuelven”. 102En términos de pluralismo, psicopoética construye realidades en el acontecer de sus afirmaciones múltiples, desobedientes y arriesgadas. La enunciación genera mundos compartidos. Más que hablar en términos de mediación conceptual a través de percepciones proclives a la objetivación universalizante , psicopoética emerge en términos de transgresión de normatividad y de actualización de la experiencia que modifica la condición subjetiva de los interlocutores y abre nuevas alternativas de relación.
Psicopoética involucra una trama de relaciones discursivas entre los que hablan y aquello de lo que hablan. Implica, por supuesto, diferentes posiciones sociales y políticas de los hablantes, sus perspectivas y compromisos respecto del entorno que los moldea, sus diferentes respuestas a los acontecimientos que se filtran intempestivamente en la conversación. Pero sucede que dicha trama de relaciones discursivas lleva también el signo abierto de la ficción . En psicopoética los interlocutores abandonan de algún modo la condición de sabios (como aquel participante en quien el saber ya está inscripto irremediable e incontestablemente), se apartan también de esa otra condición técnica del homo calculator (que vive abstraído de cualquier participación o vivencia corporal intensa o difusa y se dedica sobre todo a la aritmetización de la vida) para abrazar, en cambio, al mundo en un gesto de aventura inventiva, defectuosa y amante de lo heterogéneo. Psicopoética vertebra su realización a la entropía específica del sistema dialógico que opera sobre la base del encuentro. Avala desequilibrios y sombras en lo expresado. En el surgimiento de la psicopoética acaece, pues, una especie de confrontación o lucha entre los discursos instituidos y probables que anónimamente insertan o imponen en el encuentro certezas y verdades provenientes del saber dominante, y la emergencia de discursos improbables que dibujan figuras diferentes –subversivas– en la conformación del mundo. Al respecto, en un texto titulado “La trasfábula” que analiza relatos de Jules Verne, Foucault señala: “Contra las verdades científicas y rompiendo su voz helada, los discursos de la ficción remontan sin cesar hacia la más alta improbabilidad. Por encima de ese murmullo monótono en el que se enunciaba el fin del mundo, hacen brotar el ardor asimétrico de la suerte, del azar inverosímil, de la sinrazón impaciente”. 103Se trata, en efecto, de un movimiento re-creativo que brota desde el suelo de la uniformidad discursiva en los saberes instituidos para revitalizar los desequilibrios necesarios en la producción incesante de subjetividad:
El héroe ha venido a buscar una verdad que conocía de lejos y que resplandecía ante sus ojos inocentes. Esta verdad no la encuentra, pues era la de su deseo o de su vana curiosidad; en cambio una realidad que no sospechaba se le revela, más profunda, más reticente, más bella o más sombría que la que le era familiar: esta realidad es él mismo y el mundo transfigurados uno por el otro; carbón y diamante han intercambiado su negrura, su brillo. 104
Psicopoética tiene carácter emergente e imprevisible. No puede pensarse en términos de dispositivo institucional que promueva, favorezca o facilite la realización de tales formas de interlocución. No tiene (no puede tener) pretensión de sistematicidad. El proceso en virtud del cual surge la psicopoética no es controlable, aun y cuando se pueda intentar hablar de determinada manera, en aras, por ejemplo, de estimular las procreaciones de la imaginación. En psicopoética más que una reconciliación con el saber se vive una experiencia de ficción conversacional intensiva. Involucra juegos verbales e imaginativos, utilización de metáforas, simbolizaciones diversas, descomposiciones y recomposiciones múltiples de ideas y planteamientos. Acaso acontece por momentos también lo que se podría denominar como una magificación (afectiva) del encuentro. Una reivindicación lúdica de la magia de lo inexplicable en contra de la ubicación certera de la prestidigitación argumentativa. Surgen afirmaciones que se instalan como aperturas de sentido, más allá del mandato del acuerdo o del consenso entre los interlocutores. Se abren caminos desconocidos y el proceso va sin rumbo fijo, es decir, deambulando relativamente a la deriva , provocando efectos intelectuales, emocionales y corporales, más o menos intempestivos en los interlocutores. Psicopoética constituye, pues, una forma de interlocución que critica en acto (que impugna, que contraviene) la noción y la práctica del diálogo institucionalizado de la intervención profesional del complejo psicológico en cualquiera de sus aplicaciones instrumentales. Aunado a esto, psicopoética deviene un ejercicio de resistencia más o menos consciente contra las prescripciones discursivas y los modos correctos o eficientes de hablar en la interlocución misma. En el acaecer de la psicopoética lo que ocurre es la irrealización del diálogo interventivo. Una desobediencia a mandatos o consignas epistemológicas, morales o políticas, en su autoritarismo sutil o explícito, del quehacer institucional. Una desobediencia centelleante , fragmentaria, que realza el brillo de lo mundano . En efecto, el diálogo psicopoético elude la presencia acerada y celeste de la idea definitiva para abrir planteamientos en los que relampaguea la policromía y los claroscuros del mundo en su materialidad inacabada. Psicopoética constituye, así, una forma de interlocución que recupera el relámpago del sentido cambiante respecto de los acontecimientos vividos en determinado momento. Aporta una discontinuidad chispeante de sentidos a la continuidad discursiva del mundo.
Jean Lacroix dijo hace tiempo: “Los que no son seres de diálogo son fanáticos: se desconocen tanto como desconocen a los otros. Solo por mediación del diálogo se realiza uno y se conoce: al destruir el diálogo, se destruye uno a sí mismo y se destruye al otro”. 105En este sentido habrá que admitir que psicopoética, en tanto que de cierta manera destruye el diálogo (porque lo dispersa en sus objetivos, lo trastoca, lo convierte en di-versión imprevisible), se aproxima a una especie de fanatismo : la desmesura y el apasionamiento surgen en cualquier instante, la tenacidad irreflexiva en la defensa de una u otra posición o planteamiento, o al contrario, el entusiasmo irrefrenable por cambiar lo que se dice hasta el absurdo. Difícilmente habrá circunspección en psicopoética. Muy poco del intercambio de opiniones comedido, correcto, desinfectado, europeizante 106para encontrar acuerdos o soluciones. Psicopoética implica más bien una interlocución (muchas veces) placentera –o irritable– porque no asume las cauciones victorianas del prestigio personal. Por su carácter performativo involucra una condición resistente que, en términos micropolíticos, conlleva expresiones de oposición a los preceptos institucionales de la práctica dialógica como recurso de modificación, desarrollo o normalización de ideas y comportamientos entre los participantes.
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