Los resultados reflejan una alta proporción de personas en riesgo para diferentes tópicos de salud, dado que presentan conductas como el tabaquismo, la exposición de humo de leña y la baja cobertura de vacunación y exposición de tipo sexual. Estos resultados se discuten y se dan unas recomendaciones de gran importancia para establecer una línea base que permita evaluar los impactos de una fase posterior de explotación minera aurífera en Buriticá.
Presentación
La necesidad de pensar la relación entre minería y salud humana
La minería es definida como una actividad económica de tipo extractivista, en la cual se procesan diferentes minerales del subsuelo con ciertos propósitos para diferentes sectores como el industrial, el energético, la construcción, entre otros (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015). En el caso de Colombia, este tipo de actividades está regulado por la Ley 685 de 2001 o el Código de Minas del Ministerio de Ambiente, que define las minas como “el yacimiento, formación o criadero de minerales o de materias fósiles, útil y aprovechable económicamente, ya se encuentre en el suelo o el subsuelo”, y el mineral lo concibe como “la sustancia cristalina, por lo general inorgánica, con características físicas y químicas propias debido a un agrupamiento atómico específico” (Congreso de la República de Colombia, 2001ª, p. 4). Para los fines de esta investigación, vale destacar que esta política minera solo exige, en la fase de exploración, la elaboración del “estudio de impacto ambiental”, el cual incluye un análisis de factibilidad ambiental, obtención de la licencia ambiental para el inicio de obras y definición de los aspectos jurídicos que velan por la protección y posterior recuperación del ecosistema (Congreso de la República de Colombia, 2001a), sin hacer alusión explícita a la necesidad de estudiar efectos sobre los perfiles de salud; aunque de manera general, en este tipo de metodologías ambientales, se cumplen criterios técnicos tendientes a evitar daños o alteraciones en el proceso salud-enfermedad.
En este orden de ideas, es importante remarcar el hecho de que la minería se ha relacionado con múltiples eventos de salud debido a que este tipo de actividad económica, principalmente cuando se realiza sin control o de manera ilegal, genera contaminación de cuerpos de agua, del suelo y del aire, lo que deriva en afectaciones de la flora, la fauna y por supuesto de la salud humana. En general, los mecanismos más frecuentes de este daño se asocian con minería descontrolada, en la cual no se hace un adecuado manejo de los vertimientos, la emisión y disposición de mercurio, cianuro y otros tóxicos (en especial, en la minería de metales preciosos), lo que lleva a la contaminación de fuentes de agua (superficial y subterránea) con minerales y con microorganismos procedentes de los asentamientos mineros, del aire con emisiones de dióxido de azufre, material particulado y metales pesados, y del suelo por precipitación de los tóxicos atmosféricos (Ministerio de Salud y Protección Social, 2015).
La situación en salud más grave asociada a la minería aurífera es producto del mal manejo del mercurio. En tal sentido, la Organización Mundial de la Salud (oms) y el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia han descrito diferentes impactos negativos del mercurio sobre la salud humana y animal, al tiempo que constituye uno de los diez químicos más nocivos en la salud pública (oms, 2017; Ministerio de Salud y Protección Social, 2015). Tal es la gravedad de este metal que en 2013 se firmó el Convenio de Minamata, en Kumamot,-Japón, con el “objetivo de proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de mercurio y sus compuestos”, el cual fue suscrito por la Presidencia de Colombia (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2017).
La exposición a pequeñas concentraciones de mercurio genera una toxicidad importante sobre el desarrollo fetal, el sistema nervioso y la respuesta inmune; también afecta órganos digestivos, piel, sistema renal, ojos y pulmones. Estos efectos por lo general se producen por el consumo del metilmercurio que contamina los alimentos, principalmente el pescado (oms, 2017). Además de la exposición a metales, la minería aurífera en Colombia, en especial la realizada a cielo abierto, cuenta con evidencia robusta que indica cómo esta aumenta la morbilidad y mortalidad palúdica, al punto que los municipios con mayor producción de oro registran las tasas más altas de malaria (Chocontá Piraquive y Díaz Jiménez, s. f.).
En esa misma línea, la Defensoría del Pueblo en Colombia (2016) ha realizado estudios que resaltan cómo la minería se relaciona con “los problemas ambientales y sociales de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes en diferentes regiones del país (p. 11)”, así como la vulneración de “derechos fundamentales colectivos e individuales”. Mediante una investigación mixta (cualitativa-cuantitativa) que priorizó seis zonas (del departamento de Antioquia fue seleccionada la región del Bajo Cauca) caracterizadas por alta actividad minera, poca presencia institucional, impactos en los ecosistemas y riesgos para la salud humana, se evidenció que la minería sin control (“abarca tanto la minería ilegal como la legal que se realiza de manera irresponsable y sin los debidos controles”) afecta el disfrute de un entorno saludable, el uso racional de recursos naturales, vulnera los derechos a la vida, la salud, la seguridad y salubridad públicas (Defensoría del Pueblo, 2016).
Por otra parte, en términos investigativos, se dispone de publicaciones sobre el nexo entre la minería de carbón y el deterioro de la salud del trabajador (Ospina Díaz et al., 2010) y los trastornos respiratorios en trabajadores de este tipo de minas (González et al., 2017) y en niños de sus áreas de influencia (Quiroz-Arcentales et al., 2013), así como de estudios que refieren de qué manera los trabajadores de este tipo de minas perciben peor salud ligada a sus condiciones de trabajo (Jiménez-Forero et al., 2015).
Particularmente, en minería aurífera se ha investigado la relación entre exposición laboral o residencial (básicamente por contaminación de cuerpos de agua y alimentos) al mercurio y la percepción de mala salud (Muñoz-Vallejo et al., ,2012), el daño genotóxico por exposición a metales pesados procedentes de este tipo de actividades mineras (Calao y Marrugo, 2015), la irregularidad del ciclo menstrual (Rodríguez-Villamizar et al., 2015), los altos niveles de mercurio en niños y adolescentes con el subsecuente desarrollo de mayores tasas de caída del cabello, insomnio, nerviosismo, debilidad, dolor torácico, entre otros eventos de salud (Palma Parra et al., 2019).
Otro grupo de publicaciones académicas han reportado cómo la exposición a plomo deteriora las condiciones de salud de los niños (Astete et al., 2009); también han documentado la necesidad de disponer de una vivienda saludable (según criterios o definición de la Organización Panamericana de la Salud [ops]) en poblaciones mineras (Hoyos López et al., 2018). Es importante mencionar que donde hay actividades mineras auríferas en el departamento de Antioquia se han detectado niveles tóxicos de mercurio en leche materna de poblaciones vulnerables (Molina et al., 2018).
Los datos expuestos ponen de manifiesto el impacto negativo de la minería ilegal o descontrolada sobre diferentes indicadores de salud, pero sin estudios longitudinales, evaluaciones de impacto u otros tipos de diseños metodológicamente adecuados para cuantificar los efectos reales de la minería en la salud humana. Además, poco se conoce sobre los perfiles de salud propios de las poblaciones expuestas a minería aurífera o indicadores de morbilidad en líneas base (previo a la explotación del oro) de los sitios con minería legal, lo que resulta necesario para orientar diferentes decisiones basadas en la evidencia.
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