Un sector de trabajadores abandonó Sagunto con sus familias y volvieron a sus lugares de origen, en algunos casos con billetes pagados por el Ayuntamiento de Sagunto.
Al final, en julio de 1932, la empresa decide cerrar totalmente ante la carencia de perspectivas de encargos por parte del Estado, cuya política económica ahora priorizaba otros sectores más directamente sociales, y, excepto 600 obreros que se mantienen en el taller de calderería, se despide a 1.100 trabajadores.
La situación para todos estos trabajadores se hace tan desesperada que se conseguirá por mediación del Ayuntamiento, Diputación y la ciudad de Valencia, a través de su prensa, la suficiente resonancia para que el asunto fuese tratado por el Consejo de Ministros, que el 13 de octubre de 1933 decide «someter a conocimiento y acuerdo de la Diputación Permanente de las Cortes la aprobación de un crédito extraordinario para la adquisición de material ferroviario a la CSM». Así, se aprobó una ayuda de 10 millones de pesetas para que Sagunto fabricase 25.000 Tm de carriles para el ferrocarril, lo cual supuso la reanudación del trabajo en la acería y laminación durante unos meses. Después de cumplido el encargo del Estado, los intentos por relanzar la actividad no tuvieron ningún éxito.
En esta situación de crisis y de baja actividad comienza la Guerra Civil (1936), dividiendo al país en dos zonas enfrentadas y levantadas en armas.
En el Puerto de Sagunto se organiza una manifestación multitudinaria de apoyo a la República, y el mismo 18 de julio una multitud de obreros acudieron a la factoría y se hicieron cargo de ella para ponerla al servicio de la República. Mientras tanto, el Gobierno comienza a publicar decretos económicos encaminados a defender la legalidad constitucional. A través de su ministro de Industria, Juan Peiró, se pone de manifiesto la necesidad de incautar e intervenir toda la maquinaria industrial y económica del país, convirtiendo así la acería de Sagunto en industria de guerra. Durante los años que van de 1936 a 1939, la fábrica de Sagunto será incautada por el Gobierno republicano y funcionará como la Fábrica n.º 15 de la Subsecretaría de Armamento, hecho que le hará ser objeto de numerosos bombardeos por parte del ejército rebelde.
A pesar de todo, los hornos altos no llegaron a encenderse y, por otra parte, las instalaciones serían objeto de numerosos bombardeos a fin de paralizar la fabricación de material de guerra, que fundamentalmente se resumía en vasos para proyectiles, piquetas para alambradas, bombas de medio y grueso calibre para la aviación e incluso se llegaron a construir cuatro trenes blindados. Se calcula en alrededor de 3.000 obreros los que trabajan en esta época en la fábrica.
La eficacia y rentabilidad de la siderurgia saguntina quedó en entredicho por dos hechos que determinaron esencialmente su papel durante la confrontación bélica. Por un lado, la instauración del control obrero bajo la dirección de CNT y UGT propició un enfrentamiento entre los trabajadores y los que defendían los intereses de la CSM, y se produjo una considerable disminución (tanto física como profesional) de los técnicos y personal especializado, que provocó importantes errores en los proyectos de producción de la acería, y al mismo tiempo mermó el rendimiento y las aportaciones que unas instalaciones como las del Puerto de Sagunto pudieron haber hecho al ejército republicano. Como botón de muestra de esta apreciación se puede dar cuenta de la construcción de un tren blindado que no pudo entrar en combate en el frente de Teruel porque sus dimensiones –mal calculadas– impidieron que el referido tren pudiera pasar por debajo de los puentes.
El final de la guerra y el cambio de titularidad
Finalizada la guerra, todos los bienes muebles e inmuebles de D. Ramón de la Sota son incautados debido, fundamentalmente, a su vinculación con el Partido Nacionalista Vasco. La CSM, como el resto de sus empresas en las que era el socio mayoritario, sufrirá las consecuencias de esta decisión. La empresa quedaba bajo la dirección del otro gran propietario, D. José Luis Aznar (hijo del anterior cofundador de la empresa), quien se declaraba fiel al nuevo régimen y que pronto traspasará la empresa siderúrgica saguntina a la que hasta entonces había sido su principal competidora, Altos Hornos de Vizcaya SA, 5 asegurándose, por otra parte, un puesto en el Consejo de Administración.
Después de numerosos contactos y negociaciones para fijar las condiciones de absorción de CSM por AHV, se llega a un acuerdo a mediados de 1940 por el que se entrega todo el activo de la CSM a AHV, y, en compensación, se entrega a los accionistas de la CSM 27.444 acciones de AHV. De este modo, AHV consiguió hacerse con la empresa competidora solo con la emisión de 50.000 nuevas acciones y ningún desembolso en efectivo. El 31 de diciembre de 1940 la CSM será adquirida formalmente por AHV, registrándose como Altos Hornos de Vizcaya SA, Fábrica de Sagunto.
A partir de este momento, la Fábrica de Sagunto será una más, junto a la de Baracaldo y Sestao, de AHV, y en ella se aplicará una política de complementariedad de la de Vizcaya. Toda la maquinaria moderna será instalada en Vizcaya, y en Sagunto se instalará aquello que ha sido usado en Bilbao. Las ventas y la política general serán centralizadas por Bilbao.
1 Ramiro Reig: «Recuérdalo tú y cuéntaselo a otros. Las relaciones laborales en Altos Hornos de Sagunto», en Revolución y reconversión. Industrialización y patrimonio en el Puerto de Sagunto , Valencia, Universitat de València, 1999, p. 47.
2 Véase anexo de fotografías relacionadas con la industria naviera y astilleros.
3 Véase anexo de M. Tuñón de Lara (dir.): Historia de España , tomo X. pp. 570, 572.
4 M. Girona Rubio: Minería y siderurgia en Sagunto (1900-1936) , Valencia, IVEI, 1989.
5 En estos momentos AHV se encuentra en fase de absorción de empresas del mismo sector para asegurarse un mayor control de este.
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