12.«Julius Bahnsen», en: Imago mundi. Dictionnaire Icographique. < www.cosmovisions.con/Bahnsen.htm>.
13. Cf. J. Bahnsen, Das Tragische als Weltgesetz , op. cit., pp. 9 y ss.
14. Ibid. , p. 45.
15. Ibid. , pp. 39-40.
16. Ibid. , pp. 5-7.
17. Ibid. , p. 102.
18. Ibid. , p. 107.
19. Ibid. , p. 133.
LO TRÁGICO COMO LEY DEL MUNDO
Y EL HUMOR COMO FORMA ESTÉTICA DE LO METAFÍSICO
MONOGRAFÍAS SITUADAS EN LOS MÁRGENES DE LA DIALÉCTICA REAL
El sujeto, con todo su trasfondo de sublimidad, es culpable.
Éste es el pecado original.
El infortunio adviene por azar.
Todo el movimiento acaece sobre la base de la estricta necesidad objetiva.
VISCHER
(Lo trágico como ley del universo)
PRÓLOGO
Las páginas que siguen ofrecen parte de mi «dialéctica real», cuya aparición completa viene siendo postergada por una serie de desagradabilísimas experiencias con los editores alemanes, en las que no me cabe responsabilidad alguna. Pero, al mismo tiempo, pueden leerse de forma independiente, puesto que constituyen la continuación del trabajo con el que debuté, hace ya veinticinco años, ante el Forum de la Facultad de Filosofía de Tübingen. Desde un punto de vista personal, esta circunstancia les concede una significación más elevada, puesto que representan el resultado del continuo desarrollo de mi cosmovisión, al tiempo que proporcionan una comprobación suficiente de la misma, sobre todo en aquellos fragmentos con los que he intentado abrir un camino personal en la explicación de problemas generales.
Puede, por tanto, que no sean totalmente indignas de presentarse como sustituto de un trabajo más amplio, que pensaba presentar por Pascua en la querida Suabia. Lo que les falta en rigor y precisión científica, si se las compara con la obra completa, quizás quede compensado por la amplitud del círculo en el cual puede difundirse el interés por su contenido; y lo que pueda haber en ellas de impulso momentáneo, fruto de una producción [XVIII] ocasional, quizás encuentre un contrapeso en la cálida e intensa entrega con la que ha quedado plasmada en ellas buena parte de la verdad ganada en la propia vivencia.
Presento, pues, este humilde homenaje, confiando en que pue-da sumarse a la serie de otras muchas y más prestigiosas obras contemporáneas.
Lauenburg in Pommern, 26 de mayo de 1877
DR. JULIUS BAHNSEN
Introducción
Lo estético en general y lo simplemente bello
Dado que la estética hegeliano-vischeriana está construida según un esquema dialéctico que también afecta a lo trágico, podría creerse que la dialéctica real debería encontrarse el trabajo ya hecho en este terreno. Sin embargo, esto solo es así en una medida muy restringida; pues es precisamente en este punto donde se pone de manifiesto cuán insuficiente se muestra el mero movimiento aparente de conceptos contrapuestos, cuando lo que se requiere es deducir, no solo verbaliter , 1 sino también realiter , 2 las relaciones de contraposición fenoménica desde la esencia más profunda de las cosas mismas.
Si la dialéctica real quiere permanecer fiel, tanto a su nombre como a su tarea, debe despreciar cualquier zurcido de los agujeros de su sistema mediante vacíos conceptos auxiliares (un proceder sin el que la dialéctica verbal no ha podido pasarse nunca, y que ha contribuido como ningún otro a acabar con el poco respeto que aún suscitaba este método, antaño tan valioso e imponente). Puesto que para la dialéctica real la antítesis lo es todo, mientras que la tesis y la síntesis carecen de significado, en ella se reduce considerablemente el ámbito de lo auténticamente trágico; pero lo que con ello pierde en amplitud de extensión, lo gana en riqueza, profundidad y fundamentación de su concepto. Pues su centro coincide ahora con el de lo ético, de manera que aquí ética y estética se mezclan inseparablemente [2] formando una unidad, aunque no en el sentido de, pongamos por caso, una estética moralizante, sino en el más radical de la identidad esencial del objeto que ambas comparten, de la misma manera que la estética del humor coincide con una consideración del resultado efectivo de la metafísica dialéctico-real.
Así se despacha, al mismo tiempo, desde el punto de vista de la dialéctica real, la controversia que enfrenta la «estética formal» a la «estética del contenido»; pues para ella lo específicamente estético es solo una manera especial de considerar los mismos objetos, ya caigan bajo las categorías de lo real (la fuerza), lo ético (relaciones entre voluntades individuales conscientes), o lo verdadero (conocimiento de la contradicción real).
Con esto, la estética asociada a la dialéctica real asume de inmediato un paralelismo con la división tradicional de las formas estéticas fundamentales: lo simplemente bello, lo sublime y lo cómico; y de nuevo vuelve a comprobarse también aquí como dicha estética constituye una concepción del mundo ( Weltauffassung ), que no se ocupa en absoluto con cosas inauditas y altamente especializadas, sino que se encuentra en la más estricta sintonía con el resto de tradiciones científicas habidas hasta la fecha. Pues lo que la literatura estética más reciente ha puesto con tanta insistencia en un primer plano –por ejemplo, la concomitancia del sujeto percipiente estético (Robert Vischer) y lo simbólico 3 en la impresión estética [3] (Johannes Volkelt)–, fue algo que ya anticipé, a mi manera, como creador de la dialéctica real, hace ahora unos veinticinco años, en el proyecto de estética que se encuentra actualmente recogido en las Actas de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Tübingen, y que constituye mi Disertación de Doctorado. En ella ya se consideraba la existencia de un íntimo equilibrio de fuerzas entre sujeto y objeto como el componente esencial de la impresión que se encuentra a la base de lo simplemente bello, al tiempo que lo humorístico se conectaba íntimamente, por vez primera, con el pesimismo de Schopenhauer.
De modo que lo que aquí se va a ofrecer disfruta de una madura claridad, probada mediante la confrontación con otras teorías menos consistentes y efímeras, y ha resistido mucho mejor la prueba del tiempo que otras hipótesis de baja estofa, ofrecidas como algo espectacular y «exacto» por los empiristas, para hundirse luego, sin la menor repercusión, en el Orco del olvido.
No deseamos contarnos, sin embargo, entre aquellos que no han aprendido nada, ni tampoco han olvidado nada. Algunos resultados poco claros, los dejaremos confiadamente de lado, y ofreceremos alguna feliz ocurrencia, renegando de todos los caprichos científicos a cambio de aire libre; pero, ateniéndonos a una escuela mejor que aquella que se limita a disponer su material y definirlo esquemáticamente, ha resultado que el cómodo y fácil nulla dies sine linea 4 se nos transformó, a menudo, en el pesado e incómodo nulla dies sine experientia . 5 Mas es sabido que, en el laboratorio de lo trágico, el disector no se atiene al precepto: experimentum fiat in corpore vili , 6 así que nuestro lema podría rezar: and thereby hangs a tale. 7 Pues lo que actualmente ya parece indudable es que quien no es capaz de aprehender, engarzar e interpretar las vivencias más propias [4] sub specie aeternitatis 8 no tiene nada que hacer, ni como esteta, ni como poeta. El necesario «desinterés kantiano» se da por supuesto, pues sin cierto desprendimiento respecto del propio sentir, nadie fue capaz de objetivarlo; pero también se requiere añadir un grado suficiente de sentimiento vital, que haga de los espectrales esquemas que se deslizan desde la Estigia y el Leteo formas dotadas de cierto calor vital. Por eso, la dialéctica real nunca asume, ni en estética, ni en metafísica, de forma pedantesca y estrecha de miras, la idea de un conocimiento «liberado de la voluntad», de la misma manera que tampoco retrocede ante los reproches de usar un tono elevado y vibrante, con matices subjetivistas; pues, del mismo modo que sin ellos no existe ningún cromatismo musical, tampoco existe la carnación en pintura, mientras el colorido no nos haga creer que vemos la sangre pulsar a través de las venas. Lo que suele llamarse fría objetividad ya se presenta por sí misma, tan pronto como el músculo visual siente la necesidad de acomodarse, cuando el ojo quiere alcanzar un esbozo amplio y claro del preparado que está observando en el microscopio.
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