© LOM edicionesPrimera edición, marzo 2021 Impreso en 1000 ejemplares ISBN impreso: 9789560013873 ISBN digital: 9789560014276 Motivo de portada: Paul Klee, Hauptweg und Nebenwege , 1929. Todas las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo. Edición, diseño y diagramación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 6800 lom@lom.cl | www.lom.cl Diseño de Colección Estudio Navaja Tipografía: Karmina Registro N°: 201.021 Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile
Con este tomo nos atrevemos a enriquecer la amplia biblioteca sobre Walter Benjamin en Chile y América Latina con un título más: Esperanza, pero no para nosotros. Capitalismo, técnica y estética en Walter Benjamin .
«Esperanza, pero no para nosotros» son, según el testimonio de Max Brod, palabras de Franz Kafka que nos transmite Benjamin en su ensayo sobre Kafka.
Recuerdo una conversación con Kafka a propósito de la Europa contemporánea y de la decadencia de la humanidad, escribió (Max Brod). “Somos” –dijo– “pensamientos nihilísticos, pensamientos suicidas que surgen en la cabeza de Dios”. Ante todo, eso me recordó la imagen del mundo de la Gnosis: Dios como demiurgo malvado con el mundo como su pecado original. “¡Oh, no!” –replicó–. Nuestro mundo no es más que un mal humor de Dios, uno de esos malos días. ¿Existe entonces esperanza fuera de esta manifestación del mundo que conocemos?. El sonrió. “¡Oh!, bastante esperanza, infinita esperanza, solo que no para nosotros”». (ZKG*: GS II-2, 414) (CV: 1991, 139-140).
¿Para quién, entonces, hay esperanza? En las novelas y en los cuentos kafkianos, la esperanza queda solamente para los «ayudantes» ( Gehilfen ), para los «locos», para los «estudiantes», según la lectura propuesta por Walter Benjamin. La esperanza existe para estas figuras insignificantes que no pertenecen al mundo que se somete a leyes, en general indescifrables, exigiendo cumplir con valores siempre inaccesibles. Instaladas al margen extremo de este mundo, ni siquiera pueden pecar contra su orden y sus valores. Son estas figuras de Kafka que se eximen y al mismo tiempo se burlan de toda forma de gobernabilidad. Ellas se encuentran tan fuera de la ley que tampoco pueden ser interpretadas como su negación.
La esperanza está del lado de estos que se entregan con todo entusiasmo a un oficio sin esperar ninguna recompensa, ningún reconocimiento, ningún tipo de salvación. En un aforismo, Kafka los describe como los que se ponen a «martillar» ( hämmern ) con toda su alma, pero como si no fuera nada ( « als wäre es nichts ») 1. En estos ejemplos, la esperanza se debe a una gracia que nos toca sin ningún merecimiento y solamente en la medida en que renunciamos al esfuerzo de lograrla. En este sentido es una gracia completamente penetrada por un pensamiento teológico.
Esta tonalidad kafkiana marca la interpretación de Pablo Oyarzún, cuyas importantes ediciones de los escritos de Benjamin enfatizan la centralidad del concepto de experiencia, capturada en una «dialéctica en suspenso» entre singularidad y repetición, entre aura y shock , reflejando la peculiaridad de la «sociedad de teología y materialismo» que Benjamin establece en el transcurso de su obra 2. En la lectura de Oyarzún, el concepto de experiencia desarrollado por Benjamin asume importancia fundamental no solamente porque en ella la vida es enteramente atravesada por la ineluctabilidad de la muerte y de la culpa, marcada por su origen en la Caída de la especie humana, símbolo de la transitoriedad de todo lo mundano, sino también por ser condición posibilitante de la singularidad 3. En este sentido, la interpretación de Oyarzún encuentra ecos en una de las mayores propuestas interpretativas recientes desde la recepción angloamericana de Benjamin, en los trabajos de Samuel Weber 4. Ambas lecturas se caracterizan por una mirada melancólica hacia el presente y las posibilidades para el futuro. Como dice Oyarzún acerca de la esperanza, en Benjamin «solo una cierta posibilidad pasada parece poder suministrarla» 5.
No obstante, y tomados en su conjunto, los ensayos de este volumen sugieren que Benjamin no va a restringirse a esta visión kafkaiana. En el propio pensamiento de Benjamin no se va a repetir esta desilusión, sino que este es penetrado por el esfuerzo de demostrar dónde y por qué –a pesar de todo– hay esperanza. El camino para descubrir si la esperanza es posible pasa, para Benjamin, por la investigación de la «historia primaria» ( Urgeschichte ) de la modernidad y, con ello, del capitalismo en el siglo XIX. Esta «historia primaria» encuentra su manifestación más espectacular en los pasajes parisienses y en las fantasmagorías de la mercancía, en la invención de los nuevos medios técnicos y en el surgimiento de una nueva estética que lleva a la destrucción del aura. Son los momentos en los cuales se produce el suspenso de una dialéctica que opera al servicio del capitalismo, los momentos de los paros violentos, de los shocks , en los cuales se interrumpe la fatalidad del continuo del progreso para dejar relampaguear la posibilidad de la reconciliación entre el hombre y la naturaleza y entre los hombres mismos. Capitalismo, técnica y estética en Walter Benjamin , la segunda parte del título de este libro, hace alusión a esta dimensión del pensamiento benjaminiano que busca abrir un horizonte de esperanza que para Kafka no existía, el cual emerge de un mundo que para él ha quedado inaccesible. No obstante, lo que la propuesta benjaminiana –a pesar de esta diferencia profunda– tiene en común con el mundo kafkiano es su trasfondo teológico.
Entre los fragmentos del Libro de los pasajes leemos el siguiente:
La relación de mi pensamiento con la teología es como la del papel secante con la tinta. Está empapado con él [el papel con la tinta]. Pero si se cumpliera el deseo del papel secante [el papel corresponde al pensamiento que absorbe], nada de lo escrito [con tinta] quedaría [N 7 a, 7] (PW: GS V-I, 588) (LP: Obras V/1, 757).
Esta era la intención benjaminiana: hacer desaparecer la teología y dejar que fuera absorbida por la propia materia, una forma de materialismo teológico o de una teología materialista. Se trataría de una teología que se convierte en política –contra una política que se convierte en teología. Se repite en el ámbito de lo teológico una figura que conocemos de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica . Allí, Benjamin se refiere a la relación entre estética y política y se muestra convencido que sería posible crear una estética que fuera inutilizable para el fascismo, una estética que sería el resultado –así reza la conocida fórmula– de la politización del arte en vez de una estetización de la política. Esta diferencia radical entre un arte que se convierte en política y una política que se convierte en arte, la que sería la opción fascista, se repite en la relación entre teología y política. Retomando la argumentación de Benjamin: lo que importa es la politización de la teología contra la teologización de la política.
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