Horst Rolf Nitschack Nitschack - Esperanza, pero no para nosotros. Capitalismo, técnica y estética en Walter Benjamin

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Esperanza, pero no para nosotros. Capitalismo, técnica y estética en Walter Benjamin: краткое содержание, описание и аннотация

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Los autores resaltan en qué medida la crítica benjaminiana del mundo capitalista, de la fantasmagoría de la mercancía, de la pérdida del aura –su crítica de la modernidad–, revela en sus medios técnicos y en su estética una dialéctica salvadora.

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Crítica al concepto usual de experiencia

La exposición del concepto de experiencia empieza con la crítica del que considera concepto habitual de su tiempo. Según Benjamin, «el problema de la teoría kantiana del conocimiento, como el de toda gran teoría del conocimiento, posee dos lados»: la cuestión de «la certeza del conocimiento» y la cuestión de «la dignidad de una experiencia que es efímera». A la primera cuestión la filosofía kantiana le ha dado «una explicación válida», pero no a la segunda (ÜPkP: GS II/1, 158) (SPFV: Obras II/1, 162). Kant se ha preocupado mucho por la certeza de la experiencia, pero escasamente por el alcance y densidad de la experiencia. ¿A qué se debe esta pobreza de experiencia en la filosofía kantiana? Fundamentalmente, Benjamin lo atribuye a dos motivos.

En primer lugar está el motivo, propio de cualquier filosofía, de que «el interés filosófico universal siempre se dirige al mismo tiempo a la validez atemporal del conocimiento» (ÜPkP: GS II/1, 158) (SPFV: Obras II/1, 162). El primer reproche es, por tanto, que la filosofía no capta la experiencia en la temporalidad y singularidad que le son propias, por encontrarse sesgada hacia lo intemporal por su interés en la búsqueda del concepto, es decir, de estructuras universales e intemporales.

A este primer reproche, de carácter general, se añade otro más específico de la filosofía kantiana, a saber, que el de Kant «aún seguiría siendo el mismo viejo concepto de experiencia», el concepto empirista, el de la física matemática (ÜPkP: GS II/1, 158) (SPFV: Obras II/1, 163). A pesar de este reproche, Benjamin defiende a Kant 20, ya que en la Crítica de la razón pura , según Benjamin, Kant no identifica la experiencia con el mundo de objetos de la ciencia. El problema de Kant es, según Benjamin, un problema humano: la experiencia que tuvo como hombre, por el hecho de compartir con toda obviedad el horizonte de su época, una «experiencia singular y temporalmente limitada». Compartir tal experiencia es compartir lo que propiamente se llama cosmovisión , que en este caso no es otra que la de la Ilustración (ÜPkP: GS II/1, 158) (SPFV: Obras II/1, 163).

La primera limitación de Kant y de su concepto de experiencia proviene del carácter general de la filosofía, que tiende a lo universal e intemporal y olvida lo temporal y singular, lo efímero. La segunda limitación, propia de la época, viene dada por el carácter necesariamente histórico de toda filosofía. Disculpadas de esta manera las dos limitaciones, Kant sigue de alguna manera por encima del mal. La crítica se dirige, en efecto, no a Kant, sino a la Ilustración. Pero miremos, un poco más de cerca, en qué consiste la limitación epocal, la de la Ilustración.

La Ilustración «es una de las experiencias o visiones más bajas del mundo» (ÜPkP: GS II/1, 159) (SPFV: Obras II/1, 163), lo cual hace resaltar mucho más «la grandeza y el radicalismo del intento» de Kant, ya que este, para su filosofía, hubo de partir de «una experiencia reducida al mínimo de significado» (ÜPkP: GS II/1, 159) (SPFV: Obras II/1, 163). Ningún otro filósofo anterior hubo de enfrentarse con una tarea de tal magnitud. Benjamin especifica dos signos, que ponen de manifiesto «la pobre experiencia de esta época» o «[su] sorprendentemente ínfimo peso específico metafísico»: el primero es el imperio «tiránico» de la física newtoniana, a la cual queda reducida esencialmente la experiencia; y el segundo, la falta de «fuerzas espirituales» que habrían sido capaces de dar un gran contenido a la experiencia. Benjamin no da nombre a estas «fuerzas espirituales», pero, por lo que dice más adelante, hace pensar que se refiere a la metafísica y la religión. Notemos, no obstante, que con la constatación de esta carencia Benjamin no se sitúa fuera de lo más básico de la Ilustración, ya que, para él, estas potencias espirituales son «autoridades», «pero no en el sentido de tener que subordinarse a ellas sin crítica» («crítica» es la palabra clave en la concepción kantiana de la Ilustración) (ÜPkP: GS II/1, 159) (SPFV: Obras II/1, 164) 21. Consecuencia de estas dos limitaciones es «la ceguera religiosa e histórica de la Ilustración» (ÜPkP: GS II/1, 159) (SPFV: Obras II/1, 164), es decir, la ceguera de la Ilustración para la historia y la religión.

La búsqueda de un nuevo concepto superior de experiencia. Sentido metafísico y trascendental de la experiencia

Ante las radicales limitaciones que afectan a la filosofía kantiana, la solución benjaminiana consiste en mantener esta filosofía, su marco y estructura, pero desarrollar a partir de ella un concepto superior de experiencia. Ello es posible porque, según Benjamin, Kant nunca puso en discusión la posibilidad de la metafísica, sino solamente los criterios con los que tal posibilidad se ha de realizar en cada caso. Si Kant no desarrolló más metafísica fue porque «la experiencia de la época kantiana no precisaba de la metafísica» (ÜPkP: GS II/1, 160) (SPFV: Obras II/1, 164). En la búsqueda de la metafísica, Benjamin no pretende restaurar la metafísica anterior a Kant, más bien se muestra comprensivo con la crítica que Kant le hizo: «De lo que se trata es de obtener los prolegómenos de una metafísica futura sobre la base en la típica ( Typik ) kantiana, pero ello teniendo siempre en cuenta esa metafísica futura, esa experiencia superior» (ÜPkP: GS II/1, 160) (SPFV: Obras II/1, 164). De manera sorprendente, el primer elemento del concepto superior de experiencia que Benjamin pone sobre la mesa es la metafísica, dando claramente a entender que esta es una dimensión esencial de la experiencia y de su nuevo concepto que hay que construir.

Ello requiere una «revisión de Kant» (ÜPkP: GS II/1, 160) (SPFV: Obras II/1, 164), porque, a pesar de que «los errores decisivos de la teoría kantiana del conocimiento resultan imputables igualmente a la vacuidad de la experiencia de su época» (ÜPkP: GS II/1, 160) (SPFV: Obras II/1, 165), su concepto de conocimiento adolece de debilidad, de falta de radicalismo y de no extraer las consecuencias de su teoría. El concepto kantiano de conocimiento no se abre al campo de la metafísica, porque él mismo está lastrado de elementos primitivos de metafísica, que le impiden abrirse a cualquier otra. El más importante de estos elementos es la concepción del conocimiento como relación entre sujeto y objeto. En este campo, Benjamin reconoce la aportación de Kant y de los neokantianos de haber superado la concepción objetivista o realista del conocimiento, que ponía la cosa en sí como causa de las percepciones; pero, en cambio, queda todavía por superar la naturaleza subjetiva de la conciencia cognitiva, que se ha construido en correspondencia con la objetiva. Esta concepción del conocimiento y de la experiencia es un resto metafísico, una «mitología» (ÜPkP: GS II/1, 161s) (SPFV: Obras II/1, 166) que imagina un yo corporal-espiritual, el cual mediante los sentidos recibe y mediante las representaciones elabora el conocimiento. Esta mitología está todavía presente en Kant. A fin de superar esta mitología hay que repensar el conocimiento, lo cual implica, también para Benjamin, como ya lo vieron los neokantianos, negar la separación entre la sensibilidad y el entendimiento, entre la estética y la lógica transcendentales. Según Benjamin, esta separación se muestra inexistente cuando consideramos que los pueblos, dada su cultura 22, perciben las cosas de una determinada manera, y lo mismo pasa debido a perturbaciones de los sentidos y de la imaginación.

La negación de esta separación rompe la suposición de que es la percepción sensible la que aporta el conocimiento objetivo de las cosas. Más bien, «toda experiencia auténtica se basa sobre la conciencia pura epistemológica (transcendental), si este término es aún utilizable bajo la condición de despojarlo de todo lo subjetivo [ subjekthaft ]» (ÜPkP: GS II/1, 162s) (SPFV: Obras II/1, 167). La experiencia, por ende, deja de ser el material previo, sensible y empírico que posteriormente el entendimiento va conjuntando y elaborando a fin de construir el conocimiento (primer sentido de experiencia). La experiencia es conocimiento (segundo sentido de experiencia) y no queda recluida en la pura sensación o impresión o percepción sensible 23. La experiencia es conocimiento, de manera que en la estructura del conocimiento se encuentra la de la experiencia y esta se ha de desarrollar desde aquella (ÜPkP: GS II/1, 163) (SPFV: Obras II/1, 167).

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