“No” replicó el expositor, “esa no es la enseñanza”. La verdad que esta demostración nos enseña es que: si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento.
¿Cuáles son las piedras grandes? Tu familia, tu fe, tu trabajo, tu educación, tu economía, alguna causa que desees apoyar o enseñar lo que sabes a otros”.
4.
Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección a la gran montaña. Muy cerca del camino se encontraba una langosta. “¿Hacia dónde te diriges?”, le preguntó.
Sin dejar de caminar; la oruga contestó: “Tuve un sueño anoche; soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo”.
Sorprendida, la langosta dijo mientras su
amigo se alejaba: “¡Tú debes estar loco! ¿Cómo podrías llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable”.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no la escuchó. Sus diminutas patitas no dejaron de moverse. De pronto se oyó la voz de un escarabajo: “¿Hacia donde te diriges con tanto empeño?”.
Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: “Tuve un sueño y deseo realizarlo. Subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo”.
El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: “Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa”.
El escarabajo se quedó en el suelo, tumbado de la risa, mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros. Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. “¡Tú no lo lograrás jamás!”, le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir, con su último esfuerzo, un lugar donde pernoctar. Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.
Todos los animales del valle, por días enteros, fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido con su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba su refugio, digno de alguien que murió por querer realizar un sueño irrealizable.
Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos. Aquella concha dura comenzó a resquebrajarse, y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que todos creían muerta.
Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas color arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa.
No hubo nada que decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.
Todos se habían equivocado.
Hemos sido creados para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta de que no podemos, quizás necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas, y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades, lo lograremos.
El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.
5.
Imagínate que existe un Banco que cada mañana acredita en tu cuenta la suma de $ 86,400. No arrastra tu saldo día a día. Cada noche borra el saldo que no usaste durante el día... ¿Qué harías?...
¡Retirar hasta el último centavo, por supuesto!
Cada uno de nosotros posee ese Banco. Su nombre es TIEMPO. Cada mañana, este Banco te acredita 86,400 segundos; cada noche este Banco borra y da como perdida cualquier cantidad de ese crédito que no has invertido en un buen propósito.
Este Banco no arrastra saldos, ni permite sobregiros.
Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día.
Si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya. No se puede dar marcha atrás.
No existen los giros a cuenta del depósito de mañana, debes vivir en el presente con los depósitos de hoy.
Invierte de tal manera de conseguir lo mejor en salud, felicidad y éxito.
El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo en el día.
- Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió un año de estudios.
- Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebé prematuro.
- Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.
- Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse.
- Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren.
- Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que con lo justo evitó un accidente.
- Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale al atleta que ganó una medalla de plata en las olimpíadas.
Atesora cada momento que vivas y atesóralo más si lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo, y recuerda que el tiempo no espera por nadie.
6.
Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le comentó a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción, para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia.
El Jefe lamentaba que su buen empleado dejara la compañía y le pidió si podía construir una sola casa más, como un favor personal. El carpintero accedió, pero era notorio que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba materiales de inferior calidad y su trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera.
Cuando el carpintero terminó su trabajo y su Jefe fue
a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió las llaves de la puerta
principal.
“Esta es tu casa,” dijo, “es mi regalo para ti”.
¡Qué tragedia! ¡Qué pena! Si solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa que construyó... “no muy bien” que digamos!
Está en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos “viviendo en la casa que nosotros mismos hemos construido”. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.
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