1N. Lacey, A Life of H. L. A. Hart: the Nightmare and the Noble Dream (Oxford: Oxford University Press, 2004).
2W. Twining, Karl Llewellyn and the Realist Movement (London: Weidenfeld and Nicolson, 1973).
3Véase S. P. Soosay, Skills, Habits and Expertise in the Life of the Law (Edimburgo: Tesis de doctorado de la Universidad de Edimburgo, 2005).
4Por ejemplo, el museo Guggenheim de Bilbao, diseñado por Frank O. Gehry (véase )
5Véase The Holyrood Inquiry: a Report by the Rt Hon Lord Fraser of Carmyllie QC (Edinburgh: Scottish Parliament Corporate Body, 2004).
6J. Raz, Practical Reason and Norms (London: Hutchinson, 1975), 37–45 [Traducido como Razón práctica y normas (Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1991).].
7J. Rawls, A Theory of Justice (Oxford: Oxford University Press, 1972) 407–16 [Traducido como Teoría de la justicia (México: Fondo de Cultura Económica, 1979).]. J. Finnis también considera que la posesión de un plan de vida adecuado es un requisito básico de la razonabilidad práctica. Véase su Natural Law and Natural Rights (Oxford: Clarendon Press, 1980) 103–5 [Traducido como Ley natural y derechos naturales (Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 2000).].
8Garrett Barden me ha recordado los importantes comentarios que hace Cicerón sobre esto en Sobre los deberes (Madrid: Alianza, 2015), libro III. Por supuesto, Cicerón y Julio César eran contemporáneos.
9La segunda formulación de la primera versión del imperativo categórico de Kant es: «Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza». Véase H. J. Paton, The Moral Law (London: Hutchinson, 1948), 84.
10Véase C. Korsgaard, The Sources of Normativity (Cambridge: Cambridge University Press, 1996), 97–103 [Traducido como Las fuentes de la normatividad (México: UNAM, 2000).].
11Sobre el uso de precedentes en muchos sistemas jurídicos, véase N. MacCormick y R. S. Summers (eds), Interpreting Precedents: A Comparative Study (Aldershot: Dartmouth, 1997).
12Sobre la relevancia de la ausencia de un libro de normas para la moral, véase J. Dancy, Ethics Without Principles (Oxford: Oxford University Press, 2004), 130–32.
13Compárese con N. MacCormick, Retórica y Estado de Derecho (Lima: Palestra, 2016), cap. 8 «Usar Precedentes».
14Madrid: Dykinson, 2007.
15Madrid: Alianza, 2013.
16La idea de las limitaciones (side-constraints) fue propuesta por Robert Nozick en Anarquía, Estado y utopía (México: Fondo de Cultura Económica, 1988). Es comparable el concepto de F. Schauer de «generalización afianzada» (entrenched generalization); véase F. Schauer, Playing by the Rules (Oxford: Clarendon Press, 1991) 38–52 [Traducido como Las reglas en juego (Barcelona: Marcial Pons, 2004).]. Las «razones excluyentes» de Raz son una tercera variante, que aquí se prefiere. Véase la siguiente nota al pie.
17J. Raz, Practical Reason and Norms (London: Hutchinson, 1975), 37–45 [Traducido como Razón práctica y normas (Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1991).]; al menos para ciertos propósitos, Raz ha revisado posteriormente su terminología y ha sustituido este término por el de «razones protegidas». Este cambio no es importante para nuestros actuales propósitos.
18Esta expresión refleja deliberadamente el título de la obra de R. M. Hare El lenguaje de la moral (México: UNAM, 1975). Tanto personalmente como por sus escritos, Hare provocó mi interés en muchos de los asuntos tratados en el presente libro, aunque mis ideas han terminado por desviarse un poco de las suyas.
– 2 –
Valores y naturaleza humana
1. LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE
Es una vieja creencia, que todavía tienen muchos, la de que los seres humanos son criaturas que deben su existencia a un Dios todopoderoso y totalmente benevolente. Todos los judíos, los cristianos y los musulmanes sostienen, de maneras diferentes pero desde una misma fuente original, que algunos seres humanos en la historia recibieron, por medio de los profetas (y, para los cristianos, por medio de la encarnación de Dios en Jesús, y por tanto de las enseñanzas de Jesús), una revelación de las leyes de Dios que son obligatorias para los humanos. Sin embargo, algunos creyentes observaron que incluso quienes no habían recibido la revelación divina que fue registrada en las Sagradas Escrituras parecían vivir de acuerdo con principios similares, aunque de manera muy imperfecta. Tenían alguna idea de los principios expresados en los Diez Mandamientos, con o sin las interpretaciones adicionales que reciben en el Nuevo Testamento. La ley divina, según tales creyentes, se revela especialmente en la Biblia (o el Tanaj o el Corán), pero incluso sin la revelación los humanos tienen algún acceso a ella. Aquí tenemos una manera fundamentalmente cristiana de expresar esta idea: «Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos»19. Observaciones similares de que podían encontrarse las mismas cuestiones de Derecho en muchas comunidades, a pesar de variaciones locales en cosas como la moneda, los pesos, las medidas y las formas de gobierno, llevaron igualmente a algunos filósofos de la Grecia Antigua a la conclusión de que algunas cosas son correctas o incorrectas por naturaleza, no solo por convención. Por tanto, parecía que había, en algún sentido, un «Derecho natural» común a todos los seres humanos en cuanto tales.
Para las personas que viven en el siglo XXI, la metáfora de la «escritura en los corazones» de los seres humanos ha adquirido un nuevo sentido. Pues los científicos de la vida contemporáneos, tanto en sus trabajos de investigación como en sus explicaciones populares de lo que hacen, nos dicen que pensemos en el genoma humano como un libro. Este libro contiene un complejo código de letras y palabras bioquímicas, que funcionan como una especie de receta para que las proteínas formen los complejos grupos moleculares de los que estamos hechos (al igual que todos los demás seres vivientes20). «En el principio era el Verbo», dice la frase inicial del Evangelio de San Juan. En realidad, hay una palabra, o más bien un libro de palabras, en el inicio de cada ser viviente, cada uno con su propio código genético escrito en los pares de bases de la doble hélice de su ADN. La escritura no está en nuestros corazones, o más bien no está solo en ellos, sino en cada célula de nuestros cuerpos. Sin embargo, esto en sí mismo no es un código moral ni nada que se le parezca. En cambio, puede ser una precondición para la posibilidad de cualquier código moral y muchas otras cosas.
Quien pueda leer y entender los párrafos precedentes los habrá reconocido como una exposición de ideas en lengua española. Es posible inferir algo con seguridad para cualquiera que haya llegado hasta aquí. Cada una de tales personas tiene un gen «FOXP2» en el cromosoma 7 que funciona correctamente. «Este gen es necesario para el desarrollo de una capacidad normal para la gramática y el habla en los seres humanos, incluyendo un buen control motor de la laringe… Cuando está dañado, la persona nunca desarrolla un lenguaje completo»21. Por supuesto, que unos genes sean necesarios para el habla no significa que sean suficientes. Se activan por medio de la exposición del ser humano entre la infancia y la pubertad al entorno de una comunidad lingüística, y la lengua que se desarrolla es la lengua de esa comunidad —una lengua que sin embargo es traducible a cualquier otra lengua humana natural, aunque sea con imperfecciones—. Puede que las personas con sordera profunda nunca aprendan a hablar con sus cuerdas vocales. Sin embargo, la lengua de signos puede ser un modo de comunicación lingüística igual de completo, y puede complementarse con el uso de un lenguaje escrito —o codificado electrónicamente— al igual que puede hacerse con una lengua oral.
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