Quisiera recoger lo expuesto acá con algo que me ha dado muchas vueltas últimamente en la cabeza, dado que en mi ámbito laboral se ha evidenciado una fuerte y rotunda competencia por mostrarme y anular al otro, estar presente y dejar de un lado lo que el otro diga, ubicándome en la situación de afectado y no consultado para, de igual manera, deslegitimar lo que otro haga, anulando la capacidad de construir en equipo, algo que he expuesto en mis últimas sesiones de coaching y que, si lo analizo como un todo, puedo armar una gran unidad con todo lo que he venido comentado.
En esas ganas de ser el mejor, de ir por la vida con la arrogancia de eliminar, anular, lastimar y defenderme, cuando llega un crítica o comentario sobre lo que hago – de nuevo llega el espacio donde siento que están vulnerando mi lugar –inmediatamente comenzaba a justificar los errores del otro, atacar sus incompetencias, justificar su falta de hacer las cosas, bien entrando por cualquier punto para no pararme desde la responsabilidad y también aceptar mis errores; esto, claramente me llevaba al límite de ser grosero, violentar, transgredir y eliminar al otro, hacerlo pequeño; al final de todo esto, y sabiendo que me había equivocado, me iba a justificar lo sucedido por cómo fue la aproximación del otro, mas no como yo lo había realizado – y llega de nuevo la víctima con dolor, tristeza y miedo -, al haber conseguido el objetivo de justificar mi error y habiendo eliminado al otro, aparece la arrogancia, prepotencia, el que ahora aparecía con el pecho adelante, con la cabeza erguida y la moral en alto, pero sin darse cuenta que había dejado atrás a otro ser humano, lo había menos preciado y no validado como quedaba, construyendo en las directivas de la empresa la noción de conflictivo, competitivo y poco proximal a los clientes desde una forma más amable, constructiva y más orientada a conciliar – mi amigo el justo medio, el equilibrio que he venido reconociendo -.
Siento que, con este breve, pero elocuente ejemplo, aparece la situación desde una perspectiva opuesta, comienzo a buscar los recursos necesarios para moverme y logro mi cometido de una manera u otra, pero con las pérdidas asociadas al caso. Si voy a otros sistemas, sucede de la misma forma, es más lo que he perdido que lo que he ganado con esta forma de ser, pero rescato que en este proceso los ojos de este observador están abiertos, viéndolo, reconociéndolo, me estoy haciendo cargo y ya no me excuso, tengo ahora la capacidad de parar y mirar la situación con los ojos bien abiertos, escuchando al otro y viendo, con una amplia mirada, el todo de lo que pasa, estas tres visiones están complementando la situación, permitiéndome usar los recursos adecuados en cada momento.
¿Y qué falta hoy para hacerme responsable por completo de esta estructura creada en el tiempo? ¿Cómo puedo ahora pararme de modo diferente, reconociendo mi sombra, mis incompetencias? ¿Cuál es ese hilo que me permitirá guiarme por el laberinto de la rutina existencial, para salir a la luz de la realidad? ¿Cómo salir de esa habitualidad a la versatilidad?
Además, y desde este nuevo espacio. ¿cuáles serán las nuevas actitudes y competencias a utilizar para afrontar mejor las situaciones que seguirán ocurriendo en la vida? ¿Con estas competencias adquiridas, cuál será mi nueva postura ante el mundo? ¿Y con esto nuevo, a dónde quiero llegar?
Dejo abierto este espacio de indagación para desarrollarlo en el camino de este trabajo, espero dar respuesta a estas preguntas una vez haya recorrido en profundidad esta estructura expuesta, identificada, reconocida y hoy valorada, pero con la firme intención de darle un rumbo de desarrollo diferente.
Así que acá inicio este viaje por cada una de las situaciones que me llevaron a reconocer esta estructura de coherencia que fue construida a lo largo de mis treinta y cinco años. En este camino se podrán encontrar experiencias de vida que marcaron, con sello propio, cada una de las definiciones mencionadas, las cuales desarrollaré de ahora en adelante. Espero que lo compartido aporte, de alguna manera, en poder evidenciar en quien lea mi escrito, alguna parte de su sombra que desee reconocer como propia.
Capítulo 1. La Víctima y el Victimario, una entrada al Resentimiento desde la Rabia.
Uno de los caminos para reconocer e identificar cada una de las emociones y sentimientos vividos es el indagar un poco en situaciones de mi existencia, en donde he actuado y operado desde cada una de ellas, permitiendo así ahondar en todo lo que me sucedía y a qué conclusiones llegaba; es por eso que, de ahora en adelante, les mostraré eventos de mi existencia en donde encontré cómo este ser humano se constituye en el ser que es, con sus luces y sus sombras. Me parece importante resaltar que los hechos relatados no tendrán una cronología definida; haré un recorrido sinuoso desde el final hasta el inicio, desde el inicio a algún punto medio y así, iré poco a poco, de un lugar a otro, relatando todas las experiencias posibles.
Inicio este espacio desde el tiempo presente, desde mi rol como gerente de ventas con una clienta de una empresa colombiana; con esta mujer, desde que comenzamos la relación laboral, hemos tenido varias diferencias en cuanto al método de trabajo que ella realizaba y el que yo venía acostumbrado a generar desde otras industrias, el que yo esperaba de su parte para representar la empresa en el país, adicionalmente el rubro en el que nos desempeñamos demanda tener un conocimiento, si bien no muy técnico, sí intermedio en algunos temas, en donde la asesoría al usuario final es vital al momento de vender un producto. Antes de continuar con el relato, me quedo pensando en que nunca alineé mis expectativas con esta persona, simplemente asumí que, por estar en el cargo y por hacer parte del rubro, sus conocimientos y destrezas ya estaban adquiridos, y me pregunto ¿por qué asumo que los demás tienen un conocimiento parecido al mío?¿Quizás desde mi preparación como profesional y con la experiencia que he adquirido a través de los años laboralmente hablando, siento que si los demás no están a mi nivel no pueden hacer algo? ¿Será que esta es la primera muestra de arrogancia? Pregunto esto, porque me quedé en que fue obvio para mí que si pertenecías a este rubro, debías saber y conocer la parte técnica; además, comienzo a recordar frases de mi madre sobre la preparación que uno debe tener en la vida, no sé si las dijo o no, pero escucho en mi interior algo así como: -Sin preparación no eres nadie -Si quieres que te respeten y te vean bien, debes tener un buen conocimiento – Como te ven, te tratan- Interesante encontrar esto que se grita dentro de mí cuando hago estas preguntas, inclusive comienzo a sentir escalofríos, pareciera que son mandatos obligatorios de vida para ser o pertenecer, como si en esto se perdiera la vida, además de aparecer un pequeño susurro de inferioridad, uno escondido detrás de esa rabia reconocida y expuesta, curioso descubrimiento.
La situación que se desarrolló en su momento fue una llamada que ella me hizo para hacerme tres reclamos, el primero, que ella, como mi cliente, no tenía por qué soportar mis comentarios fríos y poco profesionales cuando se hacían consultas técnicas; además, que sentía que de mi parte habían mejores respuestas para sus clientes que para ella misma, sumándole que mi actitud hacia ella era desafiante, inclusive grosera y descalificadora. Debo mencionar que, desde que vi que me estaba llamando, antes de contestarle, inmediatamente sentí una molestia gigante, un malestar y una rabia inmensas, porque de verdad no tolero ni un poco a esta mujer; a mi juicio, siento que es muy poco profesional, sin interés por querer aprender; además, la veo con una prepotencia desmedida, en donde el mundo debe girar a su alrededor, sumándole que no es colombiana, es peruana, y allí hay un contexto cultural significativo que hay que tener en cuenta, y es cómo la mujer peruana se para ante los negocios y cómo ellas ven a sus clientes y proveedores; existe una cierta exigencia, esta es muy alta hacia las empresas que las proveen, porque debemos estar atentos en cualquier momento a sus necesidades, y esto es claro y lo entiendo; afortunadamente, he trabajado toda mi vida en multinacionales, donde el contacto con otras culturas ha estado presente, pero nunca me había encontrado con una persona que sacara lo peor de mí, constantemente. Siento, relatando esto, que veo en ella muchas veces mis defectos, veo la prepotencia, el orgullo, la fuerza para descalificar al otro, pero, sobre todo, veo la víctima, esta es la que desata en mí una potente llama de ira y rabia que me es difícil de controlar, existen inclusive pensamientos de aniquilar, matar, quitar la vida de esta persona – lo describo así porque así lo siento, pero en la realidad no sería capaz de salir a aniquilar a una persona - Son sensaciones que me ciegan, me hacen perder el centro y caigo en todo lo que ella describe como reclamos, así que, siendo honesto, sí he sido así con ella.
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