A partir de aquí el viaje se pone en marcha de forma oficial, aunque las dudas entre Badía y los gobernantes continúan, como se puede suponer. Y es el oficial de la Secretaría de Estado (D. Eusebio de Bardaxi y Azara) quien desbloquea las dudas de Badía sobre la citada Orden, aconsejándole que indique al ministro el compañero idóneo y entregue la lista de instrumentos, o sea que lo presente todo si no como hechos consumados sí como hechos necesarios (aunque la última palabra la tendrá el rey), lo que realiza Badía el 22 de agosto entregándole a Cevallos los documentos pertinentes. Veamos cómo presenta de manera oficial a nuestro biografiado en el citado oficio:
En punto al ayudante o sujeto que debe acompañarme [...], siendo el éxito de la expedición el interés primario que me anima busqué personalmente algún sujeto que hallase dotado de aquellas morales cualidades que exige una empresa de esta clase, el cual hallé en los Reales Estudios de S. Isidro: se llama Don Simón de Roxas Clemente de cuyos adelantamientos literarios darán a V.E. alguna idea las relaciones adjuntas y el cuaderno de conclusiones de árabe que presencié como también sus progresos botánicos habiendo reconocido yo mismo su herbario que cita. Después de haber yo examinado y observado largamente las disposiciones físicas y morales y este individuo confieso a V.E. que no he hallado otro que pueda comparársele y así lo recomiendo muy particularmente a la atención de V.E. y a la Real Piedad de S.M. como sujeto único para cooperar mis tareas, o continuarlas si yo falleciese 11.
Simón de Rojas no puede ser tratado mejor por el que va a ser su superior, se nota una gran admiración por él (siempre aparecerá, no obstante, como su ayudante). Vuelve a nombrar su currículum haciendo hincapié en el cuaderno de conclusiones de árabe (en cuya conferencia sobre el árabe estuvo el 16 de julio) y en el herbario.
He nombrado que la primera vez que aparece citado Clemente por Badía es el 7 de agosto de 1801; efectivamente, es en ese año cuando traban amistad pues Domingo Badía fue a recibir clases de Simón de Rojas. Así lo cuenta en sus memorias:
En 1802 [1801 12] me hallaba sustituyendo la cátedra de árabe por enfermedad del propietario [Miguel García Asensio], cuando se presentó a las lecciones un desconocido que en poco tiempo hizo muchos progresos; y no tardó en proponerme un viaje científico, que habríamos de emprender disfrazados, para hacer descubrimientos en el interior del África. Yo le contesté sin vacilar que estaba presto a seguirle; y en pocos días me hallé con el nombramiento Real de asociado a esta empresa con la dotación de 18.000 reales [por año], que fue el primer sueldo que he disfrutado, sobrándome siempre para las necesidades de la vida, y faltándome muchísimo para mis apetitos científicos. No pudo retrotraerme de este viaje el respetable Cavanilles, ni otros 13, que me pintaban al incógnito como un aventurero loco; y salí de Madrid en mayo de dicho año a tan atrevida expedición, a que debía preceder un rápido paseo por Francia e Inglaterra, con el fin de acopiar noticias, instrumentos de observación y otros artículos indispensables [...] 14.
Vemos que el primer contacto se produce en las clases, que Badía hizo grandes progresos rápidamente y que enseguida le propuso realizar el viaje en calidad de asociado. Evidentemente esta proposición se realizó tras el dictamen de la Academia de Historia según el cual debía ser acompañado y vemos que Badía se adelantaba a todo.
En este momento es muy importante subrayar el hecho de que ni siquiera Cavanilles pudo convencerle de lo contrario, hasta ese punto estaba obsesionado por hacer este viaje, además de que le decían que Domingo Badía estaba loco, algo que suscribirían en la época bastantes personas: los académicos, los gobernantes, el propio Manuel Godoy... Afirmación fácil de deducir con sólo leer la Exposición histórica ; y es verdad, para llevar a cabo aquella empresa entonces había que estar un poco loco por lo menos. También nuestro sabio D. Simón debía estarlo, sobre todo tras los consejos en contra recibidos; pero es lo que dejaba caer en el capítulo 1, es la pizca de romanticismo que empezaba a existir donde ese mínimo grado de locura hacía que la razón ilustrada se subordinara al corazón romántico por lo menos en algunas ocasiones, en esas ocasiones que se consideran únicas en la vida de cualquiera; en este caso en el viaje a África. De cualquier manera, con el corazón y con la mente a nuestro sabio le avalaba su currículum para acompañar a Badía a África. Y ya desde el principio, anotémoslo, Clemente sigue con su desapego personal al dinero (como vimos en el capítulo anterior con ocasión de la sustitución del hebreo) que siempre le sobra “para las necesidades de la vida”, en cambio le falta “para mis apetitos científicos”.
En esta preparación aparece una orden interesante hecha el 26 de agosto que transmite el ministro Cevallos en nombre del rey al catedrático de árabe Miguel García Asensio queriendo información sobre los conocimientos de Clemente sobre árabe y matemáticas antes de dar el visto bueno para que sea el acompañante idóneo del que se llamará Alí Bey. Dice así: “El Rey quiere que V. informe sobre los conocimientos que posee en lengua árabe D. Simón de Roxas Clemente y al mismo tiempo si tiene algunos en matemáticas, y a este efecto lo prevengo a V. en Real Orden” 15.
A lo que el catedrático le responde en septiembre –no inserta día exacto–:
Excmo. Señor: Satisfago a la Real Voluntad de S.M. (que Dios guarde) comunicada por V.E. [...] asegurando la asistencia de D. Simón de Roxas Clemente por espacio de dos años académicos a mi cátedra de árabe, erudito de estos Reales Estudios. Su constante aplicación y singular talento le han hecho el más aventajado de mis discípulos y facultado de una inteligencia vasta y profunda de lo más delicado y sublime del idioma no solamente en lo que respecta a la gramática sino también en lo que pertenece a la poética, de la que dio una excelente prueba en los ejercicios de las dos artes que tuvo en el día 16 del próximo julio en los mismos Reales Estudios con general aplauso.
Asimismo sé que ha extendido su curiosidad y anhelo a las matemáticas en general y especialmente a la inteligencia y manejo de planos y cartas geográficas y a las operaciones de longitud y latitud, y que ha adquirido estos conocimientos primeramente en el estudio de la filosofía que se enseña con grandes principios de matemáticas en la Universidad de Valencia en donde ha cursado y después de una aplicación privada, y que por esta razón no se ha hecho particular mención de ellos en la relación de sus méritos que tiene presentados 16.
Decía antes que la orden donde se pregunta sobre los conocimientos de matemáticas era interesante (la pregunta y la respuesta sobre sus conocimientos de árabe parecen obvias). Desde la perspectiva de entonces (ya desde el Renacimiento y todavía en el siglo XVIII) las matemáticas eran una materia unida a la geografía (la cual era una ciencia físico-matemática), de hecho en la respuesta de Miguel García así aparece. Es verdad que “el estudio matemático de la esfera terrestre y el de las propiedades físicas de la tierra [...] pasa a ser en los siglos XVIII y XIX tema de estudio de otras disciplinas” 17como la geodesia primero y la cartografía después. Pero para Miguel García Asensio (y con toda seguridad para Carlos IV y Cevallos) las matemáticas van unidas con “los planos y cartas geográficas y a las operaciones de longitud y latitud”. En fin –como se ha dicho en el capítulo 1– se utiliza el lenguaje corriente aunque ya estuvieran separadas más de derecho que de hecho por lo que se ve, pero es interesante el uso más popular del adjetivo “geográficas” que empezaba a estar en desuso para estos casos. En todo caso era necesario conocer matemáticas para construir mapas, planos y en el manejo de las operaciones de longitud y latitud para emprender el viaje a Europa y a África.
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