24Simón Valcárcel, Las crónicas de Indias , citado en M. Serna, Crónicas de Indias , p. 60.
25Sobre la noción discursiva de escribir lo «real» en la formación de una cultura escrita expansiva y hegemónica, véase M. de Certeau, La escritura de la historia , pp. 11; 90-91; y M. de Certeau, The Practise of Everyday Life . En un sentido similar se expresa H. White, «Rhetoric and History», pp. 7-25.
26A lo largo del siglo XVI los vocablos crónica e historia se convirtieron prácticamente en sinónimos (W. D. Mignolo, «El metatexto historiográfico…», p. 375). Por el contrario, A. M. Salas opina que Oviedo no era un historiador, sino un cronista, porque el orden y la sistematización no son los factores dominantes en la Historia ( Tres Cronistas de Indias , pp. 112-114). Para un análisis reciente de las crónicas de Indias del siglo XVI, véase Kohut, «Las crónicas de Indias y la teoría historiográfica», pp. 15-60.
27E. O’Gorman, Sucesos y diálogo de la Nueva España . Para un estudio arqueológico de la edición de J. Amador de los Ríos, véase J. Mª Carrillo Castillo, Naturaleza e imperio ..., pp. 107-117.
28J. Mª Carrillo Castillo, Naturaleza e imperio ...; A. Barrera, «Empire and Knowledge...», pp. 39-54.
29Somos conscientes de que el término «experiencia» tenía muchos significados. Oviedo no estaba interesado en la comprobación directa y objetiva de los hechos naturales, sino en la elaboración de un discurso intelectual, basado en su práctica y vivencias personales, sobre la naturaleza, la geografía y la botánica del nuevo continente. Con respecto a la posición autorial del historiador del Renacimiento, véase el trabajo de S. Greenblatt, «Renaissance Self-fashioning...».
30Del mismo modo había que prestar atención al sonido exacto de los nombres nativos, según eran pronunciados, para luego trasladar al alfabeto latino los sonidos con que los indios se referían a los fenómenos de su entorno (J. Mª Carrillo Castillo, Naturaleza e imperio ..., pp. 150-152).
31Como apunta G. Fernández de Oviedo, «Y de otros muchos (ríos) no se saben los nombres, porque, como se han acabado los hombres antiguos de estos indios naturales de esta isla (Española), así se han olvidado los nombres de los ríos y de otras cosas» (G. Fernández de Oviedo, Historia , Libro VI, Cap. VII, p. 154).
32De acuerdo con Mercedes Serna, a lo largo del siglo XVI «la verdad histórica y la evocación poética se dan la mano» (M. Serna, «José de Acosta y las cosmografías fabulosas de la Antigüedad», pp. 261-262).
33E. O’Gorman, Cuatro historiadores de Indias , p. 67; A. Mendiola, Bernal Díaz del Castillo ; Mendiola, Retórica, comunicación y realidad , pp. 9-23; M. Serna, Crónicas de Indias , pp. 60-62.
34Para una discusión acerca de la tensión entre un «discurso de lo real» y un «discurso de la verdad» en la obra americana de Oviedo, véase Carrillo, «La teatralización de la verdad...», pp. 9-24.
35H. White, Metahistory ; White, Tropics of Discourse . Véase también P. Ricoeur, Temps et récit .
36S. Cro, «Los cronistas primitivos de Indias...», p. 421.
37C. Jáuregui, Canibalia ; C. Jáuregui, «Cannibalism, the Eucharist, and Criollo Subjects», pp. 61-63.
38A mediados del siglo XVI, la autoridad de Plinio era enorme. Fue el escritor más antiguo en dar una descripción sistemática de aquella antropología mítica que vivía muy lejos, en los confines del mundo conocido. Fernández de Oviedo tuvo la oportunidad de leer la Historia Naturalis de Plinio en la prodigiosa Biblioteca d’Aragona , formada cuidadosamente en el Castel dell’Ovo, en la bahía napolitana, por Alfonso V –apodado «el Magnánimo» y muerto en 1458– de Aragón I de Nápoles y llevada a Valencia por el duque de Calabria (J. Alcina Franch, La Biblioteca de Alfonso V de Aragón , pp. 43-44).
39W. D. Mignolo, «El Metatexto Historiográfico y la Historiografía Indiana», pp. 358-402; K. Kohut, «La conquista en la crítica literaria», pp. 30-34. Uno de los primeros en sistematizar esta «realidad objetiva» que llamamos historia fue G. W. F. Hegel («Lecciones sobre la filosofía de la historia universal», p. 137).
40J. A. Maravall, Antiguos y modernos , p. 438.
41Mientras que Heródoto de Halicarnaso (485-424 AC) mezclaba realidad y ficción, Tucídides y Polibio se alejaban del énfasis en lo fabuloso, limitándose a una «verdad (histórica) de lo visto y lo vivido». Al respecto, véase F. Hartog, Le Miroir d’Hérodote ...; M. Serna, Crónicas de Indias , pp. 56-57.
42I. Soler, El nudo y la esfera ...
43W. D. Mignolo, «El metatexto historiográfico...», pp. 358-402.
44Historiadores como K. Kohut («Fernández de Oviedo, historiador y literato...», pp. 43-104), J. Mª Carrillo ( Naturaleza e imperio ..., pp. 69-106) y K. A. Myers ( Fernández de Oviedo’s Chronicle of America , p. 3; 36) han corroborado la creciente preocupación del cronista madrileño por ordenar y sistematizar la información que iba recibiendo del Nuevo Mundo a través de una estrategia simultánea de imitación y distinción del principio del modelo antiguo pliniano.
45A. M. Salas, «Crónicas: Fernández de Oviedo y la naturaleza de las Indias», p. 116.
46S. Merrim, «Un mare magno e oculto...», p. 105. En un trabajo más reciente, Merrim sugiere que el cronista madrileño puso en práctica una economía del placer sensual a través de la descripción de la naturaleza americana. Un mundo compuesto de frutas jugosas, de variadas texturas y colores exóticos, como la famosa piña, de propiedades medicinales y terapéuticas, se expone a los ojos del lector y lo trasladan a un mercado del placer en el que poder visualizar –y casi probar– las maravillas del Nuevo Mundo (S. Merrim, «The Work of Marketplaces...», pp. 215-238).
47G. Fernández de Oviedo, Historia , Tomo 118, p. 188 (Proemio al Libro XIX).
48A. Barrera-Osorio, «Empire and Knowledge...», pp. 40 y ss.; A. Barrera-Osorio, Experiencing Nature , pp. 1-12.
49He pedido prestado a Jesús Carrillo el término «discurso de la verdad» («La teatralización de la verdad...», pp. 9-10).
50El Sumario de la natural historia de las Indias (1526), de Gonzalo Fernández de Oviedo, fue la primera crónica de las Indias en la que se señala al Almirante Cristóbal Colón como primer descubridor de América (Fernández de Oviedo, Sumario . Edición de Álvaro Baraibar, p. 67). Para Bartolomé de Las Casas, no sólo Colón había sido el primero en descubrir el Nuevo Mundo, sino que había sido elegido por el mismo Dios para cumplir el designio divino (M. Serna, Crónicas de Indias , pp. 18-19).
51Oviedo reproduce la historia antigua de España de Juan Annio de Viterbo (o Seudo-Berosio), quien en su obra «De primis temporibus et quator ac viginti regibus Hispaniae et eius antiquitate», incluida en el tratado que lleva por título Comentaria super omnia opera auctorum diversorumde antiquitatibus looquentium (Roma, 1498), apuntaba a veinticuatro el número de primitivos reyes de España. Esta afirmación se basaba a su vez en las tesis del caldeo Berosio que hablaban de Túbal, nieto de Noé y quinto hijo de Jafet, como el primero que pobló y señoreó la antigua España. Unas tesis que eran bien conocidas en los círculos humanistas y cortesanos ( Berosi. Chaldei Sacerdotis. Reliquorumque consimilis argumenti autorum. De antiquitate Italiae, ac totius orbis, cum F. Ioan Annii Viterbensis Theologi comentatione & auses, at verborum rerumque memoriabilium indice plenísimo . Ludguni: Apud Joannem Temporalem, [1498] 1555). Para un estudio sobre la influencia de las tesis bíblicas de Berosio y su aplicación en la historiografía española de finales del siglo XV, véase R. B. Tate, Ensayos sobre la historiografía peninsular ... Para un estudio del «tubalismo» y su influencia en la historiografía española de los siglos XVI y XVII, véanse los trabajos de Lida de Malkiel, «Túbal, primer poblador de España», pp. 11-47; Julio Caro Baroja, Las falsificaciones de la Historia ; E. Romano de Thuessen, «Un autógrafo inédito de Gonzalo Fernández de Oviedo...», pp. 96-97; K. Kohut, «Tubal und die spanishe...», pp. 377-388; Guarnieri Calò Carducci, Idolatria e identità creola in Perù , pp. 87-92.
Читать дальше