Vanessa Méndez Villalobos - Los animales nos enseñan…

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Este libro tiene el propósito de apoyar a los padres en la educación espiritual y moral de sus hijos. Se subrayan características de algunos animales, complementadas con historias reales y relatos bíblicos, que dejan una enseñanza en la vida de los más pequeños. Los versículos están adaptados a la edad de los niños, para que puedan aprenderlos fácilmente. Mientras los leen, pueden utilizarlos como una herramienta para inculcar en sus hijos hermosas verdades espirituales y corregir algún mal hábito o acción.

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La jirafa viajera La jirafa viajera Tu Biblia dice: “Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Apocalipsis 21:1. ¿Recuerdas algún viaje que hayas realizado con algún amigo en el cual te divertiste mucho? Piensa un momentito y dime lo que más te gustó. ¡Viajar es algo fascinante! Así conoces muchos luga­res hermosos, personas con costumbres y formas de hablar diferentes, y hasta comidas distintas. Es muy común encontrarse con personas que viajan, al igual que nosotros. Pero ¿te imaginas a un animal viajando? Zarafa fue una jirafa que, por primera vez en la historia, viajó desde África hasta la ciudad de la luz: París. Era un regalo del gobernante de Egipto al rey de Francia. Durante el trayecto pasaron por hermosos paisajes —como la cos­ta y las montañas llenas de nieve—, hasta llegar a su destino. Tú y yo haremos un fabuloso viaje a la Canaán celestial. ¡Estoy segura de que te divertirás! Entraremos a esa ciudad donde las calles son de oro, las puertas de perlas y hay un río tan transparente que parece de cristal. Podre­mos comer frutos como el higo, las uvas, la granada y hasta el maná. Allá podremos viajar a donde nadie más ha ido y donde habitan personas santas. ¿Te gustaría hacer ese viaje especial? Te invito a que te pre­pares todos los días y te tomes de la mano de Jesús. Oremos: “Gracias, Jesús, por ese maravilloso viaje que nos has prometido. Estoy ansioso por hacerlo. ¡Ven pronto! Amén”.

¿Tienes vista de águila? ¿Tienes vista de águila? Tu Biblia dice: “Desde el cielo mira el Señor a los hombres”. Salmo 14:2. Pídele a mami que te ayude a realizar la siguiente actividad: asómate por la ventana y trata de ver una hormiga. Si vives en un edificio, también puedes intentarlo. ¿Viste alguna? ¿De qué color era? ¡Es muy difícil! ¿Verdad? Nuestra vista no es como la de las águilas. Ellas tienen este sentido muy desarrollado. Pueden estar en el último piso de un edificio de 10 metros de alto y ver a una hormiga. Saben si es de color rojo o negro, pues las águilas tienen la capacidad de distinguir los colores. Como usan demasiado su capacidad intelectual para ver imágenes, sus sentidos del olfato y del gusto están menos desarrollados. ¿Tienes una vista de águila? ¿Puedes ver el cielo y lo que Jesús te está pre­parando? Espero que sí. Jesús se interesa por ti. Está pendiente de todo lo que haces. Aunque está en el cielo, tú lo puedes sentir dentro de tu cora­zón y en tu mente, hablándote cada día. Él tiene una mirada más aguda que la del águila, y nada se escapa de su vista. ¡Qué hermoso es saber que nos conoce y nos ve! Espero que tú también tengas una mirada de águila, para que cada día descubras en la Biblia el hermoso plan que él tiene para tu vida. Oremos: “Gracias, Jesús, porque sé que, aunque estás en el cielo, estás interesado en mí. Amén”.

¡Qué olor! ¡Qué olor! Tu Biblia dice: “[…] Somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios”. 2 Corintios 2:15. Cuando mis hijos eran pequeños disfrutaban de ver una película lla­mada La chinche apestosa . Este insecto iba a un campamento, pero es­taba muy preocupado porque emanaba un olor desagradable. Cada vez que algún acampante se acercaba para hablar con ella o para invitarla a jugar, ella se ponía muy nerviosa y su desagradable olor salía, lo que hacía que los demás huyeran. Un día se dio cuenta de que cada vez que se sentía temerosa apestaba, así que decidió subir a lo alto de un árbol para desafiar su temor. Al ir subien­do, el miedo la paralizó y comenzó a despedir un desagradable olor. Los demás insectos del campamento la rescataron y lograron bajarla del árbol. La llevaron al campamento y, cuando estaban celebrando el rescate, lle­gó un gran sapo y quiso comerse a todos los acampantes. La chinche temblo­rosa empezó a apestar y gracias a su olor pudo salvar a todos los insectos del campamento. ¿Qué tipo de olor tienes tú? ¿Un olor agradable que atrae a otras perso­nas? ¿O un olor que las hace huir de ti? No estoy hablando de un olor físico, sino del comportamiento que tienes con las personas que están junto a ti, como mami, papi, hermanitos, amigos, maestras, etc. Si los tratas bien, ¡te feli­cito! Tienes un olor agradable y eso le gusta a Jesús; pero si pasas el tiempo tratándolos mal, te invito a que les pidas perdón y le pidas a Jesús que te ayu­de a tratarlos bien. Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a ser un niño agradable con todos y que pueda agradarte más a ti. Amén”.

Una armadura de sales minerales Una armadura de sales minerales Tu Biblia dice: “[…] Revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura”. Romanos 13:12. ¿Te gustaría tener una armadura integrada en tu cuerpo? Se­ría fantástico poder defenderse con algún escudo, una armadura o un casco integrado en nuestro cuerpo. Jesús les dio a algunos animales armas para que se puedan defender. A nosotros nos dio unas armas es­pirituales para defendernos de los ataques del enemigo. En estos días oirás hablar de armas que utilizan algunos anima­les para sobrevivir, y las compararemos con las armas que Jesús nos dio. Hoy te hablaré de un animal que tiene una armadu­ra natural. La utiliza como arma de defensa para proteger su delicado cuerpo. Vamos a hablar del caparazón de la tortuga. El caparazón está compuesto por placas duras que están pegadas a su columna vertebral y que confor- man su armadura. Lo increíble del caparazón es que está formado por sales minerales que le protegen la es­palda y el abdomen. Cuando la tortuga se siente en peligro, guarda la cabeza y las patas bajo esta maravillosa armadura hecha a prueba de golpes. Las armas que Jesús nos dio nos ayudan a defendernos de los golpes y de los peligros de este mundo. Te dirán cómo puedes ser un vencedor en esta batalla espiritual. Te invito a que las descubras cada día. ¡No te las puedes perder! Oremos: “Querido Jesús, deseo vestirme de la arma­dura que tú nos has dado, para ser victorioso en tu nombre. Amén”.

Una cintura estrecha Una cintura estrecha Tu Biblia dice: “Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad”. Efesios 6:14 (RVR1995). –Tienes “cintura de avispa” –le dijo la tía a Alejandra. –¿Por qué de avispa? –preguntó Ale. –Porque las avispas tienen una cintura muy pequeña –respon­dió la tía. –¿Para qué les sirve, tía? –dijo Ale. –La cintura le da a la avispa una gran flexibilidad en el abdomen, para que pueda doblarse y defenderse cuando se siente amenazada –afirmó la tía–. Es en su cintura donde se unen las partes más im­portantes, que son su tórax y el abdomen. La Biblia dice que debemos llevar con nosotros la verdad como si fuera un cinturón. Te contaré la historia de unos esposos que olvidaron ponérselo. Ananías y Safira pro­metieron darle a Dios el dinero de una propiedad; pero, cuando la ven­dieron, su corazón se volvió codicioso y decidieron darle únicamente una pequeña parte. Al llevar el dinero y entregarlo, cayeron muertos por haber mentido al Espíritu Santo. Como puedes darte cuenta, estos es­posos quisieron engañar a Dios. ¡No amarraron la verdad a su cintura! Solo podemos llegar a conocer la verdad a través del estudio de la Biblia. Al hacerlo, estaremos fuertes y firmes para defenderla. Nos ayu­da a ser honestos con los demás y con nosotros mismos. Oremos: “Querido Jesús, deseo estudiar la Biblia todos los días, para darme cuenta de la verdad, porque solo ella me enseñará a seguirte. Amén”.

Se lo quita y se lo pone Se lo quita y se lo pone Tu Biblia dice: “[…] Protegidos por la rectitud”. Efesios 6:14. Otra parte de la armadura que se colocaban los soldados hace mu­cho tiempo, para salir a la batalla, era la coraza que les ayudaba a proteger los hombros, los pulmones y el corazón. Hay un animalito que usa una coraza para protegerse de sus depredado­res, ya que su abdomen es blando y eso lo hace ser una presa fácil. A este crustá­ceo lo podemos ver cargando a cuestas una concha, que le sirve de refugio y de protección cuando se siente amenazado. ¿Sabes de qué animalito se trata? Estoy hablando del cangrejo ermitaño. Cada vez que se siente en peligro, se mete rápidamente en su concha y trata de defenderse con su primer par de pa­tas, las cuales también usa para comer. Utiliza el segundo y el tercero para caminar; y los pares cuarto y quinto, para esconderse en la concha. El cangrejo ermitaño puede quitarse la concha cuando ya no cabe en ella. Busca otra de mayor tamaño para estar cómodo. ¡Increíble! Puede quitarse la concha y ponerse una nueva. Recuerda que Jesús también te dio una coraza que protege tu corazón contra las cosas malas que el enemigo quiere que recibas. Cuando estudias la Biblia, tu coraza permanece; puedes refugiarte en ella con toda seguridad y además te hace fuerte. ¡Póntela, y serás un vencedor! Oremos: “Gracias, Jesús, por la coraza que me das. Ayúdame a mantenerme fuerte y seguro en ti. Amén”.

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