Un par de semanas antes de presentar la aplicación a la visa francesa, los cupos se acabaron. Adieu! Todos los que habíamos quedado afuera nos enteramos, de un día para el otro, de que si queríamos aplicar a la bendita visa, tendríamos que esperar hasta marzo del año próximo, y nosotros ya teníamos pasajes para salir de Argentina el 1.º de enero.
Ese pormenor cambió el rumbo del viaje de maneras que todavía no podíamos imaginar. En un segundo pasamos de tener un plan que incluía un año de visa que me habilitaba a trabajar —¡y ahorrar!— a otro que incluía nada más que un pasaje de Buenos Aires a Madrid con escala en Estambul. Ya no tenía posibilidad de trabajar en Francia y, además, solo podía quedarme dentro del Espacio Schengen 1 1 El Espacio Schengen es una zona formada por veintiséis países de Europa entre los cuales se puede, entre otras cosas, circular libremente sin controles fronterizos. Los países que integran el Espacio Schengen son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.
por un máximo de noventa días por cada período de ciento ochenta.
Mi futura ciudadanía italiana —de la que seguía sin tener noticias— pasó de ser esa herencia lejana al eje fundamental alrededor del cual iba a girar la mayor parte de nuestra ruta.
Así nos fuimos de Argentina ese 1.º de enero de 2019, con un plan que antes de empezar había dado un giro de ciento ochenta grados, con más dudas que certezas, pero con una felicidad que no nos cabía en el cuerpo. Omar estaba dejando Argentina con la compañera de viaje y de vida que había estado buscando, y yo estaba empezando a cumplir el sueño de viajar sin límite de tiempo y vivir de manera nómada.
Qué íbamos a hacer hasta que saliera mi ciudadanía y tuviera mis documentos, dónde íbamos a estar, si nos iba a alcanzar la plata que teníamos y cómo íbamos a lograr resolver todo, con la presión de los noventa días de visado Schengen corriendo, todo eso y mucho más, te lo cuento en los próximos capítulos.
1 Ese pormenor cambió el rumbo del viaje de maneras que todavía no podíamos imaginar. En un segundo pasamos de tener un plan que incluía un año de visa que me habilitaba a trabajar —¡y ahorrar!— a otro que incluía nada más que un pasaje de Buenos Aires a Madrid con escala en Estambul. Ya no tenía posibilidad de trabajar en Francia y, además, solo podía quedarme dentro del Espacio Schengen 1 1 El Espacio Schengen es una zona formada por veintiséis países de Europa entre los cuales se puede, entre otras cosas, circular libremente sin controles fronterizos. Los países que integran el Espacio Schengen son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza. por un máximo de noventa días por cada período de ciento ochenta. Mi futura ciudadanía italiana —de la que seguía sin tener noticias— pasó de ser esa herencia lejana al eje fundamental alrededor del cual iba a girar la mayor parte de nuestra ruta. Así nos fuimos de Argentina ese 1.º de enero de 2019, con un plan que antes de empezar había dado un giro de ciento ochenta grados, con más dudas que certezas, pero con una felicidad que no nos cabía en el cuerpo. Omar estaba dejando Argentina con la compañera de viaje y de vida que había estado buscando, y yo estaba empezando a cumplir el sueño de viajar sin límite de tiempo y vivir de manera nómada. Qué íbamos a hacer hasta que saliera mi ciudadanía y tuviera mis documentos, dónde íbamos a estar, si nos iba a alcanzar la plata que teníamos y cómo íbamos a lograr resolver todo, con la presión de los noventa días de visado Schengen corriendo, todo eso y mucho más, te lo cuento en los próximos capítulos. 1 El Espacio Schengen es una zona formada por veintiséis países de Europa entre los cuales se puede, entre otras cosas, circular libremente sin controles fronterizos. Los países que integran el Espacio Schengen son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.
El Espacio Schengen es una zona formada por veintiséis países de Europa entre los cuales se puede, entre otras cosas, circular libremente sin controles fronterizos. Los países que integran el Espacio Schengen son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.
Turquía
La suciedad de los callejones, el hedor que se extiende por toda la ciudad desde los contenedores de basura abiertos, los infinitos socavones en calles y aceras, las subidas y bajadas, todo ese desorden, esa confusión y ese caos que convierten a Estambul en ella misma me provocan la impresión de que no es la ciudad la insuficiente, mala y deficiente, sino mi vida y mi alma.
ORHAN PAMUK, Estambul: ciudad y recuerdos.
Crónica de un almuerzo en Selçuk
“¡Maradona!”, dijo después de unos segundos el dueño de un pequeñísimo restaurante en Selçuk, luego de preguntarme mi nacionalidad. Una sola palabra había unido nuestros mundos tan distantes y no quedaban dudas de que estábamos hablando del mismo rincón del planeta. Mientras tanto, el té turco que me estaba por regalar se calentaba en el fuego sin apuro, como si el factor tiempo hubiera desaparecido de la ecuación.
Llevábamos dos semanas viajando por Turquía cuando creía entender, más o menos, cómo funcionaba el mundo del famoso té turco. Pero estaba a punto de descubrir que todavía tenía un largo camino por recorrer.
Durante esas dos primeras semanas había observado que muchos de los restaurantes, cafeterías y teterías que más me gustaban en Turquía tenían unas cuantas cosas en común:
eran lugares muy chiquitos e íntimos, con un par de mesas nada más;
eran los lugares más auténticos, los que frecuentaba la gente local, en los que el idioma turco se escuchaba en la tele, en la radio, en la música de fondo y en la charla de la mesa de al lado;
eran atendidos por sus dueños, que en general eran una familia o parte de ella;
estaban cargados de una decoración —un poco excesiva para mi gusto— en la que cada elemento contenía parte de la vida y la historia de la familia que los habitaba, empezando por una buena cantidad de fotos de los dueños en otros momentos de su vida;
generaban la sensación de que los dueños no estaban trabajando. Parecían estar tan relajados y pasándola tan bien como en su casa que me costaba relacionar esa imagen con el concepto que yo tenía de trabajar.
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