Pedro de Chinchilla - Carta y breve compendio. Exhortación o información de buena y sana doctrina

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La Carta y breve compendio (1466), dirigida a Rodrigo Alfonso, IV conde de Benavente, y la Exhortación o información de buena y sana doctrina (1467), dirigida al rey niño Alfonso XII de Castilla (1465-1468), redactadas por el letrado vinculado a la casa del conde de Benavente, Pedro de Chinchilla, conservadas en la actualidad en la Biblioteca de Menéndez Pelayo de Santander (M-88), son dos buenas muestras de la literatura de espejos de príncipes en el otoño de la Edad Media. Escritos en el contexto de la guerra civil entre Enrique IV de Castilla (1454-1474) y su hermano Alfonso XII, ambos escritos constituyen un buen ejemplo de las relaciones entre poder y cultura a fines de la Edad Media. También son un excelente testimonio de las percepciones que el hombre del cuatrocientos tenía sobre lo político y de las estrategias dirigidas a asegurar el gobierno duradero en un contexto de inestabilidad política.

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De esta manera, Pedro de Chinchilla funda la obediencia sobre el tópico de que el príncipe sea amado por los «buenos» y temido por los «malos». Amor y temor al que se llegaría a través del ennoblecimiento de la «calidad» y el resplandecimiento del «estado» del conde de Benavente:

Dévenlo [a Dios], otrosí, con toda humildad, obedecer y servir y, en todos sus pensamientos y fechos, anteponer, la cual cosa ennoblece mucho su calidad, faze resplandecer su estado, faze que sea de los buenos amados e honrado y de los malos temido e aun no desamado (38 r a ).

Así, en el contexto de este énfasis en el amor, Chinchilla hace recaer la durabilidad del príncipe en el ejercicio de su poder sobre el tópico político de que el príncipe ha de ser «más amado que temido»:

Pues aprendan los que a otros han de gobernar, si quieren que sean durables en sus señoríos: procuren lealtad de sus pueblos, abaxen sus codicias, refrenen sus luxurias e quieran ser antes amados que temidos, e que como padres e non como emperadores sean vistos entre los suyos (57 r a).

Dicho amor se expresaría por parte del príncipe a través de distintas iniciativas políticas, como «governar, en justicia e paz» (55 r a), procurar «salud e bien e paz de los sus súbditos» (55 r a) o «guardar [al menor del pueblo] e no ser menospreciado» (56 v b). De forma paralela, estas ideas se reflejarían en dos ejemplos históricos, a través los cuales se pondría de relieve el papel de la virtud moral como instrumento más efectivo en la construcción del «poder» y de la «autoridad» para asegurar la obediencia política, 164frente a la coerción de las armas, o sea, de la fuerza. En primer lugar, el sometimiento de algunos territorios de la península ibérica al poder de Escipión el Africano, gracias a su contención y castidad (44 v a-b), de quien Tito Livio decía, por boca del príncipe celtíbero Alucio, que « venisse dis simillimum iuvenem, vincentem omnia cum armis, tum benignitate ac beneficiis ». 165En segundo lugar, la entrega de la ciudad de Faleros a Marco Furio Camilo, fruto de su clemencia (52 r b-52 v a), de la que Valerio Máximo señalaba que « namque Falisci beneficio magis quam armis uicti portas Romanis aperuerunt » 166y de la que decía Plutarco —según la versión aragonesa de Vidas paralelas — que «los romanos, qui antes han quesido la justicia que la victoria, nos han ensenyado [a los faliscos] que nós queramos más seyer vencidos que no estar en libertat […], porque confessamos que lur virtut nos ha vencidos». 167

En todo este diseño, el rechazo al vicio como camino hacia la virtud se presentaría como un elemento fundamental para asegurar el buen gobierno, pues tanto desde fundamentos filosóficos como religiosos, en palabras de Dalmacio Negro Pavón, «la virtud es la mediación normal indispensable entre el orden jurídico y el político que sustituye a la fuerza». 168Así, en el régimen político dibujado por la Exhortación , la virtud, puesta al servicio de un fin sobrenatural, aseguraría un régimen político benéfico fundamentado sobre la responsabilidad, 169expresado, desde la perspectiva bajomedieval, a través de la noción de la función rectora como «oficio» y como «carga», antes que como honra. 170

El comportamiento político del príncipe tendría, antes que un objetivo moral, un fin instrumental, buscando «bien señorear, mandar e acrecentar su estado en honra» (55 r a) y asegurarse la fidelidad del súbdito, pues este si «bien es tratado y el tal señor es amado, por la vida d’él defender, está presto a derramar la su sangre» (56 v b). Pedro de Chinchilla enmarca, de esta manera, la acción política del príncipe dentro de la idea, transmitida, por ejemplo, en una máxima de los Dichos e castigos de profetas e filósofos que toda verdad fablaron , de que «no es rrey ni señor el que rreyna sobre los siervos, mas el que rreyna sobre los libres por amor». 171De este modo, este amor era susceptible de configurar una suerte de relación familiar, en la que los señores «como padres e non como emperadores sean vistos entre los suyos» (57 r a) y «que los pueblos que les son encomendados non sean por ellos tratados como siervos, mas como compañeros» (55 r a).

El interés de Pedro de Chinchilla por el amor político no sería ajeno a una cuestión de honda relevancia para el adecuado ejercicio del poder: el problema la lealtad. Cuestión que no era, en modo alguno, ajena a la negativa percepción de Pedro de Chinchilla sobre las dificultades que plantearía «alcançar el favor del pueblo»:

porque naturalmente todo pueblo es movible, e siempre adelanta la mentira a la verdad, fasta la salida e cabo de la cosa, amonesta e falaga e, después, en el peligro, desampara. El pueblo, cuando sigue a la fortuna, muy omildemente sirve, mas, cuando la fortuna vee mudada, cruelmente señorea e ríese de aquellos mezquinos que con fiyuza cayeron e caen (45 v b-46 r a).

Esta idea no solo respondería al encuadre de la Carta en un contexto ideológico aristocrático, receloso de los sectores populares, sino que sería moldeada igualmente por un discurso religioso, fundamentado en el rechazo a los bienes mundanos, que insistiría en el carácter engañoso de la vida. 172

Estos discursos sobre el amor político tendrán como centro simbólico el «corazón», motivo que Chinchilla hubo de incorporar directamente de De casibus ; 173órgano presentado a lo largo del período bajomedieval como lugar donde residiría el sentimiento auténtico y verdadero, hasta el punto de que don Juan Manuel señalaría que «el mejor pedaço que en’l omne es el coraçón; esse mismo es el peor», 174en tanto que, como recordaba fray Martín de Córdoba, «quales deseos, buenos o malos, honbre trae en el coraçón». 175

De esta manera, el amor debía ser el instrumento predilecto para garantizar la adhesión política al gobernante y un requisito fundamental que asegurar la continuidad en el ejercicio del poder, atendiendo a la existencia implícita, dentro de una concepción ascendente del poder, de una suerte de consentimiento de los «pueblos» a sus «reyes e príncipes», siguiendo la fórmula presentada por Giovanni Boccaccio en De casibus : 176

aunque los reyes e príncipes lo nieguen, con ayuda e voluntad de sus pueblos regnan e las grandes fuerças e poder de los suyos fazen a los señores ser temidos de sus vezinos. Pero, si, como no deven governar, fazen injurias, no administrando la tierra con justicia, más brevemente que piensan fallarán el su señorío menguado, abaxado y del todo caído (56 r a-b).

Estas ideas guardarán cierta correspondencia con la noción de «contrato callado», es decir, tácito, entre el rey y el reino, que, con algún precedente en las Cortes de Valladolid de 1442, 177adquiere una formulación explícita en la intervención de los procuradores de las ciudades en las Cortes de Ocaña de abril de 1469:

Muy poderoso sennor, somos çiertos que vuestra alteza, asy por la espiriençia commo por lo que ha leydo, tiene verdadera notiçia que toda muchedumbre es materia o causa de confusion e dela confusion viene la disension por la pluralidad delos que contienden, e por esto fueron los homes costrennidos por nesçesidad de ensennorear entre muchedumbre e congregaçion dellos a vno quelas disensiones concordase o por mandado de superioridad las departiese e por su dicho de aqueste fuesen rregidos, y por que su ofiçio era rregir, conuenible cosa fue que se llamase rrey; delo qual se sigue que el ofiçio del rrey asy por su primera ynvençion commo por su nombre es rregir, y ha se de entender, bien rregir, por que el rrey que mal rrige no rrige, mas disipa; sigue se que pues quitar e determinar quistiones y dar a cada vno lo suyo es ofiçio de rrey e este tal exerçiçio se llama iustiçia, commo quiera que enlos rreyes se suele hallar linaie dignidad potençia honor e rriqueza e deleytes, pero no lo llamó esto el decreto ser propio delos rreyes, mas dixo, propio es alos rreyes hazer juyzio e justiçia e por el exerçiçio de aquesta prometió Dios por boca de su propheta alos rreyes, perpetuydad de su poder primero y en persona de aquesta tan poderosa e virtuosa virtud dezia el sabio: por mi los rreyes rreynan; e pues muy poderoso sennor, si por esta los rreyes rreynan, concluye se que vos que soys rrey para hazer esta, rreynays y asy bien se puede afirmar que vuestra dignidad rreal, cargo tiene e a cargoso trabajo es subieta, e vuestro cargo es que mientra vuestros subditos duermen vuestra alteza vele guardando los, y su meresçenario soys pues soldada desto vos dan vuestros subditos parte de sus frutos e delas ganançias de su yndustria, y vos siruen con sus personas muy ahincada mente alos tienpos de vuestras nesçesidades por vos hazer mas poderoso para que rreleuedes las suyas e quiteys sus vexaçiones, pues mire vuestra alteza si es obligado por contrato callado alos tener y mantener en justiçia e considere de quanta dignidad es çerca de Dios aquesta virtud deyfica, ca Dios se yntitula en la sacra escriptura juez iusto, y mas considere vuestra sennoria que commo quiera que se llame por el psalmista, misericordioso, nunca tomó título dela misericordia sin quelo tomase junto con justiçia o verdad que son hermanas, que tanto son semejantes que solo el nonbre las distingue, pues la justiçia tanto es amiga de Dios, bien se puede afirmar que el ministro de ella gran amigo es suyo, e joya es la justiçia que no la fia sino de sus amigos o alo menos delos executores de su voluntad, y mire vuestra sennoria quela justiçia que en aquel ydolatra Trajano fue hallada ynclinó a Dios por rruego de san Gregorio a rreuelar les la pena ynfernal, lo qual no se halla que dannado alcançase por otra virtud que ouiese, y en tanta estima la tiene Dios que aquel su uerdadero amigo y seruidor Moysen en sennal de grand confiança y queriendo le ennobleçer, ofiçio de juzgado le dió e juez lo constituyó diziendo le, juzgarás mi pueblo; pero por que la carga del juzgado es grande y el que tiene el çetro dela justiçia ha menester quien le ayude, fue nesçesario que el rrey buscase ministros dela justiçia ynferiores a el, entre los quales rrepartiese sus cargos quedando para el la jurisdiçion soberana, y el buen rrey tales ayudadores para su cargo deue buscar commo los buscaua el sobre dicho Santo por consejo de su suegro quando le dixo, escoje varones prudentes temientes a Dios que tengan sabiduria e aborrescan avariçia. 178

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