Fig. 2. Max Aub. Ficha de personajes, ms. 1, f. 5r.
El escritor extrajo estos datos del capítulo dedicado a Vicente Dalmases en la primera parte de Campo abierto (Aub, 2001 a : 304-5), como evidencia este texto subrayado:
Pertenece a una familia absurda […] Su padre es registrador de la propiedad; su hermano mayor, a más de músico, es catedrático de latín en un Instituto de nueva creación –de esos que la República se ha empeñado en formar, morada de tantos profesores, que creen en el espíritu de la letra–; el segundo, ingeniero de caminos y poeta; el tercero estudia para veterinario y, en sus ratos perdidos, que son bastantes, griego; el cuarto, Vicente, a más de estar inscrito en la escuela de comercio, es actor; le sigue una muchacha que quiere ser bailarina y estudia en la Normal de maestras. Hay tres más, todavía sin definir, pero desde luego, ninguno quiere estudiar derecho, como desearía el padre: los tres hacen versos, para empezar, y el benjamín asegura que quiere ser aviador, y el que le antecede habla vagamente de ingeniería, y el anterior ha dado a entender, categóricamente, que no quiere hacer nada: tiene bastantes hermanos para poder vivir tranquilo: quiere ser compositor, pero sin estudiar música. Todos son liberales, menos Vicente, que es comunista: nació así.
La gran nariz separa dos ojos enormes, oscuros, profundos. […] Es puro hueso y fuma seguido, sin saber: chupetea el cigarro y enciende otro con la colilla.
Asunción es hija de un tranviario catalán. […] Ahora es de las Juventudes Comunistas.
Del mismo modo, en el siguiente folio Aub aporta datos sobre otro personaje, el diplomático don José María Morales y Bustamante (fig. 3). 56
Fig. 3. Ms. 1, f. 22v.
Así también, ciertas pistas sobre acciones desarrolladas por otros personajes se pueden rastrear en el manuscrito (por ejemplo, figura 4). 57
Fig. 4. Ms. 1, f. 77v.
En cada capítulo, generalmente dividido en secuencias narrativas, se nos relata lo vivido por los principales personajes, verificables y ficticios, sobre los que descansa la acción novelesca. En este Campo son citados casi quinientos personajes, un tercio de los cuales son reales y el resto ficticios (Lluch, 2010). De ellos, no todos tienen voz y el peso del relato, entre otros, lo sostienen Casado, Besteiro, González Moreno, Fidel Muñoz, don Manuel, Lola y Vicente, Rosa María y Víctor, Riquelme, Templado, Manuela y Mercedes.
Como en otros textos del Laberinto , aquí el autor reubica a Miaja, Matallana, Negrín o Azaña, y muchos de ellos, con nombre propio, toman la palabra en primera persona en los capítulos de reconstrucción histórica. Aparte de los mencionados, vuelven ficticios de peso como Paulino Cuartero, Víctor Terrazas o El Tellina . En ciertos momentos cobran la fuerza con que debieron de ser imaginados, ficcionalizados y deformados a partir de un modelo real, con el fin de habitar los espacios de Madrid, 58ciudad protagonista y capital herida y generadora de esas microhistorias de lo cotidiano que nutren lo colectivo. Además, esta novela, como el Laberinto , responde a la puesta en entredicho a la que la figura del héroe fue sometida en el siglo XX, que mudó al personaje literario «de faro en arrecife» (Oleza, 1993: 54). No se da el héroe ejemplar y superior, 59sino que una amplia galería de personajes comparte el camino marcado por la Historia y Aub consigue una novela de protagonista múltiple:
El protagonista deja su lugar de preeminencia a otro protagonista, numeroso y anónimo, que ocupa la escena caóticamente, con la grandiosidad de un río desbordado. No se trata […] de reducir un gran hecho, una batalla, por ejemplo a unas medidas humanas y personales, sino que nos encontramos ante la desaparición de lo individual para que entre en la escena lo colectivo (Ponce de León, 1971: 54).
La novela permite así observar el contrapunto, técnica narrativa próxima a la estructura caleidoscópica –arte de las vidrieras– (García Templado, 1999). Además, relevante papel se le concede a la mujer en el Laberinto y en esta novela en particular. Por ejemplo, de Rosa María Lainez, Domingo (1973) señaló: «Párrafo aparte merecen esas mujeres maxaubianas […] de rompe y rasga, entre las cuales es una excepción la Rosa María enamorada del Comandante Rafael, una de las víctimas más inocentes de esa pesadilla demencial, verdadero “desastre de la guerra”». Aub presenta otros perfiles muy diferentes: Mercedes, Lola, Manuela, Soledad… Las relaciones entre Manuela y Mercedes con Riquelme y Templado, Rosa María con Terrazas y Lola con Dalmases forman parte de esta novela también marcada por la solidaridad. En Alicante, de poderoso trasfondo, queda Asunción Meliá, sobre la que Aub expresará su predilección en las «Páginas azules» de Campo de los almendros , pues ella, viva imagen de la República anhelada, representaba «[el] símbolo concreto de cuanto su hacedor amaba en España y para España: la justicia, el ánimo constructivo, la fidelidad, la limpieza, el hondo amor» (Sobejano, 2001: 11); ella era «el único antídoto que Max Aub es capaz de imaginar en medio de los desastres de la guerra» (Oleza, 2003: 2). El escritor la recordaría incluso en su visita a Valencia en 1969, como afirmó en La gallina ciega : «Me hiere, me duele que ahí, a cincuenta metros, en la lechería de Lauria, Vicente esperaba (espera) a Asunción. […] y que nadie lo sepa» (Aub, 1995: 294-95).
Los personajes históricos
En Campo del Moro hay personajes que tienen un referente real, como Edmundo Domínguez, Juan Negrín o Dolores Ibárruri, que surgen con barniz literario aun cuando Aub tenía claro que «No es lo mismo inventar personajes un poco a lo que salga, que saber –de cierto– que Julián Besteiro falleció en el penal X, el día Z, a la hora H. Y sacarlo a relucir vivo, sin ser el propio Besteiro» (ms. 2, f. 46v). A pesar de que el estatuto ficcional les confiera inmortalidad en la literatura a los personajes históricos, no deja de resultar agradecido saber quiénes fueron en la vida real para comprender mejor una novela en la que Aub buscó la objetividad de los hechos, implicando a tantos hombres y mujeres cuya existencia podemos verificar en numerosas ocasiones. Unos actúan porque responden a la recreación literaria de acontecimientos históricos que provocaron o en los que participaron; otros son mencionados por elección del autor para crear la atmósfera de historicidad de su obra. El hecho de que los personajes históricos, al igual que tantos acontecimientos, no jueguen sino un rol secundario permite la reconstrucción de la Historia dentro de la trama; y es que tales personajes, siguiendo una fórmula que Galdós probó con éxito en los Episodios nacionales :
[N]o importan tanto para el desarrollo de la acción como para la reconstrucción de ese pasado. En general, el novelista inventa los protagonistas principales para poder jugar así con distintos sentimientos y pasiones, ya que el carácter de los personajes históricos está fijado de antemano, y si el novelista los situara en primer término de su obra, correría el riesgo de convertir la novela histórica en historia novelada (Mata, 1995: 52).
Читать дальше