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© 2021, Ludmila Ramis
© 2021, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Edith Gallego
Corrección
Bárbara Antón
Diseño portada
Tyler Evelyn Rood
Maquetación
Manuel Baraja
Primera edición en formato electrónico: Noviembre de 2021
ISBN: 978-84-18013-83-6
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).
Ludmila M. Ramis
GAME OVER
Capítulo 1 Batir un comienzo
Capítulo 2 Crisis de identidad
Capítulo 3 Candados al sur
Capítulo 4 Tu redondez
Capítulo 5 Cuadrado reglamentario
Capítulo 6 Confiscación navideña
Capítulo 7 Eleuteromanía
Capítulo 8 Déjà vu
Capítulo 9 En cloro
Capítulo 10 Un chocolate premeditado
Capítulo 11 Platónicos de oficina
Capítulo 12 Gallo de ciudad
Capítulo 13 Vial
Capítulo 14 Camaradas
Capítulo 15 Mariposa
Capítulo 16 Pescador conceptual
Capítulo 17 Inhibidos
Capítulo 18 Bailar un chachachá
Capítulo 19 Listado personal
Capítulo 20 Danés
Capítulo 21 Obra sin aplausos
Capítulo 22 Potasio
Capítulo 23 Amapolas y calamares
Capítulo 24 A mi modo
Capítulo 25 Un acuario secreto
Capítulo 26 Alud de flores
Capítulo 27 Depilación amistosa
Capítulo 28 Ranas
Capítulo 29 Inkclase
Capítulo 30 Dos orillas y un bote
Capítulo 31 Sócrates
Capítulo 32 Semáforos
Capítulo 33 Tipos de guerra y guerreros
Capítulo 34 Deterioro
Capítulo 35 Caligrafía familiar
Capítulo 36 Historia erótica
Capítulo 37 El puesto
Capítulo 38 Si no encajas
Capítulo 39 Hujambo
Capítulo 40 Emboscada
Capítulo 41 La Gran Manzana
Capítulo 42 Cámara de opinólogos
Capítulo 43 Los chicos Sley
Capítulo 44 Un amigo para siempre
Capítulo 45 La lista invisible
Capítulo 46 Juego terminado
Capítulo 47 Tanatopraxia
Capítulo 48 El funeral más divertido del mundo
Epílogo
Para los soñadores que, al volar, caen.
Abran las alas, tomen impulso y salten al vacío otra vez.
El cielo es más hermoso cuando están en él.
Capítulo 1
Batir un comienzo
Billy Anne
—¡Billy Anne Beasley Shepard! —grita el horrorizado anciano al tomar algo que sobresale de un bolso en el baúl del Jeep.
Mataré a Tyra, es oficial.
—No es lo que parece, abuelo. —Mis neuronas tejen una mentira mientras reacomodo la caja de mudanza entre mis manos—. Es... es la nueva batidora eléctrica PFG 500, multiuso, y con pilas recargables al sol para ir de camping.
No sé qué es lo que acabo de inventar. Sin embargo, Shepard arquea una ceja con auténtico interés. Supongo que juega a mi favor ser honesta la mayor parte del tiempo dado que ahora me cree sin dudar.
—A mí me parece un consola... —interviene Ciro, pero se queda sin aire cuando lo interrumpo al estampar la caja contra su pecho. La toma con una maldición y alzo la cabeza para dispararle una advertencia con los ojos—. Un consuelo para sus manos, coach. Ya no necesitará batir la salsa a mano —corrige.
Bill escudriña el artefacto y lo sacude de un lado al otro. Por suerte sus anteojos están en el auto y no es capaz de ver la diferencia entre un juguete sexual y un electrodoméstico.
—No se necesita una batidora para hacer salsa, estúpido Hyland. Se nota que no heredaste el cerebro de tu madre.
—No, de ella heredé la belleza —informa el rubio con una sonrisa engreída antes de desaparecer dentro del edificio.
El entrenador, como insiste en que lo llamen a pesar de estar retirado, no es muy fan de los que se apellidan Hyland.
Le quito la tecnología de autoplacer para guardarla lejos de los ojos curiosos que transitan la calle. No quiero que se pregunten por qué un hombre de setenta y dos años usa un consolador a modo de maraca mexicana.
—Todavía no puedo creer que mamá y papá hayan aceptado esta clase de humillación para la única descendencia directa que dejarán en el planeta. —Me doblo por la cintura y tomo la última caja—. No es normal compartir piso con una compañera de veintitrés y tu abuelo. Es perturbador.
Me echo el bolso al hombro y lanzo la supuesta batidora a la caja.
—Solo serán tres meses. Deja de quejarte antes de que te haga correr para que conozcas el vecindario. Sabes que no soy tan anciano, ¿verdad? Si pude cargar con más de dos equipos y cuatro generaciones de zopencos en mis días como entrenador, puedo con un bolso y la PFG 500, multiuso, y con pilas recargables al sol para ir de camping, la cual quiero quedarme, por cierto. Haré pasteles.
Tyra tendrá más de un funeral por esto y me aseguraré de que haya la suficiente cantidad de donas como para que lamente no estar viva.
—Tu columbra vertebral con más de siete décadas de existencia no dice lo mismo.
Salto para alcanzar la puerta del maletero del Jeep. Me lleva unos dos intentos cerrarla mientras sostengo las cosas apretadas contra mi pecho con el brazo derecho.
Heredé muchas cosas de mis padres como, por ejemplo, mi cabello. Mi madre es castaña y mi padre rubio, y como si hubieran puesto sus cabezas dentro de una licuadora, terminé con lo que parece una peluca multicolor con más de cinco tonalidades diferentes. También tengo los rasgos faciales de Kansas Shepard y el IQ de Malcom Beasley.
Pero no tengo la altura de ninguno. Soy una especie de liliputiense de dieciocho años, con mis cinco pies de estatura.
—Acompañé a mis dos hijas, tanto a Kansas como a Zoe, en sus primeros años de universidad, así que no te librarás de mí tan fácil, cariño. —Deposita un burlesco beso en mi sien antes de añadir—: Por cierto, átate los cordones antes de que caigas sobre tu ya sabes qué.
—Pero ya me gradué de la universidad, voy a empezar a trabajar como un adulto real —objeto—. ¿Lo recuerdas o tu memoria comenzó con los cortocircuitos?
Bufa mientras caminamos hacia la entrada.
—Cortocircuito, mi trasero. Mi memoria funciona tan bien como las articulaciones de mi pie en caso de que me vea obligado a metérselo a alguien en su retaguardia.
—¿Qué hablamos sobre espantar a los posibles amigos y compañeros de mi recién empezada vida adulta usando tu extremidad como bate de béisbol, abuelo?
Levanta las manos con inocencia:
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