Marino José Pérez Meler - Sombras en la diplomacia

Здесь есть возможность читать онлайн «Marino José Pérez Meler - Sombras en la diplomacia» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sombras en la diplomacia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sombras en la diplomacia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Budapest, años cuarenta. Los judíos comienzan a ser pasto de los excesos nazis y se ven obligados a buscar una escapatoria del horror del holocausto. Un diplomático de la embajada española, conocido como el Ángel de Budapest, hace posible que muchas familias hebreas logren el objetivo de salir del país y asentarse en otros puntos de Europa. Edit, Daniel y su hijo David, descendientes de judíos sefarditas, obtienen el visado para viajar a España y logran asentarse en la Costa Dorada, donde, amparados por una organización subyacente creada en los inicios de la represión judía, crean un negocio floreciente y se instalan en la tranquila vida social de la ciudad.
El joven David, educado en la Gran Sinagoga del Danubio, sufre continuamente por no poder practicar los ritos, cultos y ceremonias de la religión judía, prohibida por el Gobierno franquista, por lo que cada vez tiene más claro que su futuro, siempre ligado a sus creencias, estará lejos de España. Tras completar sus estudios universitarios en Londres, David acaba por integrarse en el engranaje diplomático del recién creado Estado de Israel. Años más tarde, un atentado con carta bomba en la embajada israelí en Londres cambia para siempre la vida de Rachel, única hija de David. A partir de ese momento, la joven consagra su vida a desenmascarar a los autores del hecho, sumergiéndose para ello en el complejo mundo de las relaciones diplomáticas, aunque en su caso este universo servirá fundamentalmente como pantalla para ocultar su pertenencia a los servicios de inteligencia.

Sombras en la diplomacia — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sombras en la diplomacia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Mañana será otro día. Buenas noches.

La llegada a Salzburgo se produjo antes de que iniciaran su entrada en el coche de servicio para tomar el desayuno. Le sorprendió el trato preferencial que recibieron, tanto por parte del revisor, que parecía ser el jefe del tren, como por los empleados que allí se encontraban. Lo que desconocían es que existía el rumor, que se extendió de una manera vertiginosa, de que un embajador, concretamente el de España, viajaba en el segundo vagón del convoy. Como habían decidido con anterioridad los Venay, la lengua que utilizaban para hablar entre ellos era el ladino, lengua cercana al español antiguo de la época y, en consecuencia, castellano puro para los que no llegaban a hablarlo.

Finalizado el almuerzo, les informaron de que la locomotora debería descansar y ser preparada para continuar viaje y de que no se produciría la salida hasta las cinco de la tarde. Tenían tiempo de pasear por la ciudad. También les comentaron otros viajeros que el jefe de tren les había informado de que debían esperar la autorización para continuar el viaje hasta territorio francés. El itinerario previsto posiblemente no podría cumplirse debido al hecho de que Suiza no autorizaba el paso de los convoyes de naturaleza alemana o similar.

—¿Y entonces qué puede pasar?

—Según nos ha comentado el jefe del tren, es más que probable que tengamos que dirigirnos hacia Italia. Pero también tienen que estudiar las paradas técnicas debido a que la autonomía de la locomotora es relativa.

—Sí, creo que más o menos son doscientos kilómetros, pero… ¿y los demás pasajeros qué?

—Siempre según el revisor, parece ser que todo el pasaje civil tiene como destino final Lyon. Y al ser así, lo único que puede ocurrir es que el viaje se alargue un par de días más.

Edit escuchaba en silencio y lo hacía pensando en su situación personal, que solo su esposo conocía. Se miraron entre sí, pero obviaron hacer ningún tipo de comentario.

—¡Vaya gaita! —explotó David.

Daniel sonrió y comentó en tono mesurado:

—No te preocupes, chaval. Nunca hemos estado en Italia y puede ser interesante.

Se despidieron de sus compañeros de viaje y en su compartimento la conversación fue muy diferente. Edit se echó a llorar y David no supo a qué se debía y se fue a pasear por el andén.

—¡No llores, mamá!

—Estoy cansada, hijo.

—Me voy a pasear por aquí cerca. Hace un día espléndido.

—No te salgas del andén. Mamá y yo hablaremos y dentro de un rato te diremos lo que hemos decidido.

Cuando se quedaron en soledad, Daniel le preguntó a Edit:

—¿Y tú cómo estás?

—Ahora bien. Puedo aguantar tres días más.

—¿Y retrasarlo?

—Nunca he tenido que hacerlo. Pero entiendo que si me cambio menos a menudo podría funcionar.

—Bien, de momento no debemos preocuparnos. Tenemos un margen de varios días y no creo que el viaje se demore tanto.

—Ya veremos.

Decidieron dar un paseo por la ciudad. David había hablado de un día espléndido y tenía razón. Los abrigos y el gabán deberían permanecer en su compartimento, ya que el sol iluminaba algo más que el ambiente. También sus ideas.

Salzburgo se mantenía como una agraciada ciudad interior alejada de los frentes. Los alemanes habían invadido Austria hacía cinco años; incursión con escasos visos bélicos y, por tanto, se conservaba autónoma, dentro de la ocupación. Hitler, en su oblicua tendencia, anexionó todo el territorio austríaco de manera totalmente tranquila. Fue, pareció ser, una ampliación de la Alemania nazi, que confirmó un plebiscito para definir el estatus de Austria. El pueblo la consideró como parte de la Gran Alemania.

Salzburgo se mostraba como una ciudad relativamente pequeña, difusa en el conjunto de un paisaje medieval y barroco; una ciudad denominada alpina y considerada la cuna mundial de la música clásica. Mucha gente consideraba a Amadeus Mozart como un compositor germánico, cuando en la realidad su nacimiento se produjo en la villa que estaban visitando a pie por su barrio antiguo. Desde cualquier parte de la ciudad se mostraba eminente, altivo, como arrogante y soberbio, el castillo que coronaba la población y que revelaba su misión defensiva desde los siglos del Medievo. También por sus escalonadas travesías accedieron a la catedral, símbolo de una religión que para ellos no era la más proporcionada, por lo que ni siquiera trataron de entrar en la basílica. Fue en esos instantes cuando Daniel le preguntó a su esposa cómo se encontraba. Era consciente de que, en su estado, no debería caminar en exceso, y menos por unas callejuelas adoquinadas:

—Preferiría volver a la estación.

—Lo comprendo. David, se acabó la excursión.

—No importa, papá. Lo que interesa es que mamá se encuentre bien. Además, no creo que nos perdamos nada interesante.

—¿Y el río? ¿No quieres verlo?

—¡Bah, no es el Danubio! —comentó, casi con desprecio.

En eso tenía razón. El haber vivido varios años en la ribera del Danubio implicaba que cualquier otro río del mundo difícilmente podría acercarse a su encanto.

Cuando regresaron a la estación, después de tres horas de paseo por las adoquinadas calles del centro auténtico, observaron cómo varias carretillas cargadas de carbón accedían hacia la locomotora. David, extrañado, preguntó:

—¿Sabes cómo funciona la locomotora?

—Ni idea. Sé que durante un tiempo recomendable, y eso debe de ser para cada modelo, necesitan ser reabastecidas de agua y puedo imaginar que debe de ser para la combustión. Pero no sé más, hijo.

—Pues me gustaría preguntárselo al maquinista.

—Mejor no, David. No debemos significarnos de ninguna manera.

—Papá tiene razón —medió su madre—. Si llegase la casualidad, durante el viaje se lo preguntas al revisor. Es posible que pueda explicarlo. Pero lo importante, entiendo, es que nos lleve hasta nuestro destino.

—¡Sí, señora! Eso es lo importante.

Se acercaba la hora de la comida y, como tenían asignado el primer turno, accedieron a su departamento para asearse. El paseo había estado colmado de acontecimientos. Era su primer viaje al extranjero y en él pudieron efectuar una comparativa, imperfecta, entre su país de origen y lo que habían observado en el corto espacio de tiempo que había durado. Consideraban que Budapest, el anterior, era mucho Budapest para compararlo con cualquier ciudad europea de la época. Pero también eran conscientes de que su historia húngara había concluido y de que su única expectativa debería considerar la de su esperanza en el futuro.

Poco antes de finalizar el almuerzo, el jefe de tren, con el ánimo alborozado, pasó por el vagón de servicios-restaurante y comunicó que el convoy estaba autorizado a cruzar el territorio de Liechtenstein y Suiza, aunque las paradas solo podrían ser técnicas y durante las horas diurnas. El hecho equivalía a expresar que el tren estaría controlado en todo momento para que no existiese ningún tipo de «abandono» casual de pasajeros no deseados. No obstante, las noticias se las tuvieron que traducir a la familia Venay los señores de la mesa contigua, húngaros de condición y con quienes habían entablado alguna pequeña conversación. Además, indicaron que una sección de militares austríacos relevaría a los militares alemanes que acompañaban la caravana. En ambos casos no se permitía el paso de milicias germanas por ninguno de los dos países. Daniel, dudoso y preocupado como siempre, aunque más parecía ser un analista de situaciones, preguntó:

—Lo cierto es que, desde que embarcamos ayer y por los detalles que aprecio, no tenemos muy clara la nacionalidad del tren en que nos encontramos. ¿Tenéis alguna idea?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sombras en la diplomacia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sombras en la diplomacia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sombras en la diplomacia»

Обсуждение, отзывы о книге «Sombras en la diplomacia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x