Los manuales y diccionarios de filosofía mencionan a Bahnsen como el fundador de la moderna caracterología, ciencia que desarrolló en sus Beiträge zur Charakterologie ( Contribuciones a la caracterología , 2 vols., 1867), obra en la que se ocupa sobre todo de cuestiones pedagógicas, y de la que llegó a realizar varias versiones, que propiciaron la redacción de su escrito más importante: Der Widerspruch im Wissen und Wesen der Welt ( La contradicción en el conocimiento y en la esencia del mundo ), publicado entre 1880 y 1882.
El principio al que aludía el subtítulo de esta obra: Prinzip und Einzelbewährung der Realdialektik ( Principio y prueba concreta de la dialéctica real ), fue desarrollado por Bahnsen en una serie de monografías que precedieron a su obra principal, recién citada: Verhältnis zwischen Wille und Motiv ( Relación entre voluntad y motivo , 1870), Zur Philosophie der Geschichte ( Contribución a la filosofía de la historia , 1872), y dos obras que aparecieron de forma anónima: Landläufige Philosophie und landflüchtige Wahrheit ( Filosofía común y verdad fugitiva , 1876), y el Extractum vitae , que desde su aparición en 1879 constituye el verdadero «breviario» de este pesimista impenitente.
Asimismo, para paliar la insuficiente difusión de sus estudios caracterológicos, Bahnsen había publicado en 1877 Mosaiken und Silhouetten ( Mosaicos y siluetas ), y el que a nuestro entender constituye su mejor trabajo: Das Tragische als Weltgesetz und der Humor als ästhetische Gestalt des Metaphysischen ( Lo trágico como ley del mundo y el humor como forma estética de lo metafísico ), también aparecido en 1877, en el que Bahnsen pone de manifiesto como en ningún otro de sus ensayos su personal estilo de filosofar. Se trata, indudablemente, de la presentación más completa que nos queda de su pensamiento, puesto que en este breve volumen Bahnsen no solo expone las bases de su estética y los aspectos fundamentales de su filosofía de la contradicción, sino que también cuenta con la ventaja de ser, dentro de su producción, el escrito más asequible para el lector actual de un autor que, si dejamos de lado los estudios sobre el carácter realizados por Ludwig Klages (1872-1956), y la peculiar aplicación que de la dialéctica real hizo Nicolai Hartmann (1882-1950) en su monumental Ontología , apenas ha tenido eco en la filosofía posterior. Sí se detecta, en cambio, una importante influencia de Bahnsen en la novela fantástica de Alfred Kubin La otra parte ( Die Andere Seite , 1909).
3.LÍNEAS PRINCIPALES DEL PENSAMIENTO DE JULIUS BAHNSEN
Bahnsen parte de una imagen del mundo cuya dinámica se despliega en base a un sistema dialéctico-real, que aplica los elementos lógicos de la dialéctica hegeliana únicamente al ámbito de lo abstracto, al tiempo que acepta la voluntad de Schopenhauer como esencia fundamental del mundo.
Mientras pensadores menores como Agnes Taubert 5 representan la «derecha» del movimiento pesimista, Bahnsen representa, por así decirlo, la «extrema izquierda» de esta doctrina, debido a su radicalísima interpretación del pensamiento schopenhaueriano. 6 Su sistema es un pesimismo absoluto, 7 toda vez que Bahnsen no ve en la doctrina del filósofo de Danzig más que un presentimiento del verdadero pesimismo, que en su teoría adquiere rasgos de un nihilismo exacerbado.
Banhsen se propone mediar, como queda dicho, entre Hegel y Schopenhauer; pero frente a la dialéctica hegeliana, Bahnsen plantea una «dialéctica real», es decir una metafísica pesimista, según la cual la cosa en sí, la voluntad, está en permanente contradicción consigo misma. Ahora bien, la voluntad no constituye para Bahnsen una esencia única, sino que se encuentra subdividida en una pluralidad de voluntades individuales («hénadas»), que se encuentran en contradicción unas con otras; de manera que, estando ya el principio mismo sobre el que se sustenta el mundo auto-escindido por doquier, y habiendo quedado el ente encerrado dentro de la imposible «unidad del querer con el correspondiente no-querer», que lo torna «antilógico», los propósitos de la voluntad resultan –en tanto que contradictorios, y por principio– completamente irrealizables. 8
La lucha que emprende la ciega voluntad individual consigo misma, constituye el núcleo «dialéctico-real» que determina y condiciona la infeliz vida de todos los seres en general, y del sujeto humano en particular (al que Bahnsen define como «una nada autoconsciente de sí»). Dicha existencia, de la que no hay salvación posible, y que no es propiamente más que una «nihilencia» (Nihilenz) , 9 revive en cada individuo particular, sin que pueda escapar de ella. Por esta razón, la filosofía bahnseana, al derivar hacia una especie de «atomismo de la voluntad», permite una consideración «fenomenológica» de cómo se manifiesta dicha voluntad en los diferentes individuos, y da lugar a la fundación de una «caracterología», cuyo punto de partida se encuentra en la diferencia entre la «voluntad» como impulso de actuar y los «motivos» como factores de desencadenamiento de la acción: una cuestión que constituye el punto de partida de un posible análisis del carácter de los distintos tipos humanos.
Bahnsen concibe el mundo como una suerte de drama, en el que la voluntad atomizada se impone a sí misma un tormento sin tregua, a través de los múltiples individuos en los que se proyecta. Pero frente a su maestro Schopenhauer, Bahnsen niega tajantemente que haya finalidad, ni siquiera inmanente, en la naturaleza, y que el orden de los fenómenos manifieste ningún enlace lógico. No solo sostiene Bahnsen que toda existencia, en cuanto manifestación de la voluntad, es necesariamente ilógica , tanto en su contenido como en su forma, sino que la sinrazón se extiende aún al orden mismo de las cosas existentes.
Se comprende de este modo que Banhsen, al negar que la razón haya cooperado en el mundo, rechace la única fórmula de placer puro conservada por Schopenhauer: el placer de la contemplación intelectual y de la creación artística, es decir, el goce estético y científico: ¿Cómo ha de existir una dicha semejante en un mundo en que ya no hay ni orden lógico, ni armonía de ninguna especie, sino tan solo un caos de fenómenos y formas? Partiendo de esta base, la observación del universo y la representación de las formas artísticas, aunque en ocasiones puede ser una fuente de placer tranquilo, en general solo sirve para procurar nuevos tormentos al espíritu filosófico, al acentuar y hacer patentes las contradicciones que en él se encierran.
Aún más: incluso la misma esperanza de volver a la nada, que es el remedio soberano propuesto por Schopenhauer, Eduard von Hartmann y Mainländer para la humanidad doliente, desemboca para Bahnsen en una pura ilusión. 10 Recordemos que, según estos tres filósofos, la voluntad de vivir (que es el principio de toda existencia y a la vez de todo mal) puede ser aniquilada, bien mediante la renuncia, la piedad y el ascetismo, bien –como sucede en Mainländer– mediante la práctica del suicidio (porque en su interior late una «voluntad de morir»): estos «remedios» vuelven la voluntad de vivir contra sí misma, y nos preparan para ingresar en la verdadera felicidad del Nirvana. En cambio, Bahnsen sostiene que la peor de las ilusiones es creer que el infierno en el que nos encontramos tiene una salida; pues la voluntad es, en su más íntima esencia, auto-contradictoria, y está profundamente escindida, de manera que a cada paso quiere y a la vez no quiere algo, de tal manera que lo lógicamente imposible, la contradicción, llega con ello a ser real, y lo lógicamente necesario (es decir: la ausencia de la contradicción) resulta imposible. Dado que el propio individuo se nos presenta a cada momento como un inconciliable agregado de elementos afirmativos y negativos, y puesto que lo lógico, según afirma nuestro autor, reduce su ámbito de acción al ámbito del pensamiento, sin extender su dominio al ámbito de lo real, parece evidente que no existe salida posible para este dilema; de manera que cualquier esperanza de redención no es más que una vana fantasía, y la negación de la voluntad por medio de la razón resulta irrealizable.
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